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Lumbier, el alma de los cántaros
Un libro recupera la memoria alfarera de la localidad navarra, que fue uno de los principales centros de fabricación de cerámica de la comunidad foral
Muchos de los recipientes que durante siglos se utilizaron en Gipuzkoa para conservar el bacalao, el aceite, el embutido o el vino estaban ... fabricados en la localidad navarra de Lumbier, que fue uno de los núcleos alfareros más activos del norte de la península. Un libro publicado ahora por Xibarit, la editorial del fotógrafo tolosarra Joseba Urretavizcaya, recupera la memoria de aquella industria de la mano del etnógrafo Fernando Hualde y con la colaboración activa de los vecinos de la población.
De Lumbier se conoce sobre todo su imponente foz y también sus vinos, pero no son muchos los que saben que fue desde la Edad Media uno de los principales centros de producción de alfarería de Navarra. El etnógrafo navarro Fernando Hualde publicó en 2012 un libro en el que indagaba en el pasado alfarero de la localidad. La publicación, titulada 'Alfarería en Lumbier', fue el primer trabajo de investigación sobre el gremio de los olleros y proporcionó a los lumbierinos una nueva perspectiva sobre una realidad que muchos ignoraban. «Fue un pequeño aldabonazo en la conciencia de los vecinos de Lumbier al reivindicar la actividad alfarera como una de sus principales señas de identidad«, apunta Hualde.
'Manos alfareras en Lumbier'
Autores: F. Hualde / J. Urretavizcaya
Editorial: Xibarit.
Páginas: 263.
Precio: 43 euros.
Ahora el etnógrafo navarro ha encontrado la complicidad del editor y fotógrafo tolosarra Joseba Urretavizcaya para profundizar en la memoria histórica de la localidad con la publicación de 'Manos alfareras en Lumbier-Irunberriko Buztingileak', un libro de 263 páginas que es ya el segundo de la colección que la editorial Xibarit dedica a Navarra. Como es habitual en los libros de la editorial tolosarra, la fotografía tiene un destacado protagonismo con escenas que recuperan algunos fragmentos de aquella realidad ya desaparecida y reconstruyen a la vez los vínculos entre los actuales vecinos de Lumbier y sus antepasados. «Todos los lumbierinos se han implicado de forma ejemplar en el proyecto y lo han hecho hasta el punto de que se prestaron a recuperar para las fotos de Joseba elementos de la fabricación de alfarería como hornos y tornos que estaban en completo desuso«, indica el etnógrafo Hualde.
Materia prima
Los descendientes de las familias alfareras se prestaron también de forma entusiasta a recrear el oficio de sus padres y abuelos para las imágenes. «Creo que se ha conseguido fortalecer el sentimiento identitario de un gremio que durante siglos fue futuro y prosperidad. Los vecinos de Lumbier –añade Hualde– volvieron a acarrear tierra con caballerías, a amasar el barro, a trabajar de nuevo con el torno e incluso a encender el horno. Se ha cultivado un orgullo identitario muy sano transmitiendo de paso lecciones de vida de los antepasados, gente que a pesar de que apenas tenía nada sabía ser feliz«.
Lumbier fue el principal centro alfarero de Navarra junto a Estella y Marañón. La calidad de sus tierras arcillosas favoreció el asentamiento de artesanos de la cerámica desde épocas muy tempranas. «Más allá de los restos arqueológicos que delatan la presencia de una actividad alfarera, es a partir de 1501 cuando por primera vez aparece documentado el oficio en la localidad», explica Hualde, que cuenta que la industria alfarera floreció durante al menos cuatro siglos hasta que la llegada de los nuevos materiales en la segunda mitad del siglo XX fue apagando los hornos de todos los talleres.
Los alfareros lumbierinos, añade el etnógrafo, se especializaron en una cerámica muy funcional para la conservación de alimentos –orzas, cántaros y jarras– que vendían tanto en el resto de Navarra como sobre todo en Gipuzkoa y Aragón.
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