La llamada del desierto
Sebastián Álvaro y Jose Mari Azpiazu dedican a los despoblados de arena y hielo el libro que cierra su trilogía sobre espacios hostiles al ser humano
Unos se refieren a ellos como la gran soledad, otros los definen como ecosistemas áridos y los hay que los llaman simplemente el vacío. Aunque ... ocupan una tercera parte de la superficie terrestre, los desiertos mantienen su condición de territorios semidesconocidos para buena parte de la población. Los veteranos montañeros Sebastián Álvaro (Madrid, 1950) y Jose Mari Azpiazu (Azpeitia, 1953) los han convertido en protagonistas de 'La vida en los vacíos del planeta', un libro que cierra la trilogía que iniciaron hace tres años con la publicación de 'La vida en el límite de la vida', una obra que exploraba los desafíos que plantea el alpinismo.
El libro va a más allá de las descripciones de los principales desiertos del planeta y aborda desde enigmas históricos como la desaparición del ejército persa de Cambises en medio del Sáhara a peripecias como la de Gertrude Bell, espía y arqueóloga que acompañó en algunas de sus aventuras a Lawrence de Arabia.
«El libro sobre los desiertos es ante todo una recopilación de historias bellas», resume Azpiazu, que apunta que está construido con un esquema muy parecido al de las otras dos obras que ha escrito mano a mano con Sebastián Ávaro, 'La vida al límite de la vida', dedicada a las montañas, y 'La vida en los confines de la tierra', centrada en las exploraciones a los polos. «Son libros concebidos para tener en la mesilla, es decir, que se pueden leer a pequeñas dosis sin necesidad de hacer una lectura lineal», explica el montañero azpeitiarra. «Son historias estructuradas de forma aislada que están acompañadas de reflexiones realizadas por los protagonistas o por personajes relacionados con lo que se cuenta en sus páginas».
Cuenta Azpiazu que ni él ni Álvaro tenían previsto desarrollar una trilogía cuando empezaron a escribir su libro sobre las montañas. «'La vida al límite de la vida' tuvo muy buena acogida y eso nos animó a encarar el volumen dedicado a las exploraciones polares. Lo de los desiertos salió sobre la marcha como una continuación lógica porque al fin y al cabo se trata de espacios geográficos que, como las montañas o los territorios polares, siguen sin estar domesticados». Las experiencias en expediciones de todo tipo de los dos expertos montañeros y sus bien nutridas bibliotecas contribuyeron a allanar el camino del desafío.
«Si entras, no saldrás»
Los desiertos, recuerdan los autores en la introducción de la obra, fueron durante muchos siglos espacios vetados al ser humano. «Eran lugares prohibidos donde no se podía entrar sin pagar las consecuencias, como nos recuerda el propio nombre del Taklamakán: 'Si entras, no saldrás'». En el periodo que va de finales del siglo XIX a principios del XX, se produjo un cambio de paradigma derivado del afán de poner fin a los espacios que aparecían dibujados en blanco en los mapas. «De repente, los desiertos terribles y misteriosos se convirtieron en un reto, en las últimas fronteras de la exploración; la irresistible atracción del conocimiento, junto con la belleza austera de lo elemental, impulsó a muchos a adentrarse en esos espacios incompatibles con la vida de los seres humanos».
El libro se inicia con un recordatorio de que las tres grandes religiones monoteístas tuvieron su origen en el desierto. «El judaísmo, el cristianismo y el islam hunden sus raíces en la arena, en el paisaje desnudo por excelencia, donde Dios decidió revelarse a los hombres y a los profetas encontraron la desnudez esencial de nuestra existencia». Luego repasa las conexiones entre la historia antigua y los desiertos con leyendas como la de la desaparición en medio del Sáhara del ejército persa de 50.000 hombres enviado por Cambises para arrasar el oráculo de Zeus Amón o las campañas de Alejandro Magno y sus tropas por las estepas asiáticas.
La obra repasa además las epopeyas protagonizadas por algunos de los que se aventuraron por primera vez en los desiertos. Por sus páginas desfilan Lawrence de Arabia, el conde Almasy, Gertrude Bell, Wilfred Thesiger o Seven Hedin, aventureros y exploradores que dejaron su impronta en las arenas y los hielos de las grandes extensiones deshabitadas del planeta. Son, como dice Azpiazu, historias bellas que invitan a la reflexión del lector y apelan a la necesidad de mantener esos espacios alejados de las amenazas medioambientales que se ciernen sobre ellos.
Una expedición de dos semanas a pie por el Taklamakán
Además de coautor de 'La vida en los vacíos del planeta', Sebastián Álvaro es también protagonista en parte del libro pues recoge en sus páginas algunas de las travesías que ha llevado a cabo en su extensa trayectoria. Habla así de la expedición que realizó en el otoño de 2020 a través del desierto de Taklamakán, una extensión árida de 1.300 kilómetros de largo y 650 kilómetros de ancho que se extiende por el corazón de Asia Central, en China, y que está considerado uno de los territorios más secos del planeta. Fueron 16 días a pie en una caravana formada por 14 personas y 30 camellos bactrianos encargados de llevar el agua y las provisiones.
Los expedicionarios conocieron las sensaciones extremas de un desierto en el que las temperaturas oscilan entre los 15 grados bajo cero por la noche y los 45 positivos de día. Una aventura con sus momentos críticos que tuvo un final feliz y que dejó en Sebastián la certeza de que los auténticos tesoros del desierto «son su belleza y su silencio».
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