Juan Garayar relata un cuento muy real
Novela ·
En 'Híguer o el vuelo del hombre colibrí' el autor aplica la ironía para relatar hechos de «mi familia, de mi pueblo, de mi tierra. Me río de mí mismo»Dice que con esta novela es la cuarta vez que nace. La primera vez fue en su hogar, la segunda en Mayo del 68 y la tercera tras la muerte de Franco. «Con la pandemia parecía que se acababa el mundo con tantas teorías conspirativas y, en ese momento, me reencontré conmigo mismo y con mi literatura». Casi dos décadas después desde su ópera prima 'La estrategia de la sardina', Juan Garayar (Errenteria, 1949) volvió a coger la pluma para dar a luz a su segunda novela 'Híguer o el vuelo del hombre colibrí' (2022, Alhulia).
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Garayar es un personaje que sobrevuela por cada uno de sus textos. Su trayectoria, una carrera novelesca de obstáculos que baña cada página con las experiencias vividas. Él es el hombre colibrí. «Es un símbolo», explica, «hay una leyenda azteca que dice que el colibrí va recogiendo las ideas de las cabezas de los hombres. Ahora, se encuentra en peligro de extinción, pero no porque se pusiera de moda adornar los sombreros con sus plumas, sino por la cantidad de pensamientos venenosos traslada de mente en mente».
En su novela, Híguer, un joven diseñador de páginas web narra la historia de sus abuelos a orillas del Bidasoa, la de su madre en la Irun actual, la de sus amigos surfeando en Hondarribia, y la de su mujer OH, cobradora de peaje en la autopista. Una novela «matrioshka», cuya primera parte es «muy barojiana», pero que luego envuelve al protagonista en un viaje como el de 'Alicia en el país de las maravillas'. A raíz de una borrachera en Bilbao, Híguer se sumerge en un mundo onírico donde se encuentra con personajes, asambleas, políticos, corrupción y bajos fondos.
Híguer o el vuelo del hombre colibrí
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Autor Juan Garayar
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Género Novela
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Editorial Alhulia
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Páginas 272
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Precio 15,38 euros
«Ironizo sobre las consignas revolucionarias e independentistas que fueron la base de nuestra juventud», explica y lo hace a través de un protagonista inspirado en su hijo Iban. «Quería que fuera más actual, por eso le elegí a él. Cuando la leyó me dijo 'Aita, madre mía... ¡Pero si nunca me he ligado a una andaluza!'», bromea. De hecho, Garayar reconoce que «en realidad, en muchas cosas soy yo. Me estoy riendo de mí mismo». Porque en 'Híguer o el vuelo del hombre colibrí' hay mucho humor e ironía, detalles que el autor cree «claves para la supervivencia». Partiendo de anécdotas reales, las traslada al texto con mucha carga simbólica, crítica y divertida. «Todo lo que cuento se basa en hechos reales de mi familia, de mi pueblo y de mi tierra... Y todo es puro cuento», afirma.
Vivir la tragedia
Garayar pertenece a «esa generación que vivimos la tragedia y que hemos visto la realidad con tintes grotescos y muy duros», por eso confía en la risa como herramienta para «seguir viviendo. No nos creamos nuestras propias ideas y oigamos las de los demás, para dejar que sea el colibrí quien conecte nuestros pensamientos».
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Su vida es la de un personaje casi de ficción. Un individuo revolucionario que quiso ser periodista y que viajó seducido por un cambio. «En París había sido un plumilla que escribía contra las penas de muerte y, un buen día frente a la embajada española, me encontré con un millón de tíos gritando 'Franco c'est fini'. Había sido el Proceso de Burgos y decidí que era buen momento para volver a casa, además, nadie me conocía», relata. «Nadie, menos la poli que me tenían fichado como miembro del Comité de París», añade.
Entonces huyó a Alemania instado por un maoísta que conoció en Baiona y que le prometía un carnet falso y tiempo para que se olvidaran de él. «Yo pensaba que los maoístas hacían la revolución cultural, pero nada que ver, así que me consideraron un traidor. Era el 73 y Franco ya estaba enfermo, iba a producirse una huelga general y estábamos convencidos de que la dictadura se acabaría, pero a mí me encarcelaron en Carabanchel por maoísta».
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En el Gobierno Vasco
Una vez más la realidad supera la ficción. Años después de salir de su celda, Garayar se hizo abogado laboralista «¡con despacho en San Sebastián!» y formó parte del Gobierno Vasco en la primera legislatura del PSE como director de Desarrollo Indusrial. «Era la crisis del 2008, y habían caído Ramón Vizcaíno, la Babcock & Wilcox y La Naval, así que pensaron en mí. Me dijeron '¿Tú te atreves con todo esto?', y les contesté 'Sí, pero no soy del PSOE, el carnet no lo cojo'. Su respuesta fue: '¡Pero quién te ha hablado de carnets, aquí hablamos de trabajo!'. Mi vida era meterme en esos líos».
Uno de aquellos quedó inmortalizado por este periódico, con Garayar de brazos extendidos frente a una pancarta repleta de gente. «La famosa asamblea de Ramón Vizcaíno», recuerda. «Los americanos les habían traicionado después de comprar la empresa por dos duros y querían hacer cooperativa, cosa que les desaconsejé. Fui a la prensa a San Sebastián y me encontré con que el comité había dado orden de que vinieran a por mí. Un montón de gente que venía a zurrarme». Garayar dio la rueda de prensa en plena calle y «les convencí de que pactaran el cierre. No había antecedentes de que un director de Industria bajara a la barricada, pero toda mi vida ha sido así. ¿Novelesca? Sí, pero es el reflejo de una generación». Todo esto quedará ya para otra novela que saldrá el próximo año con el título de: 'Las tribulaciones de Juan Gato'.
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