La donostiarra Aranzazu Sumalla debuta en la novela con 'Mientras mi mirada te busque'
La vida de tres mujeres relata la importancia de liberarse de la presión que supone la mirada ajena
Aranzazu Sumalla nació en San Sebastián, su madre es donostiarra, pero siempre ha vivido en Barcelona, donde se licenció en Psicología y se doctoró ... en Filología Hispánica. «Eso sí, todos los veranos íbamos a Donosti, donde conocí a Antxon, mi marido y padre de mis tres hijos, Gabriela, Leire y Tomás».
'Mientras mi mirada te busque' es su primer libro, a pesar de que lleva 25 años trabajando en el mundo editorial. Combina una supuesta biografía, «no soy yo aunque haya hechos reales» con la vida de dos hermanas inglesas, Zita y Teresa Jungman que se ajusta a todo lo que ha conseguido saber de ellas. Otro personaje, esta vez de ficción, escrito por Benito Pérez Galdós, Marianela, planea por toda la obra.
«Ella es la metáfora de cómo la mirada de los demás condiciona lo que eres. Te ves a través de los ojos de otros, de la opinión ajena y creo que hay que liberarse de esa presión». Hay que recordar que en la obra de Galdós, Marianela es una especie de Lazarillo de Tormes para Pablo, Cuando él recobra la vista la desprecia porque la considera fea e irrelevante. Es el caos para Marianela».
Si la protagonista tiene mucho de ficción y Marianela es un personaje de novela, Zita y Teresa sí existieron y llegaron a centenarias. «Los hechos que cuento sobre ellas también son parte de la época en la que les tocó vivir». Zita, la mayor, tuvo una vida más apasionante. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en Francia y condujo ambulancias hasta que las tropas inglesas tuvieron que irse por la llegada del ejército alemán. Recorrió toda Europa para poder conocer a Leon Trotsky. «Hay muy poca documentación sobre ellas, qué pensaban, por qué decidieron apartarse de la alta sociedad inglesa que tanto las fotografió y habló de su extensa vida social como esas mujeres bellas y ricas que fueron».
Una vez más, las miradas vuelven a condicionar la existencia en una de las cuestiones que también es una constante en esta novela. «Porque vuelven a condicionar si eres buena o mala madre. Siempre hay que estar alerta pero si no lo haces, estás mal. Vamos, que si sufres porque sufres y si no sufres porque no sufres».
«Ser nosotras mismas»
«Yo creo que las mujeres llevamos interiorizado que hagamos lo que hagamos siempre lo hacemos mal. Si a eso añadimos esa miradas fiscalizadoras que enjuician todo lo que nos pasa y nos condicionan por ello, solo nos encontramos con trampas para poder ser nosotras mismas».
Por ello admira a Zita y a Teresa, que se llevaban cuatro años y que llegaron ambas a cumplir los 102. Que vivieron juntas desde la década de los cuarenta del siglo pasado en un castillo de Irlanda, lejos de su Londres natal, ultracatólicas aunque ambas con matrimonios de corta duración, y Zita sin hijos. Las dos se divorciaron, igual que su madre, que se casó en segundas nupcias con un miembro de los Guinness y también decidió dejarle.
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