Francisco Javier Irazoki: «Abandono la poesía, me duele repetirme y me rebelo contra esa forma de muerte»
El autor navarro se despide de la poesía publicando en Hiperión 'Los descalzos', su obra poética completa
Francisco Javier Irazoki denomina este libro «su casa definitiva». En él se reúne toda su obra de poesía en verso y en prosa escrita ... entre 1976 y 2023. El volumen recoge los libros 'Árgoma', 'Desierto para Hades', 'La miniatura infinita', 'Retrato de un hilo', 'Los hombres intermitentes', 'Orquesta de desaparecidos', 'Ciento noventa espejos', 'El contador de gotas', y el libro inédito 'Música incinerada'.
– Con 'Los descalzos' cierra definitivamente su escritura poética. ¿A qué se debe este retiro?
– Me duele repetirme y me rebelo contra esa forma de muerte. Me niego a la trampa de vestir con matices una experiencia descrita cuatro veces. Voy a ponerle un ejemplo musical. He escuchado sin prejuicios la versión que Roger Waters ha hecho de 'The dark side of the moon', el disco publicado por Pink Floyd en 1973. El resultado es una absoluta derrota artística. Se han esfumado todas las calidades que ofreció el grupo. Convertido en un predicador confuso, Waters naufraga en la indigencia. Sin la voz y las guitarras bellísimas de David Gilmour, las atmósferas inimitables de Rick Wright o la improvisación inspirada de Clare Torry, Roger Waters se apaga en su viejo laberinto. La repetición ha arruinado la gracia de su música. Tomo nota.
– Desde su primer poemario, 'Árgoma', hasta 'Música incinerada', que ve la luz por primera vez, han transcurrido 47 años de escritura y otros tantos de vida. ¿Cómo se han entrecruzado?
– Existe complicidad: las diferentes etapas comparten un núcleo de exploraciones y preguntas. Varían las estéticas, pero el núcleo persiste. Naturalmente, a partir de los versos de 'Retrato de un hilo' y, sobre todo, de mi primer libro de poemas en prosa, 'Los hombres intermitentes', llega la madurez literaria. La creación de estas dos obras coincide con mi afincamiento en París.
«Con la poesía en prosa he caminado por una vía que abrieron otros autores, como Juan Ramón Jiménez o Cernuda
– Hay también un cambio en la forma, de la poesía en verso a la poesía en prosa. ¿Cómo fue esa evolución?
– Fue una evolución unida al deseo de huir de una cárcel. Siempre me había sentido libre en la palabra escrita y, de repente, percibí el agotamiento y la parálisis. La prosa fue un reencuentro con la libertad creativa. Por otro lado, la poesía en prosa no significa ninguna heterodoxia. Gracias a Baudelaire, Lautréamont y Rimbaud, en Francia la celebran sin polémicas. Y no olvidemos que España cuenta con dos clásicos indiscutibles: 'Espacio', de Juan Ramón Jiménez, y 'Ocnos', de Luis Cernuda. He caminado por una vía que abrieron otros creadores.
– 'Los descalzos' toma el título de un poema incluido en 'Orquesta de desaparecidos'. En él leemos: «Todos mis familiares eran doctores en nubes o esclavos del horizonte, y pasé la infancia descifrando el suelo celeste...».
– Es un texto que homenajea a mi familia campesina. Relata la infancia y adolescencia de mi madre. Sin asomo de queja o rencor, ella se refería a su niñez de pobreza radical y a los esfuerzos para liberarse de la penuria. Hablaba sin perder una dignidad incompatible con el aspaviento. Y las palabras que usted cita son una fotografía familiar. Mis antepasados tuvieron una relación intensa con la naturaleza. Recuerdo a mis padres pendientes de las amenazas del cielo.
«Personas anónimas me han instruido más que Borges, Bach, los cuadros de Vermeer de Delft y las películas de Visconti»
– Su llegada a París en 1993 le abre otros paisajes emocionales. ¿Hay algo concreto que define su mirada literaria, quizás la palabra gratitud?
– La gratitud ha sido una conquista lenta. Durante años estuvo cubierta por mi rebeldía. Como todos, conozco el dolor agudo y he procurado extraer de él una brújula. Mi agradecimiento es inseparable del estoicismo. En cuanto a París, créame, me ha ofrecido treinta años de apertura y enseñanzas. La segunda parte de mi poesía hubiera sido imposible sin esta ciudad.
– 'Palabra de árbol' fue una antología que preparó con sus textos desde 1976 hasta 2021. Ahora llega la poesía completa, donde no hay lugar para la selección. Ya no hay filtro alguno.
– Asumo todo lo que no rompí. Con casi cinco décadas de actividad, la mano del escritor veterano quisiera corregir al autor joven. No me he permitido ninguna deslealtad. Guardo respeto por las búsquedas sinceras del muchacho que fui.
– ¿Cuando publicó 'Árgoma' tenía ilusiones o proyectos para una carrera literaria?
– Tenía la pasión de la necesidad. Eso no se domestica con premios, ilusiones, prestigios. La palabra era una amiga difícil que me salvaba de cualquier precipicio. No desprecio los proyectos o carreras literarias, pero el eco de mis páginas me ha parecido siempre un asunto pequeño, lejano, accidental.
«No desprecio las carreras literarias, pero el eco de mis páginas me parecen un asunto pequeño, lejano y accidental»
– 'Los descalzos' finaliza con estos versos: «La poesía aplicada consiste / en no mirar con ojos llenos de vida estropeada». ¿Cómo se logra tal empresa?
– Con serenidad justa. A pesar de todas las sombras, apuesto por cuidar los detalles minúsculos de cada día. Y, por supuesto, no olvido mi suerte favorable en los encuentros humanos. He sido bien guiado. Convivo con un faro de ética: Barbara Loyer. Otras personas, con frecuencia anónimas, me han instruido más que los libros de Borges, las cantatas de Bach, los cuadros de Vermeer de Delft y las películas de Visconti.
– ¿Qué ha rechazado siempre para sus textos? ¿Lo mismo que en su vida?
– Sí. No acepto la impostura y la belleza artificial. Pasé bastantes años entregado, con disciplina diaria, a la escritura de un libro. Terminé por fin la obra y la introduje en un cajón. Varios meses más tarde, leí aquellos textos. Esta vez los deposité definitivamente en la papelera. Sentí alivio. Había ingenio, sí, e imágenes inesperadas, pero faltaba una profunda verdad personal. Ni dudé ni sufrí al rasgar una bella inautenticidad.
«Aclaro que no me he despedido de la literatura. Quizá en el futuro escriba páginas de un género híbrido»
– ¿Y ahora qué? ¿El silencio?
– Después de poner punto final a la creación poética, preparé nueve libros para tres editoriales. Ocho eran de otros autores. Disfruté en el trabajo. Ahora continúo buscando intensamente la poesía. La encuentro en los diálogos, en la gastronomía, en los mercados, en las tareas cotidianas, en el silencio que usted menciona. A menudo, con una carga dañina, aparece muy cruel en los hospitales. La observo y vivo. Aclaro que no me he despedido de la literatura. Quizá en el futuro escriba páginas de un género híbrido.
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