Un momento del concierto de J. Fox, junto con Juanfe Pérez este miércoles en el Victoria Eugenia. Sara Santos
Crítica | Cuarteto J. Fox

Mezclas perfectas

Mikel Gabiola

San Sebastián

Miércoles, 23 de julio 2025, 18:48

Estrenamos el ciclo JazzEñe del Victoria Eugenia en esta 60 edición del Jazzaldia. La mañana, sumamente lluviosa, terminó con notas de color gracias al cuarteto ... J. Fox, que, sin gran protagonismo en el cartel, pero con mucho que ofrecer, nos deleitó con sonidos variopintos del mundo del Jazz Fusión. Un concierto dinámico, animado y para todos los gustos que resultó ser como un buen tentempié: una grata sorpresa. Y es que el grupo caminaba.

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El claro y contundente beat de Juanma Urriza sentó la base perfecta para Oscar Lacunza, que hizo mil maravillas con su saxo. Los sonidos de pads y sintetizadores de Fredi Peláez aportaron frescura y autenticidad a la receta, convenciendo al público, implicado, del genuino sonido ochentero que recuerda a míticos como Yellowjackets, o incluso sus homólogos japoneses Casiopea o T-Square. Todo ello yacía sobre el groove limpio y cristalino de Xabier Barrenetxea al bajo eléctrico, cociendo a fuego lento lo que sólo pudo terminar de una forma: con la cálida ovación de los asistentes.

J. Fox Quartet / Juanfe Pérez (prohibido el toque).

  • Intérpretes: Juanma Urriza (batería), Fredi Peláez (teclados), Óscar Lacunza (saxo) y Xabier Barrenetxea (bajo e.). Juanfe Pérez (bajo e.), Kike Terrón (perc.), David Sancho (teclados) y Alicia Morales (voz).

  • Lugar: Teatro Victoria Eugenia.

  • Fecha: 23/07/2025.

Pero lo de Juanfe Pérez fue otra película. La segunda cita de la mañana se antojaba como una de tintes flamencos, en contraste con lo anterior. El concierto comenzó con un extenso pasaje a bajo eléctrico solo. Una interpretación tan virtuosa como cautivadora que logró captar el interés de los allí presentes desde el primer minuto. Hizo lo propio Alicia Morales, que con el alma en el pecho se vació por completo en el escenario, hipnotizando y a la vez emocionando al público, que en trance veía cómo cinco temas no eran suficientes.

Una fusión a ratos cruda, sin renunciar al arraigo en sus raíces flamencas, que navegó sin complejos por las armonías del jazz y sonidos del rock progresivo, hizo del virtuosismo su bandera y no dudó en presumir de efectos y pedaleras más atrevidas, como bitcrushers, para defender sus argumentos. Un bajo eléctrico como piedra angular que no era tal, sino que se transformaba en guitarra flamenca o en lo que Juanfe le ordenara, para dejarnos a todos de pie, aplaudiendo y sobre todo con ganas de más.

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