Imaginando a Juan Sebastián Elcano
Un recorrido por las primeras imágenes que se hicieron del navegante, una de las figuras más retratadas de la historia. Una investigación de José María Unsain revela que la más temprana apareció en un libro alemán de 1603
Pocos personajes históricos han sido retratados tantas veces como Juan Sebastián Elcano. Aunque no se conoce ninguna imagen real suya ni se conservan testimonios ... sobre su apariencia física, su figura ha sido reproducido hasta la saciedad en libros, sellos, estatuas, pinturas, billetes de banco, cómics, películas y hasta videojuegos. Un trabajo del historiador donostiarra José María Unsain, exdirector del Museo Naval de San Sebastián, ha sacado a la luz las primeras imágenes que se hicieron del navegante getariarra. La más temprana aparece en un libro publicado en Alemania en 1603, exactamente 77 años después de su muerte. Las imágenes que acompañan esta información son fruto de la investigación llevada a cabo por Unsain.
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A pesar de que alcanzó en vida una sólida posición social y llegó incluso a ser distinguido por el emperador, Elcano nunca mostró mucha preocupación por la posteridad. Ni se conocen retratos suyos ni tampoco se sabe cuál era su aspecto físico. Los únicos indicios al respecto se encuentran en su testamento, que revela que tenía un guardarropa muy bien surtido, algo habitual en alguien que había frecuentado la corte, y también que utilizaba gafas. Murió en medio del Pacífico en 1526 como consecuencia de una intoxicación alimentaria que también se llevó por delante a otros compañeros de expedición. Apenas tenía 40 años, aunque no es descabellado pensar que las penalidades que padeció durante los tres años que duró la primera vuelta al mundo le hubiesen dejado algunas secuelas físicas.
Aquel viaje agigantó la figura de Elcano y le garantizó un lugar preferente en las páginas de los libros de historia. Dado que la ausencia de referencias reales nunca ha sido un obstáculo para los editores, los primeros retratos del navegante guipuzcoano no tardaron en ver la luz. El trabajo de investigación llevado a cabo por el historiador Unsain, una extensión de una primera aproximación al tema que realizó con motivo de la exposición 'Los vascos y el Pacífico' que tuvo lugar en 2008 en el Museo Naval, bucea en los primeras representaciones del navegante de las que se tienen noticias.
La más temprana de todas ellas data de 1603, casi ocho décadas después de la muerte de Elcano. «Es un libro publicado en Nuremberg -precisa Unsain- que recoge los viajes marítimos de Magallanes-Elcano, Francis Drake, Olivier Noort y Thomas Cavendish, que en la portada son calificados como 'los cuatro cruceros más maravillosos jamás realizados'. Su autor fue el editor y grabador Levinus Hulsius, que publicó una amplia obra sobre viajes». Elcano es representado con un compás náutico en una mano y un plano con el globo terráqueo en la otra. En la portada se ve además tanto la leyenda 'Primus circunmedisti me' con la que Carlos V reconoció a Elcano como la nao 'Victoria'.
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Hulsius, calvinista nacido en Gante, se caracterizaba por el carácter hispanófobo de sus publicaciones, apunta Unsain. «Pese a incluir a Elcano entre los grandes marinos, el reconocimiento de Hulsius resulta abiertamente contradictorio porque incorpora a la cubierta un texto extraído de un mapa de Ortelius que da todo el protagonismo de la circunnavegación a Magallanes». La publicación, añade Unsain, conoció al menos otras dos ediciones en alemán, en 1618 y en 1626.
«Un Vascongado primero...»
En otro libro del XVII también se rinde homenaje a Elcano. Se trata de la obra 'Arte de navegar', del médico andaluz Lázaro de Flores, que incluye en su cubierta un grabado de la nao 'Victoria' rodeado de unos versos que dicen: «Con instrumento rotundo/el imán y derrotero/un Vascongado primero/dio la vuelta a todo el mundo». El autor del texto, precisa Unsain, fue un funcionario de la Hacienda Real. «Los versos se reprodujeron posteriormente en muchas obras náuticas y biografías», indica el historiador, que recuerda que incluso Pío Baroja los introdujo con algunas modificaciones en las páginas de 'Las inquietudes de Shanti Andía'.
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La primera escultura de Elcano fue levantada en 1800 en su localidad natal, Getaria, por iniciativa de Manuel de Agote, paisano del navegante y factor en China de la Real Compañía de Filipinas. «El monumento escribe Unsain- se colocó junto al frontón de la villa y recibió alabanzas de cronistas y bertsolaris». En 1836, sin embargo, resultó dañado durante el asalto carlista y fue llevado a una casa particular de Zestoa. Posteriormente fue depositado en una dependencia municipal de Getaria hasta que se perdió su rastro.
El historiador apunta que la estatua, realizada por Alfonso Giraldo, inspiró un grabado de Fernando Selma fechado antes de 1810 que permite hacernos hoy una idea de su aspecto. En el dibujo se representa a Elcano de cuerpo entero con aguja de marear y ancla. Con la mano izquierda maneja el timón y con la derecha sujeta el escudo de armas con la esfera terrestre.
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El monumento y el grabado, continúa Unsain, inspiraron otra estampa publicada en 1806 que formaba parte de la colección 'Retratos de los Españoles Ilustres'. En el dibujo, obra de Luis Fernández Noseret y José López Eguíndanos, Elcano aparece de medio cuerpo sobre el puente de una nave coincidiendo en indumentaria, gesto y fisonomía con el grabado que reproduce la estatua. «Estos grabados -añade el historiador- fijaron claramente un patrón iconográfico. La imagen de Elcano con barba y gorro emplumado aparecerá con posterioridad en un considerable número de óleos, ilustraciones y esculturas».
El navegante llegó a convertirse incluso en inspiración de jóvenes artistas: la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando propuso en 1805 como tema para un concurso entre sus alumnos la presentación de Elcano ante el emperador Carlos V en Valladolid en compañía de indígenas. Los ganadores, aclara Unsain, fueron Antonio Menezo y Pedro de la Cruz. «Se trata de las primeras representaciones gráficas de un episodio de la vida de Elcano», un preludio de los muchos cómics, novelas gráficas y películas que el navegante ha protagonizado desde entonces.
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Donada por la II República
La segunda estatua que se conoce de Elcano ha tenido también una existencia agitada. Encargada por las Juntas Generales de Gipuzkoa para «perpetuar la memoria de uno de los hechos más gloriosos de la nación española», fue instalada en Getaria en 1861 y llevada a San Sebastián durante la Guerra Civil. Colocada en 1941 en el Paseo Nuevo junto a una pequeña ermita, fue devuelta a Getaria en 1978 por un grupo de vecinos y situada en su emplazamiento original.
El otro monumento del marino que adorna su villa natal, obra de Ricardo Bellver , data de 1881 y fue inicialmente concebido, recuerda Unsain, para la sede del Ministerio de Ultramar de Madrid, hoy de Asuntos Exteriores. «La escultura de Bellver -continúa el historiador- fue donada por la II República al Ayuntamiento de Getaria en 1934». Ubicada en la actualidad frente a la casa consistorial, «es de lamentar el mal estado de conservación en que se encuentra», anota el historiador Unsain, que cree que «su restauración es urgente a todas luces».
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Menos conocida es la estatua que adorna la llamada Casa Olano de Barcelona, un edificio que fue levantado por el bilbaíno José Antonio Olano en el Paseo de Gracia, una talla que tiene muchas coincidencias con la de Bellver.
San Sebastián, que se quedó sin la escultura de Paseo Nuevo cuando fue llevada a Getaria, tiene en la fachada del palacio de la Diputación un busto de Elcano que forma parte de un conjunto tallado por Marcial Aguirre en 1883 en homenaje a los marinos de la historia de Gipuzkoa. Y en el interior del palacio foral se encuentra también el retrato que Ignacio de Zuloaga pintó del marino con motivo del IV centenario de la vuelta al mundo. Un retrato en el que Elcano aparece despojado de la barba que le había adornado de forma casi ininterrumpida desde que empezó a ser representado.
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