«Las guerras son el gran fracaso del ser humano»

Una reflexión que comparte María Adánez, intérprete de Carmela, que junto al personaje de Paulino forman una minúscula compañía de variedades que se ve obligada a actuar ante soldados republicanos que van a ser fusilados. «Los que tenemos personas muy queridas que han fallecido nos damos cuenta de que el recuerdo es todo. Si dejas de recordarlos ya no existen. Mi padre falleció hace tiempo, soy madre desde hace dos años y tengo una foto en casa de su abuelo para que mi hijo recuerde quién era».

Para María Adánez «los muertos de las guerras nos enseñan y recuerdan el gran error y el gran fracaso de los seres humanos. Si para conseguir cualquier cambio hacen falta la guerra o los muertos es que el ser humano ha fracasado, sea de un lado o de otro. Carmela y Paulino nos lo recuerdan».

Estrenada en noviembre con Pepón Nieto como Paulino, comparte María desde julio el escenario con Joaquín Notario, «un actor magnífico y una bestia del escenario. Es uno de los grandes actores de teatro clásico y contemporáneo de nuestro país». Un cambio de compañero «que ha hecho que mi Carmela está empezando a florecer de otra manera porque Joaquín me ofrece otra visión y en mí también nacen otros impulsos dentro de estar haciendo la misma partitura».

Han trabajado ya varias funciones juntos, suficientes para que la obra «llegue en un momento muy bueno a San Sebastián. Además es un lujo estar cinco días en una misma ciudad». Lo van a hacer con una obra muy emocional, aunque María la ve más como «un disfrute y un homenaje a esos cómicos que tuvieron que actuar de una manera más primitiva. La profesión de actor es de gente superviviente, pero en un conflicto bélico no me quiero imaginar la situación tan difícil que puede llegar a ser. Me impactó mucho al principio de la invasión de Ucrania, cuando se encerraron en un teatro y siguieron representando para salir un poco de la brutalidad y del horror».

María Adánez empezó a hacer cine a los cinco años y a los siete subíó a un escenario con la obra de Ibsen 'Casa de muñecas'. Por ahí andaba un gigantón llamado José María Pou. «Lo recuerdo perfectamente, podría visualizar y sentir ahora mismo ese momento y también recuerdo que mi padre me acompañaba al teatro». Le digo que he hablado con Pou para ver si se acordaba y que estas han sido sus palabras «La recuerdo muy bien, María era muy lista. Aparecía en camisón, despertada por el ruido, preguntando por su madre. Recuerdo su cara de sueño y su mirada desvalida. Yo la cogía en brazos y la sentaba en mi regazo tratando de que volviera a dormirse mientras caía el telón». María se queda sin voz al escucharlo. «Me habéis emocionado, gracias».

Aquella niña supo pronto lo que quería ser. «Una de las cosas más alucinantes de mi vida fue descubrir la vocación tan pronto. Mi profesión ha sido un pilar, un faro y una tabla de salvamento a la que aferrarme. Yo, pase lo que pase, sé que soy actriz».