Franceses en mis uvas, bañistas en mi turrón
La agenda portátil ·
Ya eran tendencias, ahora son tsunamis: los galos invaden Donostia con el cambio de año y cada vez más gente festeja el 1 de enero con baño en la playa. Bajan cohetes y petardosHola. En Donostia «feliz año» se dice 'bonne année'. No sé si España se rompe, como anuncian los clarines, pero sí sé que Gipuzkoa ... vive una pacífica invasión francesa. Nuestra esquina del mundo se ha convertido en destino preferente de los galos para el cambio de año. Antes los vecinos del otro lado de la muga venían solo en Nochevieja para tomar los bares como si fueran la Bastilla. Ahora llegan a pasar días: toman los paseos y los Zaras, el Peine de los Vientos y los jamones, convierten la costa en la 'corniche' y lo Viejo en un bistrot.
Era tendencia y ya es tsunami. El turismo guipuzcoano experimentó hace solo unos años una primera revolución con la explosión norteamericana: hay muchos meses que el mayor número de visitantes extranjeros llega de Estados Unidos. Ahora vivimos el boom asiático, con dominio de los japoneses, ese público educado, bien pagador y formal que sueñan hoteles y restaurantes. Y las últimas nocheviejas detectan la revolución francesa. Bienvenidos sean.
Mientras tanto los lugareños nos bañamos. Sigue creciendo la participación en las carreras de San Silvestre, se llenan las cumbres de nuestros montes cada 1 de enero... y se dispara la cifra de bañistas que se sumerge en las aguas frías del mar para celebrar el cambio de calendario. (También bajan los cohetes de Nochevieja, decaen los petardos ruidosos y aumentan las japonesas calladas que sacan al cielo de la Nochevieja el Caballer que cada guipuzcoano lleva dentro).
Pues eso. Son mis resacosas notas como reportero diletante preparado para entrar en los felices años 20.¿No es mejor anotar estas 'investiduras de la calle' que las otras?
El helicóptero de los madelman
Aviso: empecé la Navidad viendo Love Actually y la cierro con Notting Hill, contagiado con esa mezcla de ternura e ironía, amor y humor, de la admirable comedia británica. Mi 'Love Actually' en víspera de Reyes se llamaría 'El helicóptero de los Madelman', y más que inglesa sería de un costumbrismo vasco con toques de Azcona. Todos tenemos nuestra biografía sentimental de los Reyes Magos, desde el año que llegó la bici hasta el enero en que tus hijos te dejan en el zapato su primer regalo. Pero uno de mis «regalos sentimentales» llegó curiosamente... un 11 o 12 de enero.
Siempre me gustaron los Madelman (nota para millennials: muñecos con mútiples posibilidades y accesorios, ahora considerados de culto por los coleccionistas) y cuando salió su sofisticado y moderno helicóptero los Magos quisieron sorprenderme con él. El problema, supe después, es que se trataba del juguete estrella del año y desapareció rápido de las jugueterías. Tras una exhaustiva búsqueda sus majestades decidieron encargarlo... pero no llegó a tiempo. Tuve obsequio sustituto aquel día 6, pero días después, una mañana que volvía del cole, mis padres me dieron al fin el helicóptero, que ya había llegado... sin saber que justo en ese momento mis intereses vitales empezaban a dejar atrás los Madelman. Sigo recordando aquellos Reyes como el fin de la inocencia, pero no de la mía, sino de los Magos de casa... Pónganle música de Elvis Costello a esos párrafos y tenemos filme.
Tolosa antes de la medianoche
Algunos tenemos tradiciones propias para los fines de año. El 30 de diciembre los hermanos Ezquiaga, más alguna estrella invitada, volvimos a Tolosa a despedir el 2019. Hay algo de sentimental en esa visita al pueblo de nuestro padre. Tomamos marianitos, disfrutamos de la estupenda gastronomía verité del Burruntzi, brindamos en el Dickens con la mejor gente y regresamos a Donostia en un cercanías que es como el feliz transiberiano de nuestras vidas. Yo en Nochevieja no quiero ir a Río, ni a Nueva York, ni a Vigo. Para precampanadas, Tolosa. Always.
mezquiaga@diariovasco.com
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