«Es la primera vez que venimos con los hijos desde la pandemia»

Los espectadores volvieron ayer a las salas de cine con la cara descubierta dos años después, aunque hubo quien prefirió ser cauto todavía y ver la película con ella. Más éxito tuvo la relajación de la medida en bibliotecas o centros culturales, donde el uso de la mascarilla fue más reducido.

Mal tiempo y precios rebajados por el día del espectador. El fin de la mascarilla obligatoria en las salas de cine se encontró con las circunstancias perfectas y el público respondió. Decenas de personas se acercaron ayer tarde a las salas Príncipe para disfrutar de las primeras proyecciones con libre uso de mascarilla. Y hubo división de opiniones: «Aún es demasiado pronto» y «ya era hora de que las quitaran».

La joven Maider Campos se abonaba a la primera opción. «He estado enferma y por ahora voy a seguir llevándola porque no sé si ha sido buena idea quitarla en Semana Santa». Más matizado, su acompañante, Asier Gómez, admitía que la retirada le parecía «bien», a la vez que se preguntaba si la medida «va a durar mucho o nos van a obligar a ponérnosla otra vez» dentro de unas semanas, tal y como ha sucedido en Austria.

También Mari Carmen Elorriaga, que acudía a ver 'Ambulance-Plan de huida' junto a su nieta Luna Zubiaurre, consideraba que «todavía es un poco temprano para quitar las mascarillas en los cines». En su caso, la opción de ponérsela o no iba a depender de «cómo esté de gente la sala. Si hay cuatro 'pelados' verá la película sin mascarilla». Luna lo tenía más claro: «No me la voy a poner. Además, ya pasé el covid, sin síntomas», comentaba la niña.

Dos fijas del día del espectador son María Luisa García y Lourdes Torres y ayer tampoco fallaron: «Yo creo que debían haber esperado un poco más», aseguraba la primera, mientras que su amiga adelantaba que «donde hay gente me la pongo y de momento la voy a conservar en las salas de cine porque no me cuesta nada».

A medida que se acercaban las horas de inicio de las primeras sesiones, el público se iba agolpando en el hall de los Príncipe, tanto en busca de refugio de la lluvia como de 'avituallamiento' de palomitas, dando lugar a la un tanto insólita imagen de largas colas frente a la barra del bar del cine. Iñaki se mostraba a favor del fin de la obligatoriedad del cubrebocas durante las proyecciones. «Lo veo positivo. Creo que ya era el momento», señalaba este joven, que ya pasó también sin mayores incidencias la enfermedad, y que iba acompañado de su hijo Ehki. «Veré la película sin mascarilla, no me da miedo», aseguraba el chaval.

Para Ainara y su marido la de ayer era una ocasión especial ya que era la primera vez que traían al cine a sus hijos ya que «no habíamos venido hasta ahora precisamente por la pandemia. Ahora, hay que empezar a hacer las cosas sin mascarilla», señalaba la joven.

Por la misma línea iban Diego Falcones y Helen Segura, que consideraban que «ya era hora de que la quitaran. Semana Santa es un buen momento y esperemos que siga así en verano», señalaban, aunque en el caso del joven admitía que «se me hace raro ver a la gente con el rostro descubierto». O sea, el ya anunciado 'síndrome de la cara vacía'.

También para las bibliotecas era un día especial o al menos todo lo especial que admite la posibilidad de los usuarios de ponerse o no la mascarilla en sus instalaciones. El director del Koldo Mitxelena, Patxi Presa, aseguraba que «no sabría dar porcentajes, pero la mayoría de los usuarios que han venido hoy lo han hecho sin mascarilla, aunque también hemos tenido otros que han preferido dejársela puesta mientras estaban en la zona de biblioteca». Además, indicaba Presa, «con el mal tiempo ha acabado viniendo más gente que otros días», en unas fechas 'semanasanteras' en las que las vacaciones restan público -especialmente, entre los estudiantes-, al centro de la Diputación Foral.

Claudio y Mariana paseaban por el interior de Tabakakera sin mascarilla, un protector del que deseaban poder desprenderse en determinados interiores. Para este usuario del centro de cultura contemporánea donostiarra, el uso obligatorio de los protector «ya no tiene demasiado sentido. Con una población con tanta vacunación, creo que estamos protegidos. Particularmente, tenía ganas de que eliminaran la obligatoriedad porque la mascarilla me generan algo de alergia».

Por su parte, Mariana considera que «si mantenemos los espacios de cada uno, la distancia y la higiene de manos, no veía ya la necesidad de la mascarilla» salvo en aquellas excepciones recogidas en el real decreto.

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