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Medio centenar de voluntarios participan durante estos días en la galería silvia & the spyglass en un estudio que medirá las emociones que siente la gente ... mientras visualiza la obra física de la artista bilbaína Silvia Sánchez. «Cualquier artista lo que quiere es detonar emociones, pero muchas veces no es lo mismo lo que pretende generar el autor y lo que realmente el espectador siente al contemplar esa obra. Y este estudio va a recoger las reacciones objetivos de la gente», explica Josetxo Soto, socio de la galería.
Los investigadores de Tecnalia Ana Moyá y Erlantz Loizaga son los encargados de 'medir' esas emociones. Para ello, cuentan con varios dispositivos, «una diadema que recoge la actividad cerebral y un anillo que mide el ritmo cardíaco y la respuesta galvánica de la piel, lo que nos permite monitorizar y analizar la emoción a través de esas señales que recibimos», explica Moyá. Durante la prueba, que se realiza de forma individual y se prolonga durante veinte minutos, el participante visualiza en una gran pantalla 35 obras creadas por Silvia Sánchez –31 cuadros y 4 esculturas– durante 20 segundos cada una, «con un fundido a blanco entre una y otra». También se le colocan unos cascos para evitar el ruido de fondo «para que se concentre lo máximo posible en lo que está viendo, así el único estímulo que recibe es visual».
En el tiempo que dura la prueba, ambos investigadores recogen todos los datos, que luego analizarán basándose en las ocho emociones básicas de Plutchik –alegría, tristeza, anticipación, sorpresa, confianza, desagrado, ira y miedo–. «La tecnología y el algoritmo que ha desarrollado Tecnalia nos permitirá conocer las emociones que generan todas las obras de la artista, pero también cada uno de los cuadros», aclara Josetxo Soto.
Silvia Sánchez no oculta el «vértigo» que siente ante un estudio de estas características, donde no hay forma de «engañar» al artista. «Cuando le preguntas a alguien sobre tu obra, quizá ya esté predispuesto a decir que le gusta, pero aquí no hay ni trampa ni cartón, son datos puros y duros». Es rotunda al afirmar que el resultado del estudio no afectará a su trabajo, «yo seguiré transmitiendo mis historias al público tal y como las siento».
Este es el segundo estudio que realiza la galería con Tecnalia para medir el impacto del arte en el estado emocional de las personas. El primero fue una experiencia de arte inmersivo en la realidad virtual, que concluyó que la respuesta individual está influenciada por el bagaje emocional personal, pero también por factores como el género y la edad.
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