La alfombra roja del Idiazabal al Zinemaldia (y 'soy minero' en Amasa y Séneca en 'Sálvame')
¿Qué tienen en común Ordizia y el Festival? La resistencia frente al virus / Fellini y los tolosarras / Jorge Javier en el Victoria Eugenia
Fue todo tan raro como raros están siendo estos meses de pandemia. La fiesta de Ordizia, esa olimpiada del Idiazabal donde se elige 'el ... balón de oro' de los quesos, es siempre multitudinaria y feliz. Ayer era con acceso limitado al frontón, con mascarillas y distancias y en viernes en lugar de miércoles para evitar aglomeraciones. Y pese a todo, fue redonda como el queso ganador.
Es la 'cultura' de la resistencia, también en esa cultura popular y de verdad que es el Idiazabal. Vivimos tiempos difíciles que exigen prudencia y cautela. Lo fácil quizás hubiese sido suspender la feria y esperar mejorar años, pero hay gestos que insuflan vitalidad. Me cuentan los amigos de la Cofradía del Idiazabal que finalmente apostaron por mantener el rito del queso, junto al Ayuntamiento de Ordizia, por los pastores, pero también como un símbolo. «Lo prioritario es la salud de todos, pero buscamos fórmulas para combinar feria y la seguridad». Y así fue. Ayer no importaba tanto el ganador (zorionak, de todos modos, al veterano Patxi Lopez de Uralde, de Larrea, vencedor) ni el precio de la subasta (felicidades a los de Tecnimoto de Donostia por hacerse por 9.200 euros con la codiciada pieza en un año tan especial), sino resistir. Y para mí fue una vez más un placer ser jurado del concurso más feliz, y de compartir un rato con rockeros como Martin Berasategui, Hilario Arbelaitz, Pedro Subijana, Elena Arzak o Andoni Luis Aduriz, entre otros, combativos que también abrieron sus restaurantes pese a la crisis para mostrar que seguimos en pie.
No hubo alfombra roja ayer en Ordizia y habrá alfombra roja limitada en el Zinemaldia que arranca el viernes. José Luis Rebordinos me confesaba el otro día que vive los meses más duros de su larga carrera profesional, plagados de incertidumbres. Que se celebre el Festival, con todas las precauciones, será otro elemento de resistencia.
No vendrá Woody Allen, aunque hasta última hora luchó por viajar (no es momento para que un señor de 84 años venga de Nueva York). Pero quienes han visto ya su película dicen que además de ser una ingeniosa comedia, es un gran 'spot' de la ciudad, con la espectacular fotografía de Vittorio Storaro. El tráiler así lo atestigua. Para el resto del mundo sera otra comedia de enredos de Allen. Para nosotros, ver tu casa con los ojos de otro. Seguiremos informando.
La Otxoa en la Gipuzkoa profunda
Si un resucitado Fellini filmara un día Amarcord en Tolosa elegiría a los hermanos Alejandro y Roberto Díez como cabeza de cartel. Son serios trabajadores de día y carnavaleros de noche. El primero publica un disco, bajo el nombre de Alex Di Or, donde se anuncia como «posiblemente el peor cantante del mundo». Y no miente: desafina, y mucho. Pero lo compensa con su energía de showman. Bebe del espíritu surrealista del Carnaval de su pueblo, de la estela de La Otxoa, del poderío de Priscila, reina del desierto. El jueves vivió su estreno en ese paraíso txikito que es la terraza de la txakolineria Hika. Paco Flores y Luisma Gómez son sus padrinos musicales y Roberto Ruiz y Joxemari Barriola sus padrinos para el mundo. En Amasa, donde empieza ya la Gipuzkoa profunda, cantó 'Soy minero' o el 'libérate' de La Otxoa como amables provocaciones bajo el cielo vasco, casi siempre tan austero. Llevábamos mascarilla y guardamos las distancias, pero nos divertimos como en tiempos previrus.
Séneca con Matamoros
Ser Tribulete tiene estas cosas: una mañana de septiembre te toca ir al Victoria Eugenia a una rueda de prensa y te encuentras frente a Jorge Javier Vázquez como si estuvieses en casa de tu tía viendo 'Sálvame'. Jorge Javier es icono de Telecinco, pero también un tipo leído capaz de protagonizar una obra basada en viejos textos de Séneca. Quizás hoy Séneca sería tertuliano al lado de Matamoros. La función, estreno en España, llena el teatro todos estos días. A ratos es más 'Sálvame' y a ratos es más 'Séneca': quizás es el coctel que mejor resume el tiempo que vivimos.
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