Aquel Tour de Francia del 92 en Donostia: no todo fue amarillo
La Agenda Portátil ·
Indurain trajo alegría pero los ecos de la violencia impidieron la fiesta completa. Ojalá la salida de la carrera desde Euskadi en 2023 sea más feliz (además de cara)El Tour volverá el próximo año al País Vasco. Las instituciones vascas invertirán en total doce millones de euros en esa operación que permitirá que ... la carrera arranque en Euskadi y pase aquí tres días. La Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia aportarán 750.000 cada uno. Es un esfuerzo por 'vendernos' en el exterior y traer lo mejor del ciclismo a un país donde las bicis son religión. Como aficionado, lo celebro. Como contribuyente, no lo sé. Como dice el guionista y productor irunés Diego San José, el hombre de moda en el audiovisual con su serie 'Venga Juan', no hay por qué tener opinión clara sobre cada cuestión.
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Al menos ese Tour del 2023 llegará en tiempos más pacíficos que los que vivivimos en 1992, cuando la carrera también arrancó de Donostia. En la memoria se han impuesto los buenos recuerdos de aquellos días, la contrarreloj en la que Indurain voló por las calles de la ciudad, la fiesta de los aficionados por las carreteras guipuzcoanos. Pero yo también recuerdo otros momentos no tan buenos.
Como tantas otras veces me tocó escribir las 'crónicas de ambiente'. Y no fue fácil porque el Tour era una celebración, sí, pero el país seguía azotado por la violencia y su desgaste. Desde la izquierda abertzale se criticaba al gobierno francés por su colaboración con el español en la lucha contra el terror. Eran los tiempos en que se quemaban coches en el Paseo Nuevo o en Zarautz solo por llevar matrícula francesa. Yo he visto llorar a parejas de Lyon en viaje de novios o familias bretonas de vacaciones que veían de pronto que les habían incinerado el coche solo por llevar las matrículas amarillas o negras que usaban los franceses entonces.
La 'kale borroka' atacó la caravana del Tour, echaron clavos al paso de la carrera, había concentraciones diarias. Recuerdo que la oficina de organización, que comandaba Juanjo Arratibel, recibía en su sede del Carmelo Balda grupos que gritaban eso de «esto no es España ni Francia». Como decía con su eterno sentido del humor el recordado Pato Reizabal, jefe de Prensa de la salida donostiarra, «que esto sea España genera división de opinones, pero por ahora nadie defiende que sea Francia». Fue una fiesta, pero quedan sombras.
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En aquel 1992 Barcelona tuvo sus Juegos, Sevilla la Expo y Gipuzkoa su Tour. Aquel año, por cierto, llegó la alta velocidad a Sevilla... y treinta años después aquí ni está ni se le espera. De momento solo tenemos sus enormes puentes, que afean el paisaje y quizás se habrán quedado viejos cuando el tren rápido llegue de verdad.
Volverá el Tour. Ojalá ahora lo disfrutemos del todo. Aquel 92 fue tan raro que hasta se enfadó Serrat, el hombre que nunca se enfada, cuando fue a actuar en la gala de presentación del Velódromo y el público se largó, sin esperarle, tras el saludo de Indurain.
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En voz baja
Un cedro libanés en Cristina Enea
Cuando era más joven y aún me gustaba decir frases que yo creía redondas (entonces ra aún más tonto que hoy) escribí que me gustaba tanto lo urbano que me emocionaba más una farola de diseño que un roble. Ahora ya sé que un bosque es un lugar tan acogedor como el bar de la esquina, y que no hay que elegir entre asfalto y árboles porque la buena vida es elegir todo y disfrutarlo.
El otro días mis paseos me llevaron hasta Cristina Enea, ese parque maravilloso que cruzábamos los escolares de Mundaiz cuando era salvaje (el parque, y también nosotros) y hoy sigue tan acogedor, aunque domesticado. Me quedé absorto otra vez ante su cedro libanés, ese árbol poderoso, rotundo y bello que es según mi amigo Patxi uno de los mejores monumentos de Donostia. Como la encina de Berio y tantas piezas únicas de los paisajes guipuzcoanos.
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Rafa Gorrotxategi trae chocolate
Rafa Gorrotxategi nunca descansa. El maestro tolosarra de los dulces siempre está maquinando historias felices. Ahora publica un libro sobre el chocolate, que es uno de los 'leit motiv' de su vida, de la mano de Joseba Urretavizcaya y Alvaro Bermejo. Lo presenta el miércoles en el Aquarium donostiarra y anuncia que será una fiesta con sorpresas. Seguro que serán dulces.
mezquiaga@diariovasco.com
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