C. Tangana, en el escenario que convierte en bar rodeado de sus músicos. EFE

Tangana con C, bólidos en el Guggenheim

La Agenda Portátil ·

Cuaderno de Bilbao: el soberbio espectáculo en el Bec del músico más libre (¡público lleno de guipuzcoanos!) y la velocidad como una de las bellas artes / Duncan Dhu es la gran novela donostiarra

Mitxel Ezquiaga

San Sebastián

Sábado, 16 de abril 2022, 06:40

Hace unos meses mencioné el nombre de C. Tangana a un importante personaje de la música clásica guipuzcoana. Me miró con extrañeza: no tenía ni ... idea sobre de quién le estaba hablando. Pero hoy probablemente ya lo sepa. Dicho en términos del negocio, Tangana ha pasado de los márgenes a ser 'mainstream'.

Publicidad

En origen rapero, o trapero, El Madrileño, que es otro de sus múltiples nombres, es un músico libre y creativo que mezcla estilos y hoy colabora con Calamaro, Drexler o el veterano Eliades Ochoa, por citar unos cuantos. Y ha creado un espectáculo genial, 'Sin cantar ni afinar'. Mi amigo Pirata, el músico de Errenteria que lo mismo actúa en la tele con Buenafuente que en la calle con su txaranga-rock, me lo advirtió hace tiempo: no te pierdas este show. Y no solo porque Pirata forma parte del espectáculo en uno de los momentos más emocionantes. También Iñigo Argomaniz, el sabio del sector, me lo aconsejó: te guste o no la música de Tangana, pocos espectáculos hay en el mundo hoy con ese montaje y esa fuerza. También mi hija, que lo vio en Madrid hace unos meses, me habló con entusiasmo de este 'tour'.

Así que el sábado fuimos hasta el BEC de Barakaldo en plan familiar para ver el show. Confieso que temía ser el mayor de los 15.000 espectadores que llenamos el recinto, pero el miedo pronto se disipó: había mezcla de generaciones, de estilos y de ambientes. Y todos disfrutamos con un montaje realmente original y atravesado por una energía especial, presentado como una especie de 'película' que se rueda ante tus ojos, en un escenario convertido en, bar por el que desfilan desde los Ketama hasta Niño de Elche, con más de 50 músicos, y donde cantan flamenco, versiones de Alejandro Sanz o Quique González / Los Secretos, rap y todos los temas del propio C. Tangana que los seguidores más jóvenes cantan como himnos.

Estábamos junto a la ría pero yo solo veía guipuzcoanos entre el público. Ojalá tuviéramos una instalación como el BEC a este lado de la autopista (bueno, una que sonara mejor) y una organización tan ajustada, que al final nos iba acomodando en el Metro más o menos ordenadamente para regresar al centro de Bilbao.

Publicidad

Una maravilla, sí. Y para redondear la fiesta el domingo volvimos al Guggenheim para ver su exposición de coches comisariada por Norman Foster, otra concesión a la imaginación. «¿Es arte aparcar todos esos coches dentro de un museo?», se preguntaba a mi lado una pareja madura (más madura que yo). Ya proclamaron los futuristas, hace un siglo, que la velocidad es una de las bellas artes. Resulta curioso el paseo del 2 Caballos a los bólidos que parecen naves, acompañados de su reflejo en cada época artística y con una reflexión final sobre el urbanismo futuro de las ciudades sin coches. (Y de paso volví a asomarme a esa sala del museo donde dialogan desde su inauguración las obras de Chillida y Oteiza, antes de que llegaran los diálogos de hoy en San Telmo).

Y nos volvimos a Donostia. Nada como trabajar en casa en los días santos...

En voz baja

Erentxun, Vasallo y Viles, el tercero

Defiendo que la evolución de Duncan Dhu daría para escribir 'la gran novela donostiarra', o al menos una película a lo Jim Jarmusch con la bahía de fondo. Es muy literaria la historia de estos tres chavales que con menos de 20 años conocieron súbitamente el éxito (en la foto de Mariví Ibarrola, cuando firmaron su primer disco en Madrid). Juanra Viles fue el primero en desgajarse. Hoy es concejal del PNV en Donostia, quizás lo menos rockabilLy que podríamos pensar. Mikel Erentxun y Diego Vasallo siguieron en el éxito y luego decidieron abrir sus propias carreras en solitario.

Publicidad

Erentxun, inasequible al desaliento, ha vivido altos y bajos, y ahora triunfa con el poso de los clásicos, redescubierto por muchos en el mejor momento de su carrera. Vasallo, poeta, pintor y con una romántica aureola de maldito, siguió su rumbo, minoritario y exquisito. Erentxun vive estos días una gira triunfal y Vasallo publica libro delicioso, 'El porvenir no llega, el pasado no importa', con su vagabundeo por las ciudades, y un disco. 'Caemos como un ángel', que delata que también sigue en plena forma. El viernes actúa en Kutxa Kultur en Tabakalera, solo unos días después de que Erentxun llenara el Kursaal. Líneas divergentes, pero siguen siendo grandes amigos y consejeros mutuos.

La gran novela donostiarra sería una mezcla de Saizarbitoria, Baroja o Guerra Garrido... y de los discos de Duncan Dhu.

mezquiaga@diariovasco.com

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad