Euskandinavia y 'txapel noir': el otro derby
La Agenda Portátil ·
¿Por qué hay tal auge de la novela negra vasca? Una tarde con Mikel Santiago e Ibon Martín, una copa en el Antonio Boulevard y el '50 sombras' que no será / Frémaux y la pasión de los festivalesHubo un tiempo en que Euskadi era negra no por sus novelistas, sino por la violencia que nos golpeaba. Cuando ETA aún mataba ya empezaron ... a surgir autores que intentaron el género negro en el País Vasco, pero fue desde que callaron 'esas' pistolas cuando el 'noir' se ha convertido aquí en todo un fenómeno.
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Alguien, probablemente Ibon Martín, bautizó como «novela euskandinava» ese 'boom' que surgió en el país de los vascos poco después de que explotara otro 'boom', el del género negro de los suecos y noruegos. Hay quien lo ha denominado como 'txapel noir': ertzainas que investigan casos en el Goierri como si fueran el viejo inspector Colombo, jueces que cuentan confidencias a periodistas en un bar de Amara, forenses que nadan en la bahía. Supongo que es otra forma de «normalizarnos», palabro que ahora suena tan raro pero hasta ayer era de uso común en Euskadi. Queríamos ser «normales» porque envueltos en nuestra guerra y paz nos sabíamos completamente anormales.
El jueves pasado reunimos en Aula DV a dos de los más seguidos autores «euskandinavos» en un amistoso 'derby'. Son amigos, ligeramente traviesos y venden miles de ejemplares de sus novelas. Mikel Santiago es de Portugalete y «muy de Bilbao», y acaba de publicar 'Entre los muertos', que transcurre en Illumbe, su pueblo inventado en la comarca de Urdaibai. Ibon Martín es «muy de Donostia» y prepara ahora su nuevo libro, que saldrá a principios del próximo año y tiene Oñati como escenario.
Santiago y Martín contaron secretos del oficio, sus maneras preferidas de 'matar' personajes y las dificultades de contar tantos crímenes en los paisajes cercanos. Y sobre todo sedujeron al público con su humor. Hace un año se cruzaron un desafío: meter un personaje del otro en un relato propio. Santiago ya ha cumplido: en su libro sale la ertzaina Cestero de Martín. Ibon dice que él también cumplirá.
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Su charla fue deliciosa, pero mejor aún la post-aula. En una mesa del Itxaropena se contaron sus historias laborales (ser escritor supone también facturas y contratos, como si fueran fontaneros que en vez de hacer reformas redondean novelas) y en una mesa del Antonio Boulevard brindamos para que al 'boom' del 'txapel noir' siga, por ejemplo, el auge de la literatura erótica a la vasca. Bueno, eso lo pedí yo: ninguno de los dos está por escribir un '50 sombras de Itziar'.
(El Antonio Boulevard, adonde me llevó mi amigo Guille a cenar otro día, es ya punto de cita multitudinario, mezcla del viejo espíritu del Barandi, donde nos reuníamos los jóvenes periodistas antaño, y del bonvivantismo del Antonio de la calle Bergara, más los turistas despistados que cruzan por esa esquina tan especial. El reto para sus gestores va a ser 'ordenar' a tanta gente que queremos disfrutarlo).
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EN VOZ BAJA
Festival se escribe con P de Pasión
Los guipuzcoanos sabemos bien que la pasión parece requisito imprescindible para dirigir con éxito un festival. Vemos cómo vive José Luis Rebordinos el Zinemaldia, con ímpetu contagioso, cómo Patrick Alfaya cuenta la Quincena y cómo Miguel Martín desborda entusiasmo cuando explica el Jazzaldia. Pocas gentes conozco tan apasionadas con su oficio.
Esta semana comprobé que eso de la pasión es común a otros directores de festival. Tuve la suerte de entrevistar a Thierry Frémaux, mítico responsable del mítico festival de Cannes. Fue por zoom. Pese a la distancia técnica Frémaux traspasaba la pantallas con su pasión por el cine y por la vida, con un perfecto castellano. Ayer venía a Donostia a presentar 'Alicia en las ciudades' en el ciclo que promueven el Instituto Lumière, del que también es director, y Filmoteca Vasca. El director de Cannes lanzó elogios a San Sebastián, al Zinemaldia y a la propia Filmoteca que dirige Josean Fernandez.
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Hubo un tiempo en que Cannes miraba por encima del hombro a los otros festivales, incluido el donostiarra, y San Sebastián miraba a Cannes como un enemigo gigante. Pero ese tiempo cambió. Rebordinos aprendió que es mejor aliarse con el otro y creó nuevos lazos. Frèmaux aprendió con Chema Prado y Tavernier que Donostia es un festival más txikito, pero resultón. Y tan amigos.
mezquiaga@diariovasco.com
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