¿Dónde están las porterías de Atotxa? Una investigación txikita
La Agenda Portátil ·
Mañana lo importante es perforar la meta del Athletic. Hasta entonces, una historia: ni Ayuntamiento ni Real saben el paradero de los históricos arcosYa: llegamos a la final extenuados. Los previos del partido de mañana han sido demasiado largos. Por un lado, estamos tan poco acostumbrados a jugar ... finales que cuando llega una hay que disfrutar con intensidad: como en el sexo, los preliminares pueden ser tan gratos como el remate final. Pero además, venimos de un año tan cargado de malas noticias, de pandemias y crisis, que la Real era y es la mejor catarsis: la realidad social es tan mala que el realsocialismo se convierte en la mejor vía de escape.
Mañana llega la hora de la verdad, pero de eso ya está lleno el periódico de hoy. En esta página juguetona nos gustan las historias txikitas. La final de mañana sirve para repensar nuestras señas de identidad y recordar Atotxa como 'capilla sixtina' de lo txuri urdin. Fue una lástima su derribo en 1999 y es una lástima que en la plaza y urbanización construidas donde estuvo el campo apenas haya vestigios que recuerden lo que había en ese solar. Siempre pensé que las dos porterías del viejo campo, por ejemplo, podían haber quedado en los nuevos jardines como mausoleo realista. Y hay que reconocer que hubo ediles, como Ramón Gómez, que así lo propusieron cuando en 2011 el Ayuntamiento acordó al menos poner el nombre de 'plaza del campo de Atotxa' a ese territorio mítico en el imaginario guipuzcoano.
Se dijo cuando el derribo que las porterías serían guardadas para un uso posterior. En estas vísperas de la final y en mi homenaje privado a los santos lugares Realistas me pregunto qué pasó con aquellas porterías. Puede que hoy dé igual, porque las que importan son las del estadio de la Cartuja de Sevilla, y que lo fundamental es que la del Athletic sea lo suficientemente grande para que entren los goles blanquiazules. Pero me entretengo preguntando: periodismo de investigación de sala de espera.
Una primera fuente, un político guipuzcoano con poder, pero no en el Ayuntamiento, me dice que «cree que» se guardan en almacenes municipales. Pregunto entonces en los despachos de Alderdi Eder pero nadie sabe nada. Mi pregunta suena a chino, además de ser extemporánea. «Igual las tiene la Real», me dicen.
Inquiero entonces en el club. Y quienes saben de historia me responden que nunca las tuvieron ni estuvieron en el museo. «Puede que uno de los travesaños está en una sociedad del Antiguo», me aventuran. «Y alguien ofreció una vez un poste precisamente para el museo», añaden.
Nadie de los consultados sabe nada. Igual al publicar estas líneas aparece quien sabe, o incluso aparecen las propias porterías. Da igual. ¿O no? En un mundo tan fetichista como el fútbol sería bueno saber qué paso con esas porterías. Y si no, siempre podremos poner en la plaza del viejo Atotxa la portería de Sevilla donde la Real ganará mañana la Copa...
Mañana es el partido. Y recuerden que el domingo, pase lo que pase, la vida sigue.
Periodistas guipuzcoanos, Zaragoza, 1987
El fútbol tiene mucho de superstición. Por eso recupero esta foto, similar a otra que publiqué hace un año, cuando la Real se clasificó para esta final de Copa finalmente aplazada hasta mañana. Salimos ahí parte de los periodistas guipuzcoanos que viajamos en 1987 a Zaragoza a otra final, aquella que los txuri urdin ganaron al Atlético de Madrid. Comimos en ese restaurante, el Txingudi, y luego nos acercamos a La Romareda. La Real ganó aquel trofeo. No sé dónde comerán mañana los enviados especiales a Sevilla. Pero que se hagan la foto, que dentro de 30 años tendrá valor.
Berastegi, una comida en Kako y el primer baño
No todo es fútbol. Esta Semana Santa las vacaciones son en casa. Ni tan mal. El otro día cubrí por primera vez los once kilómetros por la orilla del Bidasoa desde Irun hasta Endarlatsa, maravilla de paseo llano. Y volví, claro. Otro día me acerqué a Berastegi en caminata feliz con recompensa gastronómica no menos feliz en Kako / Arregi, templo de la cocina verité. Y también me escapé al primer baño en la bahía. Fue entrar y salir, porque el agua está congelada, pero muchos seguimos pensando que el año empieza en el primer chapuzón y termina con el último. El resto del año es tiempo de descuento. Como en el fútbol.
mezquiaga@diariovasco.com
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