Triplete para Iñigo Legorburu en el certamen literario de Durango

Recientemente, en el Centro Cultural San Agustín, el Consistorio de Durango daba a conocer los ganadores del certamen de literatura Julene Azpeitia 2020, e Iñigo Legorburu resultaba ganador en los tres géneros a concurso. Un hito, ya que según le han comunicado al autor, «nadie lo había conseguido nunca hasta ahora».

El certamen, que normalmente se celebra en el mes de abril, había sido atrasado a verano, pero finalmente ha sido en el mes de diciembre en el que, coincidiendo con la publicación de todas las obras ganadoras tanto en categorías infantiles como en las de adulto en formato libro, se ha hecho público el fallo de los diferentes jurados que componen este certamen.

En la categoría de bertsopaperak, el trabajo 'Etxez etxe' ('De casa en casa') relata las vivencias de una persona voluntaria que en pleno confinamiento se prestó voluntario para llevar comida a los domicilios más afectados económicamente por la pandemia. El autor reconoce que «es una historia basada en el gran trabajo de cientos de voluntarios que tejieron una red de solidaridad en aquellos días tan duros. Quería que quedara constancia de un tiempo muy difícil que vivimos, para que no se olvide». Aparecen los malos tratos, la gente que no tiene hogar y otro tipo de desgracias, «pero haciendo hincapié en el lado solidario de las personas voluntarias, que prestaron parte de sus vidas para ayudar a otras». Por su bertso-sorta compuesta por ocho bertsos en la melodía 'Gai horrek badu mamia' de Xabier Amuriza, Legorburu obtuvo el diploma y los 300 euros del premio.

En poesía, su trabajo sobre un amor imposible titulado 'Lehentasunez' también consiguió el beneplácito del jurado y los 300 euros más el diploma de los que constaba el premio. Una creación «breve pero intensa, en la que me costó encontrar mi propia voz pero que a la postre ha merecido el esfuerzo».

Pero el premio gordo de 600 euros vino en la sección de relatos con su trabajo 'Azken afaria' ('La última cena'), «sobre la mansión La Cumbre de Aiete y las torturas que se dieron allí en la década de los 80».

El autor confiesa que «el relato está lleno de guiños bíblicos, de ahí el título de carácter religioso que tiene la obra». El autor indaga en la mente de un torturador de la época, «un Billy 'El niño' de entonces, con marcado carácter vasco; capaz de compaginar tortura y rutina familiar con su pareja». El relato adquiere un tinte de género negro, con sorpresa final incluida.

El escritor se mostró exultante con su proeza, «porque aunque había sido premiado en bertsos anteriormente en este mismo certamen un par de veces, este triplete como colofón final a un año tan duro en el aspecto anímico no me lo esperaba de ninguna forma».