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Hongos y chuleta, dos de las especialidades del asador Ana Mari de Irun.
Cenando con Pablo Pablo Cabezali, fascinado con la parrilla de un restaurante de Gipuzkoa: «No hay nada más vasco que una buena chuleta»

Cenando con Pablo Pablo Cabezali, fascinado con la parrilla de un restaurante de Gipuzkoa: «No hay nada más vasco que una buena chuleta»

Uno de los platos que más impresionaron al autor de Cenando con Pablo fueron los hongos a la parrilla, que describió como un manjar celestial: «Este plato es Jesucristo. Qué barbaridad de plato»

L. G.

Martes, 31 de diciembre 2024

El conocido crítico gastronómico y creador del canal Cenando con Pablo, Pablo Cabezali, ha visitado el restaurante Ana Mari, un asador ubicado en Irun, para ofrecer una reseña detallada de su experiencia. Viajó desde Madrid expresamente para disfrutar de este rincón de la cocina vasca, recorriendo casi 500 kilómetros, y sus palabras no dejan indiferente a nadie.

«De verdad lo digo, está muy pero que muy guapo el restaurante al que he venido a posta desde Madrid», comenta Cabezali al inicio de su experiencia. Según el crítico, el restaurante destaca por su espectacular parrilla situada en plena sala, donde preparan tanto pescado como carne. «No hay nada más vasco que una buena chuleta», afirma.

Uno de los platos que más impresionaron a Pablo fueron los hongos a la parrilla, que describió como un manjar celestial: «Este plato es Jesucristo. Qué barbaridad de plato», exclamó entusiasmado.

Otro momento destacado fue el rape, preparado con una sencillez que permite al producto brillar. «Madre mía cómo manejan el pescado», afirma, añadiendo que el pescado, acompañado de una cama de patatas y mejillas, estaba «rico rico».

Por supuesto, la chuleta no podía faltar en su menú. Aunque comentó que para su gusto personal habría estado mejor con un punto de cocción más bajo, destacó su calidad y la autenticidad del sabor: «La chuleta, de verdad os lo digo, es como el sitio, muy vasca».

«Qué suavidad a la hora de comer los pimientos»

Las guarniciones también obtuvieron su cuota de elogios. Los pimientos del piquillo fueron descritos como «tan ricos, se te deshacen, pero no son dulces». «Qué suavidad a la hora de comerlos. Parece como si tienen jugo por dentro», explicó.

El crítico cerró su experiencia con una degustación de postres variados. Entre ellos, la pera en almíbar, que aunque no le pareció hecha con las mejores peras, sí cumplió con el estándar del restaurante. Además, el helado y la grata de queso lograron una buena impresión, destacando el helado por su textura elegante y la grata por su sabor intenso a queso.

Aunque no todos los postres estuvieron a la altura de sus expectativas —«sabe demasiado a mango el helado, yo ni lo toco»—, el balance final de su experiencia fue positivo.

Con un coste de 134,70 euros por su comida, Pablo Cabezali considera que el restaurante Ana Mari es ideal para disfrutar en compañía: «Un sitio que para venir con amigos, familia o tu pareja y estar aquí tranquilo, lo veo muy acertado». Su combinación de cocina auténtica vasca, un entorno cuidado y un enfoque en la calidad de los productos lo convierten en una parada imprescindible en Irun.

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