Esther Aristieta con la bandera de Irun en su aventura por el ártico en Pyramiden, una antigua mina soviética abandonada.

Bidasoan

«Hicimos kayak en una bahía entre icebergs que parecían esculturas»

Esther Aristieta. Navegar, practicar kayak y trekking por el ártico

Sábado, 4 de octubre 2025, 21:00

Con 68 años, la irundarra Esther Aristieta ha recibido «un regalo inesperado». Ha formado parte del Desafío Santalucía Seniors, un proyecto que busca promover la ... longevidad positiva y demostrar que la edad no marca los límites. Durante 15 días ha recorrido el ártico navegando en aguas gélidas, practicando kayak entre icebergs y caminando sobre glaciares. El lema de la Semana de las Personas Mayores es 'Mayores en activo' y ella reconoce que el deporte siempre ha formado siempre parte de su vida. Con estudios de psicología, su vida laboral pasó por el Bar Erreka de la Calle Mayor que muchos recordarán, Sartu y Lanbide. Esther demuestra que la edad por sí misma no define las capacidades de una persona.

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–¡Menuda aventura!

–Regalazo de la vida, pero todo, desde el proyecto en sí con el mensaje, que nunca me había parado en pensar mucho lo que significa el envejecimiento, la aventura, el viaje, el ártico...

VIAJE«También me quedo de forma especial con las dos veces que hemos caminado sobre un glaciar»EXPERIENCIA«Un día vimos un montón de belugas y otro nos cruzó un zorro ártico, pero no hemos visto osos»

–Siempre haciendo deporte.

–Diría que soy una persona con una vida activa. No soy una mujer con unas condiciones excepcionales para el deporte, no he practicado deportes de equipo, nunca me ha preocupado ir bajando mis marcas cuando corría... A mí me ha gustado siempre coger la bici y salir. El deporte me gusta mucho, hago tenis, piragua, bicicleta, monte y si hay que probar algo nuevo, se prueba. No podría vivir sin una vida activa. Físicamente y anímicamente, yo necesito hacer deporte. Bueno, creo que todo el mundo lo necesita. Ayuda a llevar un equilibro físico y mental. Yo animo a moverse porque los beneficios se notan enseguida.

–¿Cómo fue el primer contacto con el Desafío?

–Por redes sociales. Yo siempre digo que el algoritmo te busca. Me encontré con un anuncio muy bien hecho de Santa Lucía. Buqué más información, vi las fotos del año pasado, que fue el primero, en Perú. Y me apunté con un formulario. Fresh Exploding que es la empresa que lo organiza, lleva muchos años haciendo el Reto Pelayo que es lo mismo, pero con mujeres que han padecido cáncer. Van en octubre a Costa Rica. Y a partir del Reto Pelayo pensaron en la longevidad e hicieron esto.

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–¿Sabías el destino?

–Creo que no, pero no me acuerdo muy bien. Lo que sí recuerdo es que cuando vi lo de navegación, al principio no lo pasé al consciente. Pensaba que no me iban a llamar. Pero me llamaron y tras pasar la entrevista enseguida me dijeron que iba a la prueba de Denia. Todo fue muy rápido. Ahí ya empecé a preguntarme dónde me estaba metiendo. Empecé a mirar y había mucha navegación y yo siempre había dicho: a mí del mar me gusta la costa. Pero bueno, fui a Denia, no me mareé, lo pasé muy bien, una vez que te quitas los miedos navegar es una sensación espectacular.

–Y a la aventura.

–El Ártico tiene una magia increíble. Era de día, la luz, lo salvaje, extremo, deshabitado, árido...

–El gran hito de la expedición llegó al cruzar el Paralelo 80 Norte, una latitud a la que muy pocos han accedido. ¿Con qué momento te quedas?

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–Me tomaba el pelo un amigo, que dice que hablo de momentazos. Es que son muchos. Me quedo con el primer kayak que hicimos, que fue en una bahía espectacular. Era tarde, pero claro, no eres consciente de la hora, por la luz. Como vas pendiente de las condiciones meteorológicas, cuando cuadraba lo hacías. Bajamos a la bahía muy tarde. Íbamos haciendo kayak y trekking durante el viaje como entrenamiento para la prueba final. La bahía tenía un glaciar azul y verde al fondo, espectacular, con el hielo suelto, ibas navegando como entre esculturas de iceberg. Siempre me había imaginado ese momento como el mejor y en silencio total. Pero no, hay silencio, pero el glaciar cruje de vez en cuando. No hemos visto hielo caer, pero...

–Los glaciares hablan...

–Sí, y luego el hielo tiene oxígeno, entonces eso también se oye, como plip, plip...Bueno y también me quedo con el día del trekking, las dos veces que hemos caminado en glaciar. Un día vimos un montón de belugas, otro día nos cruzó un zorro ártico, que la guía lloraba de emoción porque nunca había visto uno. No hemos visto osos.

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–Afortunadamente...

–Vimos huellas, nos dijeron que de hacía una semana o menos. Una grande y otra pequeñita al lado. Primero bajaban dos hombres armados, subían a alguna loma y si lo veían seguro, venían a buscarnos y bajábamos.

–Se habrá creado un clima de compañerismo...

–La convivencia ha sido alucinante. Todo el equipo, el director del documental y el cámara, que por cierto, el 5 de marzo se estrenará el documental, los dos guías, un sueco y una chica suiza, el capitán y el segundo capitán que era el cocinero, el diseñador del proyecto y luego, los cinco compañeros: Amelia de Sevilla, aunque es de Albacete, que estaba de reserva, pero uno de los hombres no pasó la prueba de esfuerzo y la llamaron. A él le operaron, dicen que le han salvado la vida y los demás, Merche de Valencia, Jesús de Madrid y Bernardo de Palencia aunque vive en Madrid.

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–¿Y la comunicación con casa?

–Los móviles los tuvimos que dejar en Madrid. Si salía alguna noticia importante nos dejaban ver un poco. Pero ha sido una burbuja atemporal estupenda.

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