Juan Mari Vidal
Presidente de la Organización Internacional de Kenpo Kai
«Quiero que vean en mí a un guía con principios, no al gran maestro»Primer occidental en ocupar este puesto, este pasaitarra imparte este arte marcial japonés en distintas escuelas
Se nota cierto orgullo entre los discípulos del Shihan, el maestro, Juan Mari Vidal (Pasaia 1965) en el sencillo gimnasio que montan cada sábado en la Escuela Profesional de Elizondo. Y ese orgullo seguro que se siente también en las otras localidades donde imparte clases. No es para menos. En agosto, en Japón, fue nombrado nuevo presidente de la organización internacional de Kenpo kai y es el primer occidental que ostenta este cargo. El Kenpo Kai es un arte marcial tradicional japonés. Han pasado 50 años desde que él mismo comenzó a practicar.
Publicidad
– Menudo orgullo.
– Ha sido mucho sacrificio haber llegado hasta aquí, pero sí, es un orgullo. También sé que esto significa un paso más en trabajo...
– ¿Cómo comenzó todo?
– De niño. Me gustaba el judo y las artes marciales. Entrenábamos con 7 años, en Pasaia. Había poco donde elegir: judo, karate y boxeo. Tuve la suerte de que un japonés que era antropólogo, vino a Pasaia. Para nosotros en aquella época todo oriental era Bruce Lee (ríe). Tuvimos la suerte de que esa persona sí que sabía algo y como fuimos muy pelmas, nos empezó a enseñar. Lo que comenzó como una broma se convirtió en algo más serio, hasta el punto de que me quedé de ayudante.
– Enseñaba Kenpo Kai...
– Eso es. A partir de ahí, aunque he probado otras artes marciales, el Kenpo Kai era algo que hacía siempre. Cuando él se marchó a estudiar a Brasil yo me quedé aquí de responsable de Kenpo Kai.Ahí fue cuando me puse en contacto con Japón y pasé a depender de ellos en mi aprendizaje y desarrollo.
– ¿Y como profesor?
– Primero no teníamos gimnasio, lo hacíamos en una escampada. Después, en un garaje y luego ya conseguimos gimnasios. De hecho el gimnasio Gokio en Donostia, ahora cerrado, fue uno de los primeros. También en el Colegio Santa María y después nos fuimos expandiendo. Tanto que en el año 1985 teníamos 800 practicantes solo en Gipuzkoa. Fue una época donde las artes marciales atraían mucho.
Para nosotros todo oriental era Bruce Lee. Vino un japonés a Pasaia y fue mi maestro»
– ¿Por qué ese boom?
– Quizá fue el tema de Bruce Lee, de las películas de artes marciales, no lo sé.
– ¿Ahora dónde hay escuelas?
– En Legazpi, Getaria, Andoain, Irun, Oiartzun, Errenteria, en Donostia hay un grupo también, en Anoeta había, son niños, estamos a ver si lo mantenemos, en Bera, en Doneztebe y aquí, en Elizondo, dos; estamos intentando conseguir que no se pierda la de Urdazubi y en Pamplona estamos en proyecto.
Publicidad
– ¿Qué diría aquel primer profesor?
– Siempre le estaré muy agradecido, siempre será mi maestro. Es una pena que no pueda verme, porque falleció en un accidente en Basilea.
– ¿Cómo ha sido poder entrar en ese círculo en Japón a tan algo nivel?
– Fue gracias a mi primer profesor, que escribió la carta oficial para introducirme como alumno del que era Söke (guardián de la escuela) en aquel momento, Kazuo Ishizaka y eso me abrió todas las puertas. Después cuando estuve en Japón tuve que demostrar que era merecedor de esa consideración. Han sido años de entrenamiento duro y sin la tecnología de ahora... Si quería cualquier comunicación era por carta y había que esperar igual un mes hasta que tenías la respuesta. Los viajes a Japón ahora puedes encontrarlos por 300 a 600 euros en temporada baja. En aquella época era casi medio millón de las antiguas pesetas. Igual llegaba un profesor 3er DAN a Madrid o París y te cogías la mochila y te ibas en autobús,dormías en un tatami en un gimnasio y te ibas a aprender. Era muy duro, aunque lo recuerdes como algo bonito.
Publicidad
– La confianza se ganó poco a poco.
– Los japoneses son muy amables, pero muy condescendientes porque. Se consideran superiores. Por ejemplo, cuando fui en 1990 al campeonato del mundo, contra un estadounidense, me iba a examinar del 5º DAN, que ya es grado de Sihan. Iba a entrenar con respeto, con cuidado, y me metían unas palizas... Mi japonés no era muy bueno, pero entendía que decían: a ver si este aprende... Así que cambié, en combate arreé y dejé a dos KO y cambió la actitud. Fue el inicio de todo este reconocimiento. Cuando quedé campeón del mundo me vinieron a felicitar de una manera..., era como reconocerle a un occidental que tenía maestría en las artes marciales.
– Te acercaste con respeto.
– Y eso me abrió muchas puertas: estar entrenando allí, dar cursos... hasta que ha llegado el momento en que mi prestigio ha sido lo suficiente recocido como para proponerme presidir. Ese reconocimiento es la parte que más te satisface. Me siento orgulloso, pienso que algo he hecho bien.
Publicidad
– Y los alumnos qué dicen
– Les noto orgullosos, pero quiero que vean en mí a un guía con principios, de forma seria, no al presidente ni al gran maestro, sino a la persona que busca su progreso.
– ¿Qué te atrapó del Kenpo Kai?
– Tiene golpes, luxaciones, pelea en el suelo, de pie, manejo de armas, respiración, sistema de bienestar, tiene todo eso. Primero lo conocí, me gustó, me pude adaptar a él y a mí me llena. Lo veo muy positivo para todo el mundo y también para mí, porque me desarolla como persona.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión