Tecla a tecla con los profesionales
La eibarresa Koro Alonso es la pianista solista en el programa 'Mosaico de sonidos', con la Orquesta Sinfónica de Euskadi
FÉLIX MORQUECHO
Viernes, 3 de febrero 2017, 00:20
El ser humano es maravilloso, hay más de 7.000 millones de personas en el mundo y no hay dos iguales. Cada una de ellas tiene un aspecto, unos gustos y una capacidad diferente, una mayor facilidad para unas cosas y dificultades para otras. Una afición que le viene de serie a la eibarresa Koro Alonso es la música. La ha escuchado desde niña, ha aprendido a tocar el piano de oído y en estos días ha compartido escenario con los músicos profesionales de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. El síndrome que le resta facilidad para otras cosas no le impide sentarse ante el piano y hacer brotar la música de su teclas, ni siquiera en grandes escenarios.
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Koro Alonso es una de las 19 personas con distintos grados de discapacidad que participan en el programa 'Mosaico de sonidos', unos conciertos en los que se han integrado en la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dentro de una actuación que se abre con un concierto para piano y orquesta de Beethoven y se cierra con una obra de Tchaikovsky, este grupo entra para tocar 'La flor más grande del mundo', una obra escrita por Emilio Aragón que supone un proyecto de integración en la música para personas con discapacidad. A lo largo de un año han celebrado ensayos conjuntos que han llevado a los participantes a conocer el ritmo y formar parte de la orquesta. Después de dos conciertos en el Kursaal donostiarra, ayer se presentaban en el Principal de Vitoria, y aún queda una actuación más, dentro de los 'Conciertos en familia' de la OSE, mañana en el Kursaal.
«Esto es un regalazo», confiesa su profesora de piano Isabel Laspiur. Con ella empezó Koro a tocar a los seis años de edad. Por entonces la profesora había empezado a formarse en el método Suzuki, que trabaja la música a través del oído, sin partituras. «Le propuse probar porque siempre ha tenido buen oído. Fue un experimento» reconoce.
Edurne Santamaría es la madre de Koro y ella es quien comenzó a forjar esa afición. «A mí me encanta la música y desde que era un bebé ella ha oído música clásica. Yo creo que sí tendrá que ver» señala mientras la profesora asiente. Así no extraña que cuando comenzó a aprender a tocar el piano con la mano derecha, enseguida quisiera pasar a la izquierda. «Funcionó desde un principio» recuerdan.
A sus 22 años, Koro sigue acudiendo semanalmente a clase. «Ya ha cogido sus maneras y seguimos aprendiendo. Sí que grabamos lo que toca para escucharlo después» explica Laspiur, pero Koro tampoco pone pegas para ensayar en casa. Apenas se sienta ante el piano empieza a tocar, lo mismo Beethoven que una de Ken Zazpi. «Le gusta la música clásica y la moderna. Le encantan los conciertos, también los de la Banda de Música, y ahora también le van los grupos de zumba y ese tipo de música. ¡Ah, y la trikitixa!» señala Santamaría.
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Ritmo y emoción
La obra escrita por Emilio Aragón es un cuento musical en el que en un momento dado el protagonismo es para el piano de Koro y un violín. Isabel Laspiur explica que la pieza no tiene especial dificultad, «pero como ella entiende tan bien el ritmo lo toca perfecto». Un auditorio con más de un millar y medio de espectadores no le impone más que el cercano Coliseo, donde ya ha tocado en festivales de piano. Ella es la única de los 19 participantes que tiene formación musical. «Y la pieza es muy bonita, preciosa» coinciden.
El proyecto 'Mosaico de sonidos' es un ejercicio de integración social que busca ver las capacidades por encima de la discapacidad. «Ver el Kursaal lleno, con mucha gente que acude para escuchar un concierto de la OSE, y ver cómo se sorprenden es muy especial. Es algo que hace efecto en todos, en los participantes y en el público. Y también los músicos de la Orquesta se han implicado mucho». La música es emoción y ritmo, y los participantes en estos conciertos se han encargado de que ambos ingredientes estén bien abastecidos. Por eso las lágrimas en el graderío están siendo inevitables.
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La propuesta para participar en este programa llegó a través de Uliazpi, el centro de día al que acude Koro en Egogain. «Yo me quedé sorprendida por la posibilidad de que Koro pudiera tocar con una orquesta tan importante» recuerda la madre. Pero los ensayos comenzaron a dar sus frutos y el proyecto es ya una realidad que se acerca a su fin. Después de más de una década al piano son ahora muchos los que se acercan para aplaudir la noticia. «Mucha gente se ha sorprendido. Ahora me preguntan '¿pero Koro toca el piano?', hace un montón, ¡anda que no lo digo veces! Y es la mejor».
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