Mikel Lizarralde, makila en mano, sigue con atención la ezpata dantza. IÑAKI

Zumarraga

«El 2 de julio emociona la entrada en Eitza, alfombrada de hierba y flores»

Mikel Lizarralde se estrenó las pasadas fiestas de Santa Isabel como juez de paz

Marisol Fernández

Zumarraga.

Viernes, 7 de julio 2023, 20:51

Había vivido las fiestas de Santa Isabel desde dentro como miembro de Zumarragako Musika Banda, como director del coro parroquial y como zumarragarra, pero ... este año las ha experimentado como juez de paz. Mikel Lizarralde se estrenó en este cometido el pasado día 1 acompañando a las autoridades en su visita a la virgen en la ermita de Antigua y el día siguiente durante los actos de Santa Isabel. «Han sido días muy intensos», asegura.

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«El primer momento fue la visita a la Antigua el día 1 de julio. El primer paseíllo impone, aunque pude contener mi 'miedo' y mi emoción. A continuación, tuvimos el acto de la Salve y ahí el dilema. ¿Director del coro o juez? Pues yo siempre digo que fui cocinero antes que fraile, y dejando el bastón de mando en el sitial del juez, corrí al coro para dirigir una vez más la Salve de Eslava. Otra carrerita de vuelta a mi sitio, una vez acabado, y la ceremonia concluyó conmigo en el lugar correspondiente al juez de paz. El paseíllo de regreso al Ayuntamiento ya me resultó más cómodo», relata.

El día de Santa Isabel «fue también intenso, entre el madrugón, la incertidumbre del tiempo, el nuevo paseíllo de autoridades. La subida de la calle Piedad con el volteo de campanas, impone. Y la entrada en Eitza, alfombrada de hierba y flores, emociona, si le sumamos el vínculo que mi familia tiene con el barrio, después de tener abierta una carnicería durante 48 años. La abrió mi amama Dolores, y tanto mi tía Maritxu como mi ama, Rosarito, trabajaron allí y cultivaron grandes amistades con sus habitantes», recuerda.

«Luego ya vivir la ezpatadantza en primera fila, la procesión, la misa, el baile en el exterior y en el atzekalde de la ermita... todo es un suma y sigue. Tuve la oportunidad de acudir a la comida con el grupo de amigos de siempre y posteriormente, la bajada y la kaleko ezpatadantza... otro baño de emociones».

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«Al servicio de mis convecinos»

Mikel Lizarralde es juez de paz de Zumarraga desde el 21 de junio, pero fue el jueves cuando se procedió a la firma y recepción de las credenciales en el Juzgado de Bergara. Lizarralde, de 53 años, sustituye a José Angel Igarzabal que ha ocupado el cargo durante más de medio siglo. «Cuando se anunció la vacante que dejaba José Angel Igarzabal en su jubilación, gente cercana me animaba a que presentara mi candidatura. Yo tampoco me he negado en redondo. Siempre he pensado que sería la mejor forma de poder estar al servicio de todos mis convecinos, sin necesidad de implicar ideas políticas (tengo claro que no me presentaría como candidato a alcalde) ni credos (como miembro de la comunidad parroquial, ya tengo esa faceta más que cubierta). Y ahi presenté mi curriculum y el Ayuntamiento en pleno y por unanimidad aprobó mi propuesta, algo que considero un gran honor, pues da a conocer más o menos la opinión que les causo».

Entre las funciones del juez de paz están «la celebración de matrimonios, actos de conciliación y la firma de notificaciones de actos civiles o penales en los que se impliquen los vecinos de Zumarraga. El Registro Civil, una de las competencias que hasta ahora tenían los jueces de paz, se lleva desde el Juzgado de Primera Instancia de Bergara, por tanto, tenemos menos cometidos. Ah, y para los más morbosillos, tampoco tenemos que realizar levantamientos de cadáveres en principio», indica.

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El nuevo juez de paz ofició ayer su primera boda. «En el capítulo bodas, soy casi máster en bodas religiosas, pues he tocado el órgano o cantado en infinidad de ellas. Pero en civiles, no tanto. Fue «muy básica, porque todavía no tengo mucha información, pero espero que los contrayentes lo sepan disculpar. Además, el novio y yo fuimos compañeros de colegio, así que seguro que lo comprende».

Agradecimientos

Por último. «no puedo más que agradecer el apoyo y las facilidades que me están dando tanto mi familia, como el personal del Juzgado de Paz, los componentes de la corporación, mis vecinos y amigos. Son tantas y tantas las felicitaciones que he recibido desde marzo, que estoy todavía un poco abrumado. Estoy seguro de que no voy a igualar la marca de José Angel Igarzabal, no me veo en el cargo después de 50 años. Pero deseo no defraudar las expectativas de la gente y estar a la altura del honor que se me ha concedido con este nombramiento».

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