Iturriotz, cada vez más triste y solitaria

En septiembre echó la persiana la histórica tienda de electricidad José Aranzabal, poniendo fin a una trayectoria de nada menos que 74 años. Este martes 22 la última titular de la farmacia sita en el número 17 de Iturriotz abandonaba su más que centenaria ubicación para mudarse a la calle Kontzezino, 12.

Iturriotz pierde así un establecimiento de farmacia que permanecía en ese local de la calle Iturriotz desde antes de que José María Morales se hiciera cargo del mismo en torno a 1920.

Una lista de cierres que se hará extensiva el 31 de diciembre a otro establecimiento histórico: electricidad EYA. Y en febrero, con la clausura del comercio de ropa Gili Gili, señero desde hace más de 40 años por la modernidad de su modelos.

Manoli Bengoetxea, ondarroarra que junto con su marido abrió esta tienda en los primeros años 1980, se jubila cumplidos los 78 años. «Pero la tienda podría haber continuado perfectamente abierta porque tenemos ropa diferente y el negocio funciona», aseguraba.

Manoli explicaba que en los últimos años había recibido dos ofertas de sendas personas «interesadas en comprarnos la tienda». Pero ninguna de las operaciones prosperó. Las «absurdas exigencias» de la normativa urbanística «frustraron ambas tentativas» se lamentaba Bengoetxea.

El controvertido Plan Especial de Rehabilitación (PER) del Casco Histórico vuelve a ser blanco de las más acerbas críticas de los comerciantes.

Según Bengoetxea, el PER exigía a las potenciales compradoras de su tienda «rehacerla prácticamente al completo, con una fachada nueva, elevando la altura del local hasta los 3 metros, con la pérdida del almacén de entreplanta...». En opinión de Manoli Bengoetxea «exigencias que condenan a muchos comercios a no poder abrir».

Una crítica que corroboraba Amaia Aranzabal, de la ya desaparecida tienda de electricidad fundada por su padre. «El Ayuntamiento no es una china, es una cantera en el zapato. No puede ser que en lugar de ayudar y apoyar al pequeño comercio local, se dedique a poner obstáculos», máxime «cuando el sector está que no levanta cabeza desde la crisis de 2009».

El declive comercial de Iturriotz ilustra la decadencia general de un pequeño comercio arrasatearra ya de por sí en situación delicada a causa de la desfavorable coyuntura económica, el cambio de hábitos de consumo derivados del comercio electrónico y por la falta de relevo generacional para un sector cada vez más envejecido.

Han sido las jubilaciones de sus titulares las que han sentenciado a las tiendas de Aranzabal y Gili Gili. En el caso de EYA, sus titulares no contemplaban el cierre, pero «circunstancias familiares» han precipitado una decisión tomada con «enorme pena. No sé si seré capaz de contener las lágrimas cuando eche la persiana el 31 de diciembre». Josune Etxagibel pondrá así punto final al negocio que su padre Pedro y su socio Martín Arana fundaron en 1957, y que desde 1966 se enclavaba en Iturriotz, 21.

Pero esta calle, antaño rebosante de vida comercial, va adquiriendo un aspecto «triste y desangelado» a medida que el pequeño comercio se extingue. Y la lista decrecerá en los próximos años. En 5-10, nadie duda de que esta calle será comercialmente un páramo.

El traslado de la emblemática oficina de Iturriotz de Caja Laboral a Garibai, en 2018, fue en opinión de varios comerciantes de esta calle un punto de inflexión en este declive. Juan Carlos, del bar Itzala, añadía el traslado de la notaría, de las oficinas municipales... como factores que han contribuido a que el tránsito de gente por Iturriotz se haya reducido sensiblemente. «Cada vez anda menos gente y cada vez hay menos comercio». Un círculo vicioso que no augura un futuro muy prometedor a una calle tan céntrica como Iturriotz.