Arlaban, territorio de salteadores
Un viajero inglés cuenta que pagó el 'tributo preestablecido' y que los salteadores se despidieron de ellos «con cumplidas cortesías»
Un viajero inglés que hace justamente 200 años cruzó estas tierras dejó un curioso y amable testimonio sobre los bandoleros y atracadores que en tiempos ... salteaban los caminos en la agreste muga entre Gipuzkoa y Araba por el puerto de Arlaban. Michael J. Quin (1796-1843) había partido de Londres el 29 de octubre de 1822. El 15 de noviembre entraba en Gipuzkoa desde Baiona a bordo de una diligencia tirada por 7 mulas que él y otros cuatro pasajeros alquilaron para viajar hasta Madrid, a donde arribaron 9 días después, el 24 de noviembre.
'A visit to Spain', relato de aquel viaje que terminaría en Sevilla y que se publicó en 1824, le granjeó a Quin una notable fama, y le impulsó a repetir la experiencia en largos viajes por otros lugares de Europa.
El libro, traducido por el profesor Julio César Santoyo en 1973, cuenta que tras Irun y Tolosa, la tercera escala de aquel viaje tuvo lugar en Mondragón, y la diligencia que transportaba a Quin llegaba el domingo 17 de noviembre de 1822.
Un año antes, el pronunciamiento del teniente coronel Riego había obligado al rey absoluto Fernando VII a restablecer la Constitución de Cádiz de 1812, y el enfrentamiento entre liberales y realistas presagiaba las guerras civiles carlistas por venir.
Michael J. Quin pernoctó en Mondragón el 18 de noviembre de 1822 y de camino a Vitoria fueron asaltados en Arlaban
«Al descender de la diligencia y pasar a la posada, la encontramos llena de soldados de la Constitución que acababan de librar unas escaramuzas con una partida de 'facciosos' a siete leguas de allí. Estaban muy alegres. Toda su ocupación en ese momento consistía en contarse mutuamente con un aire juvenil de triunfo y entre canciones de victoria el desarrollo de la batida. A veces unían varios sus voces en coro y el resultado no era del todo desagradable» escribió Quin.
Este joven abogado había renunciado a una prometedora carrera profesional para embarcarse, a la edad de 26 años, en una vida de aventuras viajando como periodista y escritor. Su primer viaje, el que le trajo por aquí, proseguía el lunes 18 rumbo a Vitoria.
«Partimos de Mondragón –escribió Quin– a las cuatro de la mañana. La carretera siguió ascendiendo por la elevada ladera de una montaña. Precisamente entre este lugar y Salinas es donde los ladrones exigen del viajero sus 'impuestos'. Tres o más de estos salteadores de caminos rodean el vehículo en el que van sentados los pasajeros; uno de ellos saca una pistola, otro un trabuco, y muy educadamente le informan a uno que podrá seguir adelante sin ningún tropiezo si se les entrega el dinero; pero que si no se accede a sus peticiones, vale más prepararse para el viaje al otro mundo. Sin embargo, después de una breve conversación que siempre parecen dispuestos a entablar, suavizan su petición inicial y la reducen hasta un tributo preestablecido de dos coronas por persona, con lo cual se conforman. Desean a los viajeros un buen viaje, y se despiden de ellos con cumplidas cortesías».
Joaquín de Iturbe 'Santua'
Uno de los bandoleros más famosos de la época fue el elgetarra Joaquín de Iturbe 'Santu'. Este salteador de caminos también hizo de las suyas en Arlaban, y en otros puntos, y «no mató ni hirió a nadie, aunque siempre llevase escopeta y una de las veces esgrimiese un sable», en palabras del historiador guipuzcoano Fausto Arocena (1896-1980). Algo que no se podía afirmar de otro malhechor coetáneo y además de Arrasate para más señas.
El elgetarra Joaquín 'Santua' fue un famoso salteador de caminos que actuó en esta zona pero «no mató ni hirió a nadie»
Manuel de Sabarte 'el albañil de Mondragón', era «un temido malhechor a quien se le imputaban varios asaltos y hasta un asesinato» al parecer cometido en Zigoitia (Araba).
«El 16 de abril de 1800, Sabarte 'el albañil', el miquelete renegado irundarra Juan José Ibargoyen 'Guiñi' y otros más, intentaron asaltar el Real Colegio de Loyola, pero fueron descubiertos antes de hacerlo y tuvieron que huir», como señala Ignacio Perurena Borobia en sus 'Apuntes para el estudio del bandolerismo en Guipúzcoa' (1795-1808)
Pero volviendo al elgetarra 'Santua', entre las fechorías que se le atribuyen hay al menos tres asaltos cometidos en el estratégico puerto de Arlaban.
El primero se produjo el 10 de enero de 1797 y la víctima fue Juana de Sarabiarte. 'Santua' y sus compinches Matías de Elizondo y Martín Basterrika atracaron a esta mujer que «cruzaba en dirección a Escoriaza, donde debía reunirse con su cuñado y entregarle tres paquetes llenos de dinero que le había dado su hermana», detalla Perurena.
Manuel de Sabarte 'el albañil de Mondragón', era «un temido malhechor al que le imputaban varios asaltos y un asesinato»
Poco después y «viéndose acorralado por la justicia guipuzcoana», ponía tierra de por medio. Se fue a La Coruña, donde al cabo de 4 meses se alistó en una cañonera corsaria francesa. Apresados por los ingleses, fueron «echados a Vigo».
Regresó a La Coruña y volvió a embarcar en otra nave corsaria francesa, que de nuevo resultó apresada por los británicos, y 'Santua' y sus compañeros acabaron encarcelados en Lisboa. A la salida de la prisión portuguesa, regresó a Ermua, donde ejercía el oficio de cortador de carnes.
A su regreso, 'Santua' formó cuadrilla con Diego de Urrutia 'Confite', Pedro Mariano de Ayuria Egiarte 'Caputxa' y Pedro de Orbea 'Aitatxu', también llamado 'Catarro'. Y no tardó en volver a las andadas.
Tras asaltar a unos arrieros en las inmediaciones de Urkiola, en marzo de 1798, el 9 de abril le llegaba el turno al cortador de carnes de Eskoriatza, «a quien roban una capa, un doblón de a ocho y su yegua. La víctima no tuvo ninguna dificultad en reconocer a 'Santu' entre los bandidos» señala Perurena.
Y de nuevo en el Alto de Arlaban, en enero de 1799, «cerca ya de Uribarri-Gamboa, se les presentaron 'Santu' y sus compañeros y les robaron cosa de 100 ducados a cada uno que, según cuentan, se quedó en su totalidad 'Santu' sin repartirlo con sus compañeros».
Condenado a diez años de prisión en las Filipinas
Entre asalto y asalto, Iturbe vivía refugiado en los montes de los alrededores de Ermua. Como a veces bajaba al pueblo a coger comida en la casa de su hermana Tomasa, no es de extrañar que muchos de los vecinos declarasen haber visto a 'Santua' pasearse por Ermua, montado orgulloso en una yegua.
Pero el 5 de mayo de 1799, 'Santua' y sus compañeros eran detenidos mientras comían en una tejería del barrio de Eizaga en Zaldibar. Fue encarcelado en Mutriku, donde tenía causas pendientes, pero se fugó el 22 de agosto. Apresado nuevamente en el barrio de Areitio de Mallabia el 23 de septiembre, esta vez fue encarcelado en los calabozos del castillo de la Mota de San Sebastián.
Tenía 'Santua', cuando llegó a la Mota, 47 años. Según cuenta, estaba algo enfermo y su causa se abría una y otra vez a medida que se iban conociendo los nuevos crímenes del bandido. En Mutriku, Antonio Xabier Ajarrista pedía la pena de muerte; en Léniz, donde se le procesaba por el robo a Juana Saribiarte, se pedían ocho años de prisión en Ceuta. Al final en 1803 le condenaron a diez años de encierro en un presidio de las islas Filipinas avisándole, además, que como volviese a huir sería condenado a muerte. Pero no hay constancia de que 'Santua' fuera nunca embarcado con destino a Filipinas, y a falta de constancia documental relativa a su caso, existe la presunción de que murió encerrado en la Mota.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión