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El Vaticano disuelve una orden de religiosas de Bergara por indisciplina

Llegaron al convento de las clarisas tras ser invitadas por el obispo Munilla y seguirán de «forma temporal» en el monasterio

JUANMA VELASCO

Domingo, 10 de febrero 2013, 14:05

San Sebastián. De la noche a la mañana han pasado de ser religiosas a convertirse en fieles seglares. Ya no llevan hábitos. Eso sí, siguen viviendo intramuros, en el convento que hasta octubre ocupaban las clarisas en Bergara. Son 19 jóvenes de una media de 25 años de edad que formaban parte de las Hermanas de San Juan y Santo Domingo, una asociación de religiosas que acaba de ser disuelta por el Vaticano tras haber cometido «una grave lesión de la disciplina eclesiástica», según consta en un decreto firmado por el propio secretario de Estado vaticano Tarsicio Bertone. Como ellas, otras cerca de 150 ya exreligiosas se encuentran en una situación similar en diversas comunidades repartidas por todo el mundo.

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En el caso de Bergara, las jóvenes, de diferentes nacionalidades, permanecerán «de forma temporal» en el convento de las clarisas. Fuentes consultadas aseguran que existe «un acuerdo» entre las dos órdenes y que, en principio, sigue en pie hasta que «hablen entre ellas». El Obispado de San Sebastián tampoco tomará ninguna decisión que suponga su desalojo y ha mostrado su intención de «acompañar a estas jóvenes en su actual situación, para ayudarles a discernir sus futuros pasos». No en vano, fue el propio obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, el que invitó a las religiosas a instalarse en Bergara, tras la jubilación de las clarisas.

De momento, las 19 jóvenes que ocupan el convento bergarés desde noviembre del año pasado han acatado la orden vaticana y, como signo de obediencia al decreto recibido, han decidido quitarse el hábito que hasta ahora llevaban y asisten a la eucaristía de la parroquia como «unos fieles más». Eso sí, en ellas «se mantiene firme su vocación religiosa», según fuentes consultadas, que aseguran que ninguna «había realizado sus votos perpetuos».

Pero, ¿qué ha ocurrido para que el Vaticano decida disolver una orden? La historia de las Hermanas de San Juan y Santo Domingo es breve, pero está cargada de acontecimientos. De hecho, apenas ha durado un año de existencia.

Su creación forma parte de una escisión de otra orden religiosa mayor, la de las Hermanas Contemplativas de San Juan. Se trata de una congregación femenina creada en 1982, en el seno de los Hermanos de San Juan, una comunidad fundada en 1975 por el filósofo dominico Marie-Dominique Philippe en Lérins (Francia). Las Hermanas Contemplativas, una orden de carácter contemplativo, cuentan con comunidades en los cinco continentes, si bien no están presentes en España.

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Los problemas que acabaron en escisión comenzaron en 2009 en el seno de esta congregación. Según fuentes consultadas, fuertes disensiones internas desde 2009 motivaron que la Santa Sede interviniera la orden. La comunidad estaba dividida en dos facciones.

Pero la llama que prendió la separación llegó a comienzos de 2012, después de que Benedicto XVI nombrara a Henri Brincard como delegado para tratar de poner orden en la congregación. El modo de actuar del comisario pontificio provocó que un nutrido grupo de hermanas enviaran en febrero al Vaticano una queja. Las hermanas que no comulgaban con el modo de gobierno de Brincard, alrededor de 160 religiosas, decidieron abandonar la orden y emprender un camino por su cuenta, con el objetivo de fundar una congregación. Según fuentes consultadas, se trata de jóvenes que todavía no habían realizado sus votos perpetuos en las contemplativas.

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De Córdoba a Bergara

A España llegaron a Córdoba, donde el obispo Demetrio Fernández González las acogió hasta tal punto que el 29 de junio de 2012 les dio aprobación jurídica canónica con la fórmula de Asociación Pública de Fieles, un primer paso para la creación de una nueva orden religiosa.

Ese mismo verano, el obispo de San Sebastián acudió a Córdoba para ofrecer unas conferencias y conoció a las religiosas, interesadas en formar comunidades. Teniendo en cuenta que las cinco clarisas que permanecían en Bergara, de una edad media de 80 años, iban a abandonar el convento, Munilla invitó a las religiosas de San Juan y Santo Domingo a venir a Bergara. Según fuentes consultadas, «su incorporación fue sencilla, dado que las clarisas cedieron generosamente de forma temporal su monasterio para ser utilizado por la nueva asociación».

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Llegaron en noviembre, y en diciembre el propio Munilla presidió la misa de bienvenida. Pero su futuro en Bergara es incierto. Un decreto fechado en el vaticano el 10 de enero y firmado por el cardenal Bertone suprime «con efecto inmediato» la asociación de las Hermanas de San Juan y Santo Domingo «debido a que ha cometido una grave lesión de la disciplina eclesiástica». Además, les impide reconstituirse bajo ninguna otra forma, con lo que corta su intención de crear una nueva congregación.

Tras conocer el decreto, las ya exreligiosas «se han quitado el hábito religioso como signo de obediencia» y han abierto un periodo de reflexión sobre el lugar y el carisma en el que pudieran llevar adelante su vocación religiosa, que se mantiene firme», según fuentes consultadas. De momento seguirán en el monasterio de Bergara a la espera de la decisión de las clarisas, propietarias del convento.

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