Ignatiev y Ryabkin, dos volcanes
Golpe de mano de los rusos en Erlaiz que acabaron ganando la prueba. Arturo Mora, Pedro Merino e Ion Izagirre no pudieron con el Lokomotiv
BENITO URRABURU
Domingo, 10 de mayo 2009, 04:16
DV. El apellido le delata, lo que no impide el hablar de sorpresa en la última etapa de la Vuelta al Bidasoa, en la que la general dio un vuelco espectacular, con dos volcanes rusos en erupción: Dimitry Ignatiev y Alexander Ryabkin.
Decíamos que el apellido Ignatiev en el mundo del ciclismo parece toda una garantía para triunfar, aunque Dimitry no tenga nada que ver con Mikhail Ignatiev, la última maravilla rusa en el campo aficionado que no ha terminado por explotar en el mundo profesional.
La ascensión a Erlaiz decidió la prueba, pero no de la forma que esperábamos, o no al menos por lo que se había visto en las etapas anteriores tras la explosión rusa en Hendaia. Han sido pacientes, han esperado su momento y han ocupado los dos primeros lugares de la general.
La escuela de San Petersburgo continúa dando frutos, al menos en esta categoría. Ignatiev, que tiene 20 años, cumple su tercera campaña en el campo aficionado y la de ayer es su primera victoria en la presente temporada. Su equipo suma hasta el momento siete triunfos.
Se complicó la carrera
Llama la atención la facilidad que tienen estos deportistas para adaptarse al medio. No hablan castellano, ni inglés, pero en la carretera manejan el idioma del triunfo, utilizando un rodillo que llama poderosamente la atención.
La carrera comenzó a decidirse en Aritxulegi, donde el italiano Benedeti, enfermo, desapareció. En Agiña todo el grupo de favoritos se mantuvo junto. El andaluz José Luis Cano saltó antes del alto y llegó a tener 1:15 de diferencia. No contaba para la general el corredor del Andalucía.
Erlaiz iba a decidir, convirtiéndose en una caja de sorpresas. Pedro Merino tenía que atacar para poder vencer. Y lo hizo. Cogió la compañia del abulense Rubén García (Caja Rural), el compañero ideal de viaje, que acabaría ganando la etapa.
Con lo que no se contaba es con la presencia de dos corredores rusos en el grupo de elegidos. Junto a Pedro Merino y Rubén García estaban Dimitry Ignatiev y Alexander Ryabkin, junto al italiano Patrick Facchini y Mikel Landa.
Detrás de ellos, el líder, Arturo Mora, junto a su compañero Higinio Fernández, Ion Izagirre, Michael Torckler (Azysa), Nicolás Capdepuy (Sud Gasgogne), Adrián Legasa (Bidelan) y otro ruso, Sugey Chermetskiy se quedaron ante un imposible.
La situación parecía ideal para Pedro Merino, al que le bastaba aguantar con ese grupo para poder ganar la prueba. Merino no pudo con los ataques de los rusos en los repechos y acabó quedándose, junto al italiano Facchini. La carrera iba cambiando de signo según se consumían los kilómetros de bajada.
Arturo Mora y su compañero Higinio Fernández trabajaron, lo mismo que Ion Izagirre, que el neozelandés Torckler y que Pedro Merino para amortiguar los segundos de perdida. Eran ritmos distintos los que se veían en la bajada de Erlaiz. Los segundos oscilaban. La carrera se les iba escapando a Arturo Mora y a Pedro Merino. La estaban ganando los rusos.
Rubén García y Dimitry Ignatiev se quedaron solos. Tenían objetivos distintos. El abulense del Caja Rural buscaba la etapa; Ignatiev, la general. Los dos consiguieron sus objetivos. Se impuso la fortaleza de los rusos, que acabaron la prueba como la comenzaron el primer día, atacando en bloque. Han estado agazapados durante dos días a la espera de dar el golpe definitivo. El mal momento que pasó Pedro Merino les facilitó las cosas, es cierto, pero también es verdad que jugaron con el factor sorpresa y les salió todo bien.
Arriesgaron y se encontraron con que su apuesta salía de cara. Ni Arturo Mora, ni Pedro Merino aguantaron el tren en el que viajaban Ignatiev y Ryabkin, que fueron mejores.
Han manejado los hilos suficientes para ganar una carrera en la que daba la impresión que había otros corredores con más opciones. Ya se sabe que en ciclismo las impresiones se quedan en eso, en impresiones. Lo que cuenta es lo que se ve en la carretera. Ignatiev es el segundo ruso que gana la prueba. El primero fue Oleg Rodinov, en 2002.
En un deporte que pasa por una época turbulenta, lo mejor que se puede decir de la carrera es que hay un grupo de chavales muy interesantes, con futuro. El tiempo, y la fortuna, que van a necesitar, nos dirán donde pueden llegar muchos de ellos.