Vascos en el infierno de Bombay
El donostiarra Ion de la Riva, embajador de España en la India, vivió 24 horas frenéticas tras los atentados, de los que algunos vascos fueron testigos directos
MIGUEL VILLAMERIEL
Viernes, 28 de noviembre 2008, 02:41
DV. En este mundo globalizado, era inevitable que la cadena de atentados que azotó la noche del miércoles Bombay cogiese a unos cuantos vascos en la ciudad india. Ninguno ha resultado herido por los ataques terroristas, pero han sido testigos de un infierno que no olvidarán mientras vivan. Algunos se vieron inmersos en los tiroteos de los hoteles y otros tuvieron que esforzarse en las horas posteriores a los ataques para que ningún compatriota sufriera daños.
El donostiarra Ion de la Riva es el embajador de España en la India, por lo que ayer vivió las 24 horas más frenéticas de su carrera diplomática. Se encontraba cenando en la embajada de Nueva Delhi cuando se desencadenaron los atentados. En cuanto tuvo conocimiento de ellos, se puso en marcha la maquinaria diplomática que vela por que los españoles afectados sean atendidos o evacuados cuanto antes de una zona de conflicto.
A última hora de ayer, De la Riva esperaba en el aeropuerto de Bombay junto a 60 compatriotas a que llegara el avión fletado por el Gobierno central para traerles de vuelta. «La gente está agotada, tensa y preocupada por los dos españoles que aún se encuentran retenidos en el hotel Oberoi. (Esto es muy duro)», comentaba el embajador a este periódico.
«En la India suele haber atentados, pero no estamos acostumbrados a una acción tan siniestra. Nunca antes se habían hecho rehenes para matarlos a sangre fría, como está ocurriendo. Un español me ha dicho que ha presenciado la ejecución de quince civiles a sangre fría. Hasta ahora los terroristas ni siquiera daban la cara, ponían la bomba y se marchaban, por lo que esta forma de actuar ha sorprendido a todos», señalaba De la Riva.
Salir cuanto antes
El diplomático donostiarra destacaba que «mi máxima preocupación en estos momentos es que todos los españoles puedan salir ilesos de Bombay. Pido al cielo por que los dos empresarios que se encuentran retenidos puedan ser liberados pronto. Además, hay otros dos heridos ingresados en un hospital, pero éstos no serán evacuados hasta dentro de unos días».
De la Riva, que se quedará en la India, asegura que «estamos a pocos días de las elecciones y aquí esas fechas siempre suelen ser problemáticas. Se esperaban algunos atentados, pero no de esta magnitud. Ahora mismo Bombay, una ciudad siempre bulliciosa, está totalmente fantasmagórica. La gente autóctona está muy afectada».
Un donostiarra se encargó de gestionar la evacuación de los españoles, pero también hubo vascos que fueron testigos directos de la cadena de atentados. Carmelo Bilbao, director general del grupo Ulma, y su mujer, Jaione Antxutegi, se disponían a cenar en un salón del hotel Oberoi cuando siete asaltantes irrumpieron por la fuerza en él y comenzaron a disparar. Bilbao explicó ayer en declaraciones a la radio pública vasca que «nos empezaron a tirotear, vimos cómo le disparaban a una camarera y empezamos a correr por las escaleras. Ellos siguieron pegando tiros hacia nosotros y vimos cómo un chico americano se caía escaleras abajo. Nos empezó a coger el fuego y el humo. Tiramos para abajo por las escaleras de incendios con ellos persiguiéndonos. Una vez abajo, nos quedamos entre los dos hoteles, el Oberoi y el Trident, pero volvieron a echar bombazos o granadas y nos tuvimos que esconder en un hueco hasta que trabajadores del hotel nos llevaron a un lugar seguro. Fueron momentos muy confusos».
El vizcaíno Gonzalo Garrido también rozó la tragedia en otro hotel de Bombay, el Taj Mahal. Garrido es portavoz de Acicae, el Cluster de Automoción de Euskadi, y se encontraba en Bombay por un viaje de trabajo. Ayer, mientras esperaba en el aeropuerto de Bombay el vuelo que le debía devolver a España, recordaba a este periódico que «estaba alojado en uno de los hoteles atacados, el Taj Mahal, que es algo así como el María Cristina de Bombay, pero el miércoles salí a cenar con un amigo indio. Cuando volvíamos al hotel, nos encontramos en la puerta con varias personas que escapaban corriendo y que nos gritaron que nos alejáramos de allí. Al principio no entendimos nada, pero pronto empezamos a oír disparos y explosiones y comprendimos que estaba pasando algo grave. Si llego a entrar en el hotel diez minutos antes, me habría tocado de lleno».
Garrido daba gracias por no haber sufrido daños personales, «pero prefiero no pensar en lo que estarán viviendo los rehenes que estaban dentro del hotel cuando empezó todo. La verdad es que en la ciudad se han vivido situaciones dantescas, en las que parecía que nadie controlaba nada».
«Como en una película»
Gonzalo Garrido define gráficamente los momentos posteriores a los ataques. «Era como estar en una película, con terroristas pegando tiros por el hotel. No era un atentado normal, en el que puede explotar una bomba y ya está, esto fue un ataque en toda regla por parte de terroristas muy bien preparados. Además, golpearon en lugares llenos de gente: hoteles, hospitales, una estación de tren...».
El portavoz de Acicae comenta que «no temí por mi vida, pero vivimos momentos de gran desconcierto en los que no sabías qué podía pasar. No había ningún control, la Policía no sabía lo que hacía, toda la gente gritando y diciendo que estaban atacando la ciudad. Yo tuve la suerte de estar acompañado por un amigo indio que me ayudó en todo, porque, si no, no sé qué hubiera hecho. Hoy (por ayer) la ciudad ya estaba más tranquila, aunque da la impresión de que esto puede ir para largo si los terroristas que están encerrados con rehenes no se entregan».
Garrido avisó a la Embajada española de su presencia en Bombay, aunque regresó en el avión que tenía previsto coger anoche y no en el que fletó el Gobierno. A lo largo de su estancia de cinco días en la ciudad india, Garrido no coincidió con otros vascos, aunque recuerda que «en el vuelo que me trajo hasta Bombay venían un par de familias vascas, alguna de ellas con niños y todo».