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SUCESOS

«Salió de la nada y barrió al coche»

El fiscal solicitó ayer una pena de cuatro años de cárcel para un conductor que provocó un accidente mortal en San Sebastián

JAVIER PEÑALBA

Martes, 26 de febrero 2013, 18:36

«El coche apareció de la nada». «Al otro, lo barrió». «No dio tiempo a frenar a nadie». Expresiones tan elocuentes como estas fueron las que empleó un testigo para describir el accidente que tuvo lugar en octubre de 2010 en San Sebastián, en el que perdió la vida un joven donostiarra. El ministerio público solicitó en el juicio celebrado ayer cuatro años de prisión para el inculpado, mientras que la acusación particular que ejerce la familia de la víctima demandó cinco. La defensa pidió la absolución.

Con la sala de vista casi repleta de familiares y amigos de la víctima así como de allegados del acusado, el Juzgado de lo Penal número 5 de Donostia fue escenario del juicio por la muerte de Lander de la Maza, de 25 años, cuyo automóvil fue embestido por el vehículo que el acusado conducía a una velocidad superior a la permitida y tras saltarse al menos un semáforo en rojo.

Los hechos, conforme al relato del ministerio fiscal, ocurrieron a las 23.45 horas del 28 de octubre de hace tres años. El procesado, vecino de Legorreta y que entonces tenía 29 años, circulaba por el Paseo de Bizkaia de la capital guipuzcoana al volante de un Ford Focus, propiedad de un amigo suyo que viajaba como copiloto. El fiscal precisa que el inculpado inició la aceleración del coche hasta alcanzar 125 kilómetros, aun cuando en la zona existía una visible señalización que la limitaba a 50.

El escrito acusatorio detalla que al llegar a la intersección entre el Paseo de Bizkaia y el Puente de Mundaiz, el acusado rebasó dos semáforos en rojo ante los que se encontraban detenidos varios vehículos y que colisionó contra el turismo Skoda Fabia que la víctima conducía correctamente desde el citado puente hacia la calle Parque.

Como consecuencia del impacto, Lander de la Maza sufrió lesiones de extrema gravedad y falleció en el lugar del suceso. En el mismo siniestro resultó herido el copiloto del Ford Focus, de 27 años.

El ministerio público precisa que el procesado incumplió las normas más elementales de circulación y lo hizo además con «absoluto desprecio hacia la vida e integridad física de los restantes usuarios de la vía», ya que era consciente de que a esa velocidad no podría evitar la colisión con los vehículos que encontrara en su trayectoria.

La Fiscalía imputa al conductor un delito contra la seguridad vial en concurso con otro de homicidio imprudente, por los que reclama cuatro años de prisión y seis de retirada del permiso.

«Me superó»

El acusado, Haritz K., trató de justificar la, en su opinión, sorprendente y a la vez inesperada aceleración que exhibió el potente automóvil. Se trataba de un coche de 2.500 centímetros cúbicos, 220 caballos de potencia y capaz de alcanzar una velocidad punta de 240 kilómetros por hora. «El coche me superó, no tuve tiempo a reaccionar», explicó el acusado.

El conductor relató que la noche en la que tuvo lugar el accidente había presenciado junto a su amigo un partido de la Champions en Legorreta y que, al término del encuentro, decidieron trasladarse a Donostia para jugar unas partidas en unos billares.

El acusado indicó que dado que el propietario del coche había bebido varias cervezas decidieron de común acuerdo que fuera él quien se sentara al volante. El inculpado precisó que una vez en San Sebastián, al llegar al paseo de Bizkaia, su amigo le indicó que podía probar la capacidad de aceleración del coche y precisó que en cuanto comenzó a hacerlo llegó un momento en el que no tuvo tiempo para reaccionar. «Iba en tercera y se me iba de las manos. Al ver que no lo podía controlar decidí acelerar y pasar el cruce. Fue una decisión que tomé sin pensar en las consecuencias que pudieran derivarse. No creía que a esa hora fuera a haber tanto tráfico», aseguró.

El acusado, si bien en un primer momento dijo no recordar que hubiese rebasado el semáforo existente en dicho punto en rojo, terminó por admitir que «puede que lo hiciera». Más rotundo se mostró al afirmar que las anteriores señales luminosas existentes en el mismo vial las pasó en verde. El conductor explicó que no detectó la presencia del coche de la víctima hasta que no lo tuvo a uno o dos metros de distancia. «Solo escuché el golpe», detalló.

Trece metros por el aire

Un agente de la Guardia Municipal de Donostia que intervino en la investigación del siniestro indicó que tras la brutal colisión, el automóvil en el que viajaba el fallecido salió despedido, colisionó contra el bordillo del bidegorri que discurre paralelo al paseo y «fue volando 13,4 metros. Posteriormente, tuvo un desplazamiento errático. Desde el punto del impacto hasta el lugar en que finalmente se detuvo había 36 metros», dijo el agente.

Todos los testigos presenciales del suceso coincidieron en señalar que el vehículo causante del siniestro circulaba a una velocidad superior a la permitida. Uno de ellos precisó que «venía con el motor que no daba más de sí. Incluso en un momento se produjo una explosión similar a las que realizan los coches de rallyes».

El conductor de una moto que se encontraba justo detrás del coche de la víctima manifestó que Lander de la Maza inició la marcha sólo cuando su semáforo se puso en verde. «Y no salió de prisa, lo hizo con total normalidad. El otro coche apareció de la nada y lo barrió. No dio tiempo a frenar a nadie».

Un taxista que la noche del suceso fue testigo de lo ocurrido ofreció otros detalles del siniestro. «Yo iba con un cliente y me detuve ante el semáforo. Dos segundos después, por el carril de la derecha, el más cercano al río, me rebasó el coche del acusado. No tengo la menor duda de que superaba ampliamente la velocidad permitida», dijo.

El conductor de otro vehículo que permanecía parado detrás del taxi precisó que el automóvil del inculpado «pasó a tanta velocidad que zarandeó mi coche con las ráfagas de aire que produjo».

Hasta el dueño del coche implicado en el siniestro y que viajaba como copiloto admitió que la velocidad superaba los 50 kilómetros. «Iríamos a unos 100. Cuando llegábamos al semáforo, le dije que frenara y al ver que no lo hacía incluso le grité. Se quedó como noqueado, no reaccionaba», indicó.

En la vista también declaró el perito que efectuó la reconstrucción del accidente. El experto concluyó que conforme a los cálculos matemáticos realizados de las «transferencias de energía» del siniestro, en el momento del impacto el automóvil causante del siniestro circulaba a una velocidad que oscilaba entre 125 y 140 kilómetros por hora. El perito, asimismo, señaló que conforme a los estudios y análisis efectuados, el acusado no sólo rebasó en rojo el semáforo del puente de Mundaiz, donde se produjo el choque, sino también el anterior, existente a la altura de la calle Azpeitia.

Un perito de la empresa Ford, fabricante del automóvil, manifestó que en el momento del impacto el coche del acusado se encontraba en fase de aceleración, toda vez que el turbo estaba accionado.

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