El Museo San Telmo se refuerza

El nuevo Museo San Telmo ha puesto orden a sus fondos y también a la forma de exhibirlo. Dentro de ese objetivo pedagógico que ha marcado su reestructuración, y contando con los fondos que ya poseía más un importante reforzamiento a través de adquisiciones, donaciones y depósitos, la parte de Bellas Artes, una de las más emblemáticas del antiguo museo, se ha enmarcado dentro de la exposición permanente y dividido en dos grandes áreas, siempre siguiendo un discurso cronológico. Una está dedicada a presentar la Historia del Arte, partiendo del siglo XV hasta el XIX. La segunda sección, en la que más se ha trabajado y es más novedosa respecto a la estructura anterior, se enmarca dentro de la sección 'El despertar de la modernidad', que presenta la evolución de la sociedad vasca entre los siglos XIX y XX, y responde a la realidad del arte vasco en ese periodo bajo el título '100 años de Arte Vasco'.

Para completar los huecos que faltaban en ese recorrido artístico, bien en estilo o en nombres se han utilizado gran parte, cerca de un 70%, de los 400.000 euros que San Telmo ha destinado en los dos últimos años a la adquisición de patrimonio, a hacerse con obras de arte. En total, en el apartado de Bellas Artes, el museo cuenta con unas 1.400 piezas catalogadas y documentadas, de las que se exhibirán alrededor de 200. Las muestras no serán estancas, sino que podrán ir rotando, aunque no con gran periodicidad.

El alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, recordó que «tanto las secciones de Bellas Artes como las dedicadas a etnografía y arqueología, se podrán ver a partir del martes de la semana que viene, el día 19, cuando el museo se abra en su totalidad».

Carmen Garmendia, responsable de colecciones de San Telmo, explicó ayer en la presentación de las nuevas piezas que han pasado a integrar las dos áreas de Bellas Artes que «el planteamiento ha sido incluirlas en el concepto del Museo de Sociedad, sobre todo en lo referente al arte vasco. La parte más histórica no está tan ligada a la sociedad vasca, pero sí a lo que ha sido el museo, algo que nos parecía fundamental mostrar. No hay que olvidar que muchas de esas piezas fueron donadas por ciudadanos donostiarras».

La sala de '100 años de Arte Vasco' realiza un recorrido sobre la actividad artística en el País Vasco. Un centenar de obras crean un conjunto que permite apreciar las diferentes líneas, estilo y movimientos artísticos que se sucedieron en nuestro entorno y también ver los elementos sociales, políticos y culturales que dotaron al arte vasco de identidad propia.

La muestra se inicia a finales del XIX. Para explicar ese momento se han reforzado los fondos con obras de José Echenagusia y Eduardo Zamacois. Para mostrar los diferentes caminos que comenzaron a tomarse a principios del XX se ha adquirido una pieza de Anselmo Guinea y se han recibido en depósito obras de Regoyos e Iturrino. Los años previos a la Guerra Civil han sido de los más reforzados con cuatro compras de Jenaro Urrutia, Joaquín Lucarini, Carlos Ribera y Nicolás Lekuona.

Para los años 60, con el resurgimiento plástico generado a partir de la Escuela Vasca, se ha contado con diferentes depósitos de obras de Oteiza, Chillida, Mendiburu, Sistiaga o Ruiz Balerdi así como una adquisición de un Zumeta. Para reforzar los 70 se ha comprado una pieza de Esther Ferrer y para los 80 de Txomin Badiola y el colectivo CVA.

La colección histórica se ha planteado de forma independiente al resto de áreas expositivas. Se ha montado como si fuera una pinacoteca del siglo XIX, incluso en algunos espacios se ha colocado un atrezzo acorde con lo expuesto. El planteamiento es historicista y, dentro del carácter divulgativo, realiza un recorrido por la Historia del Arte. Casi la totalidad de las obras presentadas han formado parte de la colección del museo desde sus inicios, incluidos muchos de los depósitos del Museo Nacional del Prado que ha estado en la colección permanente desde el principio.

La exposición se iniciará con pinturas anónimas del siglo XV, con tablas góticas. Siguiendo cronológicamente la muestra se llega al Renacimiento con obras de Tintoretto, Navarrete el Mudo, Bassano, Pantoja de la Cruz, y el Manierismo con El Greco como máximo representante. Para mostrar el Barroco se cuenta con una selección de diferentes escuelas representadas por Luca Giordano, José Ribera o Valdés Leal. El siglo XVIII y el Neoclásico queda representado por Andrés Ginés de Aguirre o Charles Joseph Flipart, mientras que el siglo XIX cuenta con Carlos de Haes, Martín Rico, Mariano Fortuny o Sorolla.