«Para el voluntario es una labor muy retribuida moralmente»
JOSEBA ZUBIALDE
Martes, 14 de octubre 2014, 11:28
Uno de los activos más importantes de Cáritas son sus voluntarios. Sin ellos muchos de los proyectos no se podrían llevar a cabo. Santi Zabaleta es una de esas personas que dedica su tiempo a ayudar a los demás. Es voluntario en el taller educativo-ocupacional de Lamourus, un proyecto enfocado a personas sin hogar, aquellos que aun teniendo donde dormir han roto todo vínculo con la familia y están sin recursos.
Cáritas pone pocas condiciones, solo que se dedique al menos una mañana o una tarde a las tareas de voluntariado. Él, en cambio, emplea todas las mañanas a esa labor, y en las últimas semanas también ha pasado alguna tarde porque «había que sacar un trabajo adelante». La máxima de este ingeniero industrial jubilado es que «cuando te metes en algo, hay que meterse de verdad».
Los primeros años de su jubilación los pasó buceando en archivos y realizando el árbol genealógico familiar. Acabada la tarea, buscaba nuevos retos y pensó en ser voluntario, «aunque no tenía muy claro dónde». Decidió tocar la puerta de Cáritas y ofrecerse como colaborador. «Me propusieron hacer un tour para que viera lo que hacen y que luego decidiera en qué quería participar».
Así es como terminó en Lamourus, un lugar en el que se siente como pez en el agua, ya que su vida laboral estuvo muy ligada al mundo empresarial y a la fábrica. «Pensé que con toda esa experiencia tenía mucho que aportar al taller». «Es necesario extender la cultura del voluntariado», defiende, y como ejemplo se fija en Finlandia, donde asegura que «el 80% de la gente ha realizado alguna vez en su vida una labor de este tipo».
La experiencia está siendo muy enriquecedora porque le ha permitido conocer otra realidad, «tener acceso a un colectivo con el que antes no había tenido contacto, conocer que hay personas que lo pasan mal». Ese desconocimiento lo achaca a que «quizás vives en tu mundo y piensas que el resto de la gente es como tú y tus allegados, y realmente no es así».
Zabaleta está acostumbrado a explicar la labor voluntaria a su entorno más cercano. «Me ven que estoy a gusto, pero cuando les explico que es algo positivo, que aporta y que te sientes bien, detecto un cierto vértigo de no saber con qué gente se van a encontrar, cómo van a reaccionar... De alguna manera, crean problemas inexistentes».
Aunque reconoce que «es difícil», en el año y medio que lleva colaborando en el taller ha conocido casos de personas que han logrado incorporarse al mundo laboral. Otra de las cosas que más satisfacción le da es «cuando alguien nos dice que ha recuperado la relación familiar, por ejemplo con ocasión de alguna celebración. Es algo que nos llena de mucha alegría».