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La madre de todas las dudas

Julio díaz de alda

Sábado, 28 de junio 2014, 16:02

Tomado por insalvable lo que dice la ley, aún quedan en el aire serias y trascendentales dudas sobre cómo será el proceso de transformación de las cajas de ahorros. La razón es muy sencilla. La ley del pasado diciembre sólo aclara las líneas generales pero, como toda norma, aún debe desarrollarse mediante reglamentos, órdenes del Ministerio de Economía y circulares del Banco de España. Los agujeros son muchos y en absoluto baladíes.

El organismo presidido por Luis María Linde, que será punta de lanza de Mario Draghi como supervisor único europeo, tiene deberes por hacer. De entrada, debe detallar cómo tendrán que ser el protocolo de gestión de la participación de las kutxas en Kutxabank (el que rige las relaciones fundación-banco), el plan financiero de las cajas (el que diga cómo se afrontaría un problema de solvencia de Kutxabank) y el temido fondo de reserva (los activos que se puedan vender de manera rápida para inyectar dinero en el banco si vienen mal dadas).

Nada de la letra pequeña está todavía escrito. Parece mentira, pero es así. Aunque de manera soterrada, ese detalle aún se negocia a varias bandas, siempre con la idea de intentar vencer la animadversión de la troika a las cajas de ahorros. Pero, cuidado, sin poner en peligro al sistema financiero. El desarrollo legislativo es fundamental para que en Euskadi sepamos todos de qué se habla y cuánto está en juego. Si nada concreto se conoce, más allá de que las fundaciones llegarán de una manera u otra, se corre el riesgo de tirar por elevación y vaticinar lo peor o, en el extremo contrario, pecar de ingenuo y pensar que el peaje será ridículo.

En paralelo, el Banco Central Europeo, que desnudó en mayo a 116 entidades continentales, y que aún pide papeles e informes, prepara su test de estrés. Una prueba que resultará definitiva para conocer la salud de la banca española y, por supuesto, la de Kutxabank. El examen se conocerá a finales de octubre. La entidad presidida por Masrio Fernández lleva tiempo dotando millonarias provisiones para cumplir con los distintos decretos del Ministerio de Luis de Guindos en busca de garantizar la solvencia y evitar problemas. Pero ese ejercicio de prudencia se hace en el banco vasco contra resultados. Sólo contra resultados, pues la entidad no cotiza con lo que no puede dar dividendo en acciones y capitalizarse ni se ha apuntado al carro de las obligaciones convertibles en acciones que han hinchado el balance de otros. Y, claro, a menos resultado, menos dividendo y menos recursos para la Obra Social. Por si fuera poco, una circular del Banco de España, emitida el pasado 21 de febrero, conmina a la banca a aplicar «criterios restrictivos en el reparto de resultados» para que, en todo caso, «los dividendos en efectivo con cargo al ejercicio 2014 (los que pagarían la Obra Social de las kutxas en 2015) no excedan del 25% del beneficio consolidado». Por eso algunos urgen a que las cajas encuentren otra fuente de ingresos al margen de Kutxabank.

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