«Yo gano 130.000 euros al año y estoy encantado»
Txomin García evita la polémica con Kutxabank, su principal competidor, y subraya que lo que le importa es que «el país funcione»
JULIO DÍAZ DE ALDA
Domingo, 8 de marzo 2015, 08:58
¿Su principal competidor en Euskadi, Kutxabank, atraviesa momentos inciertos? ¿Le ha beneficiado a Laboral Kutxa de alguna manera el caso Cabieces y el eventual impacto reputacional en el banco de las cajas?
No hemos notado nada. Y no me alegro en absoluto. Ya tenemos otros de los que preocuparnos. A mí lo que me procupa es el entorno. Somos una entidad local, de aquí. Sin más ámbitos de expansión que los que ya tenemos ni más activos que la confianza de nuestros clientes. Estamos preocupados por que el país funcione, puesto que, a diferencia de otros competidores, no tenemos un Brasil, un México o un Estados Unidos donde refugiarnos. Sobre Kutxabank, lo que le puedo decir es que nuestro interés es que funcione. A veces se pone el énfasis en pequeños detalles que no transmiten buena imagen cuando es una entidad que ha salido airosa de una crisis, la financiera, que se ha llevado por delante a la mitad del sector. Eso tiene mucho mérito. Tienen que reconducir esta situación y seguro que, como en el pasado, seremos buenos colaboradores en muchos proyectos.
¿Conoce a Goyo Villalabeitia?
No. Le he saludado, y conozco un poquito su trayectoria, pero a él no le conozco personalmente.
¿Cree que Kutxabank ha gestionado bien el problema? ¿Habría usted hecho lo mismo que Villalabeitia?
No le puedo contestar. No sé lo que le llegó a él, ni cómo se desarrollaron los hechos ni cuánto estaba ya en manos del regulador. Si hubiera tenido la opción... No lo sé.
Por cierto, ese banco busca ahora un consejero delegado. ¿Teme una 'opa hostil' para arrebatarle a alguno de sus directivos?
Creo que si lo hiciera sería muy inteligente, puesto que aquí hay gente buenísima. Tengo los mejores profesionales del sector, pero también la confianza de que seguirán en Laboral Kutxa. Soy guipuzcoano, pero cuando se trata de estas cosas... (bromea).
También ha habido cierta polémica sobre los sueldos que se manejan en el sector. ¿Le puedo preguntar cuánto gana usted?
Yo cobro 130.000 euros, y estoy encantado con el sueldo, con el entorno de trabajo y con el resto de elementos del grupo, como es la realización personal. Esto lo tenemos muy superado en Mondragón y pasamos de compararnos con el sector. Estamos en un sistema en el que creemos, y lo hacemos de verdad, en unos principios entre los que se cuenta el de igualdad. En las cooperativas tenemos una solidaridad interna y sabemos lo que hay. Es el conjunto lo que valoras. No es un tema que nos preocupe. En todos nosotros pesa algo que no es tan tangible, como es el compromiso social que representan las cooperativas. Puedes creer o no. Nosotros creemos firmemente.
Hablaba usted antes del compromiso de la plantilla y su relación con la productividad. Ha habido no pocas sentencias judiciales condenatorias contra Laboral Kutxa por una mala comercialización de las aportaciones financieras (AFS) de Eroski y Fagor. ¿Qué tiene usted que decir ante esto?
Cuando hablo de orgullo, de implicación, el vender más o menos es una causa. Hablo del empeño en hacerlo bien y en preocuparte de dar servicio. Eso es lo que nos diferencia. Luego, el efecto es que tendrás una mejor relación con el cliente, con más productos o no. Pero no es vender más y ganar más por comisiones. Nuestro modelo es de implicación. Aunque sé que es difícil fuera del entorno cooperativo, el concepto del legado es muy fuerte. ¿De quién es una cooperativa? De la sociedad. ¿Las AFS? sabemos que hay esta polémica y somos los primeros en buscar una alternativa a los clientes. Yo ahora no entro en el debate de si se comercializaron bien o mal. No es aquel momento y probablemente se olvide lo que pasó en aquellos tiempos. Hubo que prorratear por la alta demanda. Pero ha cambiado el entorno, y es cierto que hay un foco puesto y que está teniendo un desarrollo en las vías judiciales. Ahí está.
¿Pero se hizo bien?
Seguimos argumentando que la gente hizo bien; y cuando estas vías se agoten y nos digan que esto no lo hicimos bien lo acataremos, como no puede ser de otra forma. Mientras tanto, trabajamos en lo que nos preocupa, que es una situación de insatisfacción en los clientes. Lo que estamos es poniendo el énfasis en ofrecer una alternativa. Algo que está condicionado puesto que fuimos intermediarios, aunque estamos en el centro. Ha sido importante poder cambiar una deuda perpetua por un bono a plazo.
El año pasado, la Diputación de Gipuzkoa se negó a adaptar una normativa europea sobre activos fiscales diferidos que, en la práctica, les dejaba a ustedes como los únicos en inferioridad de condiciones en todo el sector. El Gobierno foral exigía controlarles las cuentas cada seis meses. Algo que frenó la oposición. No parece fácil trabajar con el Gobierno de tu territorio en contra...
Esta es una medida que venía con el cambio del tratamiento del capital, y en todo Europa se hizo una adaptación para considerar que estos activos diferidos fueran un crédito fiscal. También en Bizkaia. Y resulta que la única entidad que estábamos en desigualdad de condiciones éramos nosotros. Es cierto que el impacto era menor que el de otros, pero era una desigualdad. Lo solicitamos, vimos una colaboración de querer resolver y el planteamiento fue derivando a algo que difería al del resto del Estado. No entro si era más justo o no. Exigían un control, y nosotros ya estamos bastante controlados, así como una aportación a un fondo de promoción. Son elementos que introducían cosas que se podían interpretar mal desde el regulador. Llegaron a hacer un borrador de norma y la oposición igualó el tema con el resto. Se resolvió y ahora estamos como todos. No lo entendíamos porque no pedíamos un privilegio. Yo miraba a la derecha, a la izquierda, arriba y abajo y no entendía que nuestra Hacienda no nos arreglara la situación.