Luis Suárez lidera el asalto a París
El uruguayo se luce con dos goles en la victoria vistante del Barça
Cristian Reino
Miércoles, 15 de abril 2015, 01:22
París bien vale una misa. Eso es lo que debió de pensar David Luiz después de tragarse dos caños de Luis Suárez que acabaron en sendos goles. El charrúa buscaba el partido que le catapultara definitivamente y lo encontró en el Parque de los Príncipes, uno de los grandes escaparates del fútbol mundial, donde el Barça firmó un gran encuentro y selló medio pase para las semifinales. Pudo sentenciar con una victoria muy amplia, pero un accidente final minimizó una goleada que por momentos tuvo un componente dramático para el PSG, un nuevo rico que aspira a situarse en la élite europea a base de petrodólares, pero que tiene que entender que el futbol, por fortuna, no solo es una cuestión de dinero.
Llegados a los cuartos de final, el fútbol también es una cuestión de jerarquía. Y en eso, el Barça, que jugó serio, ordenado, concentrado, como corresponde a unos cuartos de Champions, está muy bien posicionado. Con solvencia y una cierta suficiencia, dejando la impronta de equipo poderoso, ahora sí, los de Luis Enrique pueden decir bien alto que aspiran al máximo título continental. Derrotaron al PSG a lo grande, firmando una buena primera parte y sabiendo gestionar el partido y el resultado en la segunda. En Sevilla, en cinco minutos, el Barça perdió los papeles. Cayó en la trampa de Emery y aún con el resultado a favor convirtió el ida y vuelta en una ruleta rusa. Frente a los parisinos, los blaugranas demostraron que habían aprendio la lección. No perdieron el orden. Practicaron el fútbol control, sin pemitir las contras del rival, pero sin renunciar a las propias.
Esta interpretación fue mucho más fácil con la tripleta atacante de ensueño que tiene Luis Enrique. Sobresalió Suárez, autor de un doblete mágico, pero Messi y Neymar no le fueron a la zaga. El argentino estuvo suelto, activo, cayendo al centro para buscar Suárez las asistencias, mientras que el brasileño fue un puñal. Corrió como nunca y desbordó como siempre. Si la tripleta azulgrana tiene margen de mejora, los nervios se desatarán en Turín, Madrid, Múnich y Oporto.
El caso es que el PSG tenía un once plagado de bajas (Aurier, Verratti e Ibrahimovic, lesionados) y Lucas Moura y David Luiz, con el alta reciente, y al equipo galo se le vio muy tocado. Con problemas en el centro del campo, su mejor línea, que es la de ataque (Pastore, Lavezzi y Cavani) apenas tuvo opciones, en parte porque Luis Enrique ha conseguido armar una defensa que concede poco. Piqué está como nunca, Mascherano es muy regular y Busquets va a más. El principal quebradero de cabeza del asturiano era cubrir la ausencia de Dani Alves, sancionado y lesionado. Se especuló con una defensa de tres, como hizo en la fase de grupos (eso sí en el Camp Nou) o la incursión de Adriano como lateral derecho. Al final, el técnico culé se decantó por Montoya de número 2, en principio la opción más ortodoxa. Y acertó de pleno. Su equipo cerró muy bien en las bandas y ejerció el ahogo con mucho criterio. Fruto de una buena presión en la banda, los blaugranas recuperaron pronto, lo que permitió a Messi asisitir a Neymar, que cruzó por bajo a Sirigu. Minuto 20 y el partido se ponía muy cuesta abajo para los azulgrana y muy cuesta arriba para los parisinos, que además perdieron a Thiago Silva. Las desgracias se le acumulaban a Laurent Blanc. Con Messi jugando a su anchas, suelto y con espacios, el Barça controlaba el partido casi a placer.
Lo mejor, aun así, estaba por llegar. Tras la reanudación, el PSG intentó imponer otra intensidad y avisó con disparos lejanos de Pastore, Lavezzi y Rabiot. Pero al Barça se le veía con mucha paciencia y dispuesto a no irse hacia adelante a lo loco. En el 66, Suárez dejó casi cerrada la eliminatoria. Recibió en la banda, lanzó un caño a David Luiz en carrera, se deshizo de Marquinhos, aguantó el choque con Maxwell y por bajo batió a Sirigu. Golazo de 'killer', de jugadorazo, que lo tiene todo: potencia, gol, regate y un hambre espectacular. Poco después Luis Enrique movió su banco, trató de asegurar el centro de campo y cerró con Mascherano y Busquets en el doble pivote. El Barça lo bordaba, tocaba y tocaba y tenía al PSG grogui, cuando Mascherano se asoció con Suárez por medio de una pared, el uruguayo volvió a sentar al mejor central del mundo con un caño y definió como los ángeles poniendo el balón en la escuadra.
El gol final de Van der Wiel, tras pegar en Mathieu, fue casi el único lunar azulgrana en todo el partido, salvo la lesión de Iniesta, que en principio sólo fue un golpe en la espalda.