Ver 30 fotos
Jonas Vingegaard, el barrenador, coloca la dinamita en la Itzulia
Vingegaard sacude la Itzulia en La Asturiana, en la zona minera de Bizkaia, y solo un gran Mikel Landa es capaz de seguir al ganador del Tour
La Asturiana. Peñas Negras. La Lejana. Nombres de una Euskadi de frontera. Unos parajes de trabajo duro, mal pagado, brutal. Tierra agujereada por las minas, ... hace tiempo abandonadas. Tierra de barrenadores, aquellos mineros especializados en hacer agujeros en la piedra con una barra de hierro (la barrena) para introducir en ellos la dinamita y hacer saltar por los aires los montes y extraer el mineral. Violencia laboral y medioambiental en estado puro. Jonas Vingegaard (Jumbo) se vistió este jueves con el traje de barrenador La Asturiana arriba, camino de La Arboleda, colocó la dinamita y sacudió la Itzulia.
No fue tanto la diferencia en meta, dos segundos, como la sensación de superioridad del danés, a quien solo pudo responder un Mikel Landa (Bahrain) brillante. A diferencia de lo sucedido en Hika, Peñas Negras ofreció a Vingegaard la oportunidad de expresarse y el danés lo hizo con autoridad. Atacó a veinte kilómetros de meta, sin contemplaciones. Las nuevas corrientes comerciales venden esa mercancía averiada de que querer es poder. Pues bien. Vingegaard atacó con la puerta abierta, para que quien quisiera se fuera con él.
El danés prefirió el premio seguro de los 10 segundos de bonificación en meta que realizar un alarde de superioridad
Y quedó claro que querer no es poder. Nadie pudo, solo un brillantísimo Landa. El resto solo pudo asumir su inferioridad y, muy adecuadamente en el entorno donde se disputaba la etapa, ponerse el mono de trabajo. Vingegaard hizo el trabajo y enseguida el dúo de cabeza abrió medio minuto de ventaja. Por detrás, el grupo perseguidor crecía en lugar de menguar, mala señal cuando se trata de ir rápido para remontar. La Itzulia parecía decidida al paso por La Arboleda, antes de emprender el descenso por la carretera general, la del funicular, con las imponentes vistas del Abra y el puerto, la nueva Bizkaia sin minas.
Noticias Relacionadas
Vingegaard no se fió de Landa entre Portugalete y la meta de Santurtzi. El danés no mira atrás cuando ataca, pero le dio tiempo a pensar y no quiso arriesgarse. Vio que tenía a Landa a ocho segundos -eran cinco en la salida, pero ganó tres más en la bonificación de Larigada- y echó cuentas. No había acuerdo posible, porque una victoria en meta de Landa le habría colocado a cuatro segundos. Después de semejante ataque, una recompensa famélica.
Prefirió la gestión fría. El gran premio era la victoria de etapa y sus diez segundos de premio. Lo mismo pensó Landa, que dejó de pasar al relevo. Las cuentas salían mucho mejor. Por eso y porque el grupo de atrás demostró que la Itzulia es una carrera World Tour y el nivel es estratosférico, la diferencia menguó de forma radical en las calles de Portugalete y Santurtzi. Apenas les faltaron dos segundos para alcanzar a los dos más fuertes.
También al sprint
Vingegaard marcó el paso hasta el final, controlando que el grupo no les diera alcance y confiado en que al sprint también sería el más rápido. Lo fue. Entró en cabeza en la última curva, a apenas 150 metros de la meta, y no dio opciones a Landa. El danés cogió el lado bueno y pudo haber cerrado al alavés contra las vallas de forma reglamentaria, pero jugó limpio, se abrió hacia el centro de la calle y le dejó sitio para pasar. Pero, de nuevo, querer no fue poder. Landa no tuvo piernas para atacar el hueco y no le remontó ni un metro. Diez segundos más de bonificación, por seis para Landa, con lo que la diferencia en la general se va a doce. Victoria con todas las de la ley. David Gaudu (Groupama) ya está a más de medio minuto.
La victoria de Vingegaard fue infinitamente más convincente que la de Amasa. este jueves pareció inabordable. Landa estuvo brillante y aguantar al campeón de Tour fue una hazaña, pero no pareció con posibilidades de cambiarle el ritmo y tratar de soltarle, que es lo que necesitaría hacer para ganar la Itzulia.
El juego del gato y el ratón del final dejó la diferencia en mínimos -casi toda la renta de Vingegaard proviene de las bonificaciones-, pero las sensaciones que dejó la etapa fueron mucho más consistentes. La gran figura de la Itzulia no hizo volar por los aires la carrera, pero dejó la dinamita puesta en el agujero. Cualquier chispa puede bastar para que estalle.
Ya no hay minas y los barrenadores forman parte del mundo de los herri kirolak. Parece un deporte de pura fuerza, dar golpes a una roca con una pesadísima barra de hierro, pero no es así. La pericia es tan importante como la fuerza. La dinamita hacía reventar montañas enteras dejando cráteres y minas a cielo abierto que eran un desastre ambiental. Volaban rocas gigantescas, un trabajo muy peligroso que requería su ciencia, saber hacerlo. También Vingegaard necesitará finura, no solo piernas, porque todos los rivales que tiene por detrás son menos fuertes pero son muchos y cualquier accidente por mínimo que sea puede dar opciones a un gran número de ciclistas, con la caña preparada por si se puede salir a pescar salmón danés.
El maillot amarillo arrancó a 20 kilómetros de la llegada y su triunfo fue más convincente que el de la víspera en Amasa
Quedan dos etapas, hoy una incómoda en la otra Bizkaia y mañana la jornada reina en los alrededores de Eibar. El terreno está marcado por Vingegaard y si no se equivoca puede tener amarrada la victoria. La ausencia de una contrarreloj y de un final en alto en esta Itzulia atípica van a provocar, por el contrario, que no pueda confiarse en su superioridad.
Es obvio que Mikel Landa le va a buscar, porque las piernas le brillan como nunca. Ataca y no son fuegos artificiales, es pólvora de verdad. Ion Izagirre (Cofidis) volvió a demostrar que está fuerte, como Gaudu, y hace tres años ya dio una voltereta a la clasificación general en una última etapa como la de mañana. Vingegaard no se fía de nadie. este jueves prefirió la bonificación en meta que una exhibición para la galería. No sentenció, pero dejó la dinamita puesta. La chispa puede saltar el cualquier momento.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión