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Crónica de la Itzulia: Nada es lo que parece en tierra de carnaval
Alex Aranburu toma la iniciativa pero no logra abrir hueco en su ataque en la última bajada y Schelling se impone en Leitza y es el nuevo líder
Pareció una etapa tranquila, de nervios pero sin nada trascendental. La Itzulia recorrió territorios de carnaval, los valles donde cada primavera atrona el sonido de ... los cencerros de Ituren y Zubieta en un rito ancestral. Aquí, nada es lo que parece y la máscara de una etapa sin sobresaltos voló por los aires cuando los jueces hicieron oficial la clasificación. Donde se veía una larga hilera de ciclistas en fila india tras el descenso a Leitza desde Ezkurra, en realidad había un corte, entre el puesto 31 y el 32. Más de un segundo entre José Manuel Díaz (Burgos) y Sam Oomen (Jumbo). El reglamento es claro: el tiempo del hombre que deja ese hueco no se calcula con su predecesor, sino con el primero de ese grupo, en este caso el ganador de la etapa: Ide Schelling (Bora).
Y ese hueco cambia la carrera, porque un segundo se convierte en 11 y atrapa a Enric Mas (Movistra). Peor le fue a Daniel Martínez (Ineos), que llegó a medio minutos tras sufrir una avería a cinco kilómetros de meta y verse obligado a cambiar de bicicleta. Puede ser un tiempo irrecuperable. En el grupo de cabeza, Jonas Vingegaard (Jumbo), David Gaudu (Groupama), Ion Izagirre (Cofidis), Simon Yates (Jayco) y Richard Carapaz (EF). El día menos pensado, en un tramo cuesta abajo, Itzulia nueva.
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El ciclismo despierta a la primavera en la Milán-San Remo. El país de los vascos, cuando Mikel Landa (Bahrain), ciclista instintivo, escuchó la llamada de la naturaleza y se vistió con el ttuntturro, las telas de flores, las cintas de colores y las plumas de gallo para intentar una aventura, ahuyentar a los malos espíritus y llamar a una buena cosecha. Quizá fue también una forma simbólica de lamentar la baja de su compañero Pello Bilbao, enfermo, que no tomó la salida y le dejó algo más solo ante el peligro. Tendrá que esperar Landa para recoger los frutos, porque otros dos viejos joaldunak -como él- del antiguo Euskaltel, aquella criatura mitológica, lideraron su caza remontando el río. Jonathan Castroviejo (Ineos) y Gorka Izagirre (Movistar) alcanzaron al alavés a la salida de Ituren.
El francés Gaudu fue el mejor de los favoritos, tercero en meta y también en la clasificación general gracias a las bonificaciones
La etapa volvía a empezar a 11 kilómetros de meta. 'Peloton grupé', cantó radio vuelta poco más adelante. El ciclismo aún habla un poco francés. 'Montrea' le dicen algunos aún al reloj en el euskera de Baztan, no lejos de donde este martes giró la etapa. Montre en francés. No hay contrarreloj en la Itzulia pero todo el mundo sabe qué hora es. No hubo dudas de si a setas o a Rolex. Todo el mundo fue a Rolex, empezando por el Ineos, que sacrificó al líder, Ethan Hayter, porque su apuesta es Martínez. Pusieron el equipo a tirar sin contemplaciones, con Egan Bernal comiéndose los kilómetros más largos. El ganador del Tour de 2019 ha venido a Euskadi con el mono de operario. No le asusta el trabajo. Los ingleses marcan el tono de la carrera. Ganaron el primer día y sacrificaron al líder en el segundo, pero una avería desmonta todo su plan en un instante. En esta carrera, medio minuto es una eternidad.
Se mueve Aranburu
Los ingleses controlaron la etapa y en el tramo final se les unió el Movistar, con todo medido para ganar con Alex Aranburu en la meta de Leitza. La llegada, al final de la bajada desde Ezkurra y con una rotonda a 150 metros de meta, obligaba a adelantarse. Quien pasase primero por ese punto sería el vencedor. El ezkiotarra -que había besado el suelo en la primera subida a Basakabi- se la jugó a ganar en la bajada, consciente de que bastaba llegar con un metro de ventaja a la entrada de Leitza para ser primero. Abrió un ligero hueco, que por un instante pareció que podría bastar. Se lanzó a más de 70 por hora y a tres kilómetros de meta mantenía un par de segundos de ventaja, el doble de lo necesario. Pero detrás hubo voluntad. Matteo Sobrero (Jayco) sabía lo mismo que Aranburu y le comió el terreno en un par de curvas. El ezkiotarra porfió pero había entregado sus mejores fuerzas en el ataque anticipado y en las calles de Leitza no pudo cerrar todas las puertas a quienes venían de atrás.
Ganó Ide Schelling (Bora), un neerlandés de 25 años que solo tenía en el palmarés una carrera en Suiza y que se definió como un «todoterreno con punta velocidad. No soy capaz de ganar en grupos grandes al sprint, pero es algo en lo que tengo que trabajar en el futuro y definirme más como corredor, a través de esa velocidad. Solo había ganado una carrera en mi vida y esta es en el World Tour, así que es increíble y me debe servir para el futuro». Aranburu, de nuevo cuarto, como el lunes en Labastida.
Los jueces picaron 11 segundos a Enric Mas, mientras que Vingegaard, Ion Izagirre, Simon Yates y Carapaz entraron delante
Esta vez, de los favoritos de la general el que se colocó fue david Gaudu (Groupama). El bretón, con fama de fuerte carácter, mostró arrojo. Llegó tercero a la rotonda de Leitza y tercero acabó. Ni su compañero y enemigo Arnaud Démare habría remontado algún puesto si llega a estar en esta Itzulia. Cuatro segundos de bonificación que ponen a Gaudu tercero en la general, con Landa cuarto tras su caminata por los senderos del carnaval rural vasco. Quinto es Vingegaard (Jumbo), que no arriesgó el bigote, y sexto, Aranburu, que ahora esperará a la etapa de mañana en Santurtzi para volver a la carga. Tiene el reloj en hora el ezkiotarra, el único gran corredor vasco no surgido del viejo Euskaltel y asidero en estos momentos de flaqueza en el relevo generacional.
El tránsito por Ituren y Zubieta despierta la primavera desde tiempo inmemorial; también florecerá Aranburu en esta Itzulia. No hay contrarreloj, pero el reloj de los jueces fue implacable este miércoles, Amasa-Villabona, cerca de Tolosa. Otro carnaval.
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