Alex Aranburu firmó una hazaña ayer en Sestao, venció de forma brillante y demostró que aquí hay un señor corredor. Supo moverse sobre un ... terreno complicado entre buena parte de las figuras del pelotón internacional. Ganar exige ese punto de riesgo que a veces cuesta afrontar. Esta vez todo le salió de cara al ezkiotarra. De forma merecida y trabajada.
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Porque su condición de corredor rápido invitaba quizá a esperar a un sprint que podía beneficiarle. Sin embargo, vio la oportunidad. Había cuatro corredores del Astana en el grupo de cabeza tras neutralizar al cuarteto de Primoz Roglic al poco de iniciarse el descenso del último puerto y, en lugar de organizarse para mantener la unidad del grupo, decidieron jugársela de otra manera. Arrancó primero Omar Fraile en el repecho que hay a la salida de La Arboleda y remachó a continuación Aranburu.
Pienso que actuaron más por intuición que por órdenes llegadas desde el vehículo del equipo. Desconozco ese extremo, pero me da la sensación de que no medió una estrategia del director. Son momentos en los que toca pensar y actuar con rapidez. Aunque llevaba pinganillo, no sé si el ezkiotarra recibía bien las referencias a través de la radio porque no hacía más que mirar atrás para percatarse de la ventaja sobre los perseguidores.
La ausencia de un equipo bien armado invitaba a atacar. También hay que saber ver eso. Porque siempre es mejor llegar solo que acompañado a la recta de meta. Más de un claro favorito se ha quedado con la miel en los labios. Que se lo pregunten a Van der Poel por lo sucedido el domingo en el Tour de Flandes. Buenos llegadores como el propio Roglic, Pogacar, Valverde y Schachmann iban a complicar la victoria de Aranburu. Además, nunca es fácil controlar un grupo bastante amplio aunque dispongas de una pequeña superioridad numérica.
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Me sorprendió ver tan desamparado a Roglic en el puerto final y en los últimos kilómetros. Llevaba cerca a Vingegaard, pero tuvo que actuar en primera persona para responder a los ataques. Ahora bien, demostró fortaleza porque fue capaz de irse por delante con tres ciclistas más.
El trabajo de Movistar a lo largo del día no encontró continuidad. Los apoyos de Valverde desaparecieron en los últimos kilómetros. La cercanía de Enric Mas no fue suficiente para mantener unido al grupo y el murciano tampoco tuvo un día tan bueno como el del sábado en Estella, al contrario que un Alex Aranburu capaz de lanzarse decidido en el descenso y de rodar con fuerza entre Trapagaran y Sestao.
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El ezkiotarra y Omar Fraile aprovecharon junto la falta de un equipo que controlara el grupo de cabeza
La general no sufre grandes variaciones, al menos entre los grandes favoritos. Desde ese punto de vista asistimos a un primer asalto de tanteo, como se dice en el boxeo. Algún golpe suelto, más amagos que otra cosa, pero las diferencias entre los grandes continúan en el mismo sitio, salvo la bonificación de cuatro segundos arrancada por Pogacar gracias a su tercer puesto. La conclusión negativa para Roglic es la falta de una defensa adecuada del maillot amarillo por parte de su equipo, circunstancia que me sorprendió. Esperaba más del conjunto holandés después de meter a tres corredores entre los cuatro primeros de la general. Porque la cantidad de rivales que va a tener el líder aconseja estar mejor arropado.
Mientras tanto, disfrutemos con el triunfo de Alex Aranburu, la confirmación de un descubrimiento.
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