Cristina Garmendia, Exministra de Ciencia e Innovación

«España tiene capacidad para crear empleo para todos sus parados, por su estructura económica y potencial emprendedor»

Apuesta por el talento, la investigación y la inversión privada. La exministra tiene clara la fórmula para iniciar la salida de la crisis

ALEXIS ALGABA

Jueves, 9 de enero 2014, 09:19

Hace frío cerca del Peine del Viento, aunque la lluvia ha dado una tregua. Cristina Garmendia posa para el fotógrafo con naturalidad y con ganas de ver el resultado, ya que el marco es «perfecto». Tras la sesión de fotos no le cuesta entrar en calor con las preguntas y responde con convicción, igual que en su etapa como ministra de Zapatero. Con un café con leche con vistas a la isla de Santa Clara, Garmendia ofrece una receta bien clara para salir de la crisis que le barrió de la primera línea pública, salpicada de percepciones personales desde el ámbito privado y sentimientos encontrados cuando se le pregunta por Inbiomed. Su filosofía es clara: «Hay que mirar siempre hacia adelante».

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-Vayamos directos al grano. ¿Cree que la crisis ha tocado fondo?-Las cifras macroeconómicas así lo indican: 2014 será mejor que 2013. Pero cómo se van a traducir esas cifras macroeconómicas en que mejore el empleo es una incógnita, y el gran reto es que las personas desempleadas vuelvan a trabajar. Ojalá que esa cifra mejore, pero tenemos que ser prudentes.

-¿Y hacia dónde nos debemos dirigir para que se pueda neutralizar todo el desempleo generado durante estos cinco años?-En un país como España, con la base económica que tiene y con los activos que ha generado en las últimas décadas en términos de desarrollo científico, tecnológico y potencial de generación de empresas, debe ser capaz de producir empleos para todos. De hecho, yo como ciudadana española no me conformaría con nada distinto, si no algo estamos haciendo mal. España debe ser capaz de generar empleo para todos. Eso sí, en el país o fuera de él, porque hay empresas españolas que generan empleos fuera y ese reto de la internacionalización es muy interesante. Las nuevas generaciones tienen que tomar un papel esencial en esa internacionalización, y a lo que uno no puede aspirar nunca más es a tener un empleo cerca de su casa o del lugar donde están sus padres. Ese modelo ha cambiado drásticamente en la última década.

-Pero, ¿el éxodo de jóvenes al extranjero no provoca una pérdida de talento que a la larga perjudicará a España en su recuperación?-En términos de talento, la clave es el balance neto. Hay talento que va y que viene. En estos momento estamos pasando por un periodo difícil en movilidad de nuestros jóvenes, hay muchos que están saliendo. Ojalá que esos jóvenes puedan regresar a España cuando el país se recupere. Son talentos muy apreciados y con esas empresas que nazcan en estos momentos, esos jóvenes van a tener una opción. Las compañías que más empleo generan son las jóvenes, y uno de los problemas que tiene Europa es que las empresas están muy envejecidas.

-Pero para que todo eso arranque es necesario que se generen esas empresas y no parece que sea el mejor momento para emprender.-Una de las grandes barreras que tenemos en España y en Europa es la falta de cultura emprendedora. Apenas el 6% de los jóvenes quiere emprender y ese es un dato preocupante. Brasil está por encima del 60% y Colombia por encima del 90%. El querer emprender es una cuestión de actitud y una de las barreras que tenemos en España es la cultura familiar. Nuestros jóvenes no tienen la ambición de emprender porque el entorno familiar no es propicio para ello y eso nos pasa factura.

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-Viendo que esa es la mejor forma para fomentar el empleo, debería extenderse esa opción y ese cambio de cultura.-En el siglo XXI el mayor activo de la economía es el talento, no hay duda, y las empresas compiten por él. Es difícil ahora apropiarse de una patente o de una tecnología porque todo está en abierto y esa es la base del cambio. Los jóvenes que están formándose deben entender que si lo hacen bien y diseñan bien su futuro profesional tendrán muchas opciones porque ahora mismo existe una pelea importante por el talento. Las plantillas son mucho más jóvenes, con personas mucho mejor formadas, con un empleo de la tecnología que ha cambiado drásticamente y ésto no hay que cuestionarlo, hay que aceptarlo. No volveremos a modelos empresariales antiguos. Estamos en un momento difícil pero sumamente interesante porque es un momento transformador.

-¿Entonces cree que en vez de medirse la competitividad en costes y productividad, habría que medirla por el talento de los trabajadores?-Al final, para medir la competitividad debes generar valor añadido. España ya no va a poder competir por costes ni por mano de obra barata, y no debe aspirar a ello. Tiene que competir por valor añadido, y el talento es la clave en ello. Una España que quiere crecer por valor añadido necesita talento y necesita inversión en ciencia y tecnología.

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-Con los recortes en la inversión en I+D de estos pasados años y con la reforma laboral que posibilita reducir salarios da la sensación de que se toma el rumbo contrario, ¿no cree?-En un entorno como el actual, de demanda cambiante, los procesos productivos deben ser muy flexibles. Y para ello tienen que tener incorporada una dimensión tecnológica que lo permita y un entorno laboral que sea flexible. Y en eso España ha avanzado mucho. La I+D es clave. Hace una década decíamos que la inversión en I+D era conveniente, ahora es un eje fundamental para la supervivencia de las economías. Ningún país que quiera crecer puede dejar al margen la inversión en ciencia. No es discutible. Ahora, la canciller Merkel,como uno de sus primeros objetivos de la legislatura, ha marcado el incrementar su inversión en ciencia y tecnología, y espero que tomemos ejemplo de ello.

-¿Estamos alcanzando tarde las conclusiones del análisis de lo que necesitan nuestras empresas?-Muchas veces hace falta una crisis para rectificar. Yo creo que nunca es tarde. España tiene muy buenos mimbres, es la décima potencia científica a nivel mundial y ese es uno de los mejores activos para la recuperación de la economía. Y trasladar el potencial científico al económico es uno de los caminos a trabajar y los instrumentos de inversión ayudarán a que esto ocurra.

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-El pasado año, centros de investigación públicos como el CSIC o Inbiomed se han aproximado en exceso al abismo. ¿Cómo ha vivido la situación de esta última?-Inbiomed, como muchas de las instituciones vascas, ha sido bastante dependiente de las transferencias de los Presupuestos Generales del Estado en los momentos en los que se transaccionaban en el Congreso transferencias hacia Euskadi. Ahora, con un Gobierno en mayoría absoluta y no dependiente de ninguna transancción, esas partidas que vienen de Madrid si no desaparecen quedan muy ajustadas y, por tanto, las instituciones que son muy dependientes de esas transferencias sufren y algunas colapsan si no tienen alternativa. Eso se ha unido a los ajustes de la Obra Social de Kutxa. Y el resultado, si no le has dado a la institución el tiempo suficiente para ser competitivo en Europa o para obtener más financiación privada por la venta de servicios, es un problema de viabilidad.

-¿Y eso a Cristina Garmendia le duele personalmente?-A mi me duele muy especialmente. Inbiomed es una institución muy especial. Un concepto como el de Inbiomed, el de la medicina regenerativa, es muy importante para Gipuzkoa, y el territorio tiene capacidades muy interesantes. Y si a Inbiomed se le da el tiempo necesario, con un plan de viabilidad financiera, disminuyendo el tamaño y volviendo a empezar, yo creo que volverá a retomar la senda del crecimiento.

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-¿Es necesario volver a empezar después de haber iniciado ya el camino?-Ese es uno de nuestros problemas. Volver a empezar es difícil, pero hay que volver a empezar muchas veces en la vida. Europa, y España en concreto, debe abrir y cerrar empresas con mayor flexibilidad y mayor rapidez. Es parte de nuestra vida. Hay que cerrar lo que no funciona, rectificar. Vivimos en términos de cambio. No es un drama, es algo puntual. Es una dificultad todo lo que se refiere a ajustes de plantilla, son situaciones personales complejas que siempre son difíciles. Pero hay que levantarse, volver a empezar y poner en valor el recorrido y lo aprendido en todos esos años de camino. Inbiomed ha contado con profesionales de primer nivel que tendrán opciones en muchos otros proyectos.

-Por otro lado, la falta de competitividad parece haberse llevado por delante a Fagor Electrodomésticos, uno de los emblemas de Gipuzkoa. ¿Ve cuestionado el cooperativismo?-Fagor, como todas las empresas dependientes del sector de la construcción en España tenía muy difícil sobrevivir. ¿Que había que haber actuado antes? Todo es muy fácil a toro pasado. Hoy en día los electrodomésticos son (productos básicos) y no soportan el coste del traslado. Si no lo soportan y hay que fabricar prácticamente in-situ, resulta muy complicado competir. Con una demanda cambiante la única vía es una producción flexible y eso supone un ajuste muy drástico en las plantillas, y eso le ha pasado a Fagor. Es tremendo sí, pero el ejemplo de Fagor, con unas consecuencias que nos sobrecogen, va a servir a la Corporación para mejorar su desarrollo de negocio y estrategia empresarial.

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-Desde su punto de vista y su experiencia, ¿observa que Gipuzkoa sigue siendo atractiva para atraer inversiones?-Cuando un inversor extranjero se plantea invertir en un país, le interesa normalmente su mercado, su proyección europea, el talento y el entorno. Y en el ámbito del entorno, la política juega un papel importante. Además, para que un inversor venga hay que salir y convencerles. El mejor activo de Gipuzkoa son los guipuzcoanos, y me consta que nuestras empresas y centros tecnológicos se estudian a nivel internacional. Pero aún así creo que en estos momentos no se está haciendo el esfuerzo político para atraer inversión internacional.

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