Un homenaje íntimo a Balenciaga

Fue un homenaje íntimo, sin grandes fastos, bajo el sol de Getaria. Un poema de Kirmen Uribe y una pieza de Beethoven recordaron ayer a Cristobal Balenciaga en el 40 aniversario de su muerte. Una ceremonia elegante, sobria y eficaz, como las creaciones del modisto guipuzcoano que acabaría triunfando en el mundo de la moda como el maestro del estilo.

El Museo Balenciaga fue el organizador de los actos de ayer. A primera hora de la mañana el pequeño cementerio de Getaria, asomado al mar como toda la localidad, fue el escenario del primer recuerdo. El personal del museo y representantes de la Fundación Balenciaga se acercaron hasta la tumba donde está enterrado el creador y realizaron una ofrenda floral. El director del museo, Javier Gonzalez de Durana, leyó el poema de Kirmen Uribe 'Itzul ezazue'.

En la comitiva había un visitante sorpresa: el diseñador Roberto Torreta, que precisamente visitaba el museo junto a su esposa y su hija, se sumó al acto ante la tumba del maestro. Después, al abandonar el edificio, Torreta escribió en el libro de visitas: «Magnífica experiencia visitar en un día tan especial el museo del verdadero y único maestro de la moda».

Tras la ofrenda del cementerio llegaron las actividades en el interior del museo. En el vestíbulo se instaló un gran retrato de Cristóbal Balenciaga con un libro de firmas en el que los visitantes pudieron dejar sus comentarios. «La obra del arquitecto de la alta costura sigue vigente», decía una de las notas escritas por visitantes que ayer llegaban al museo y se encontraban con este inesperado 'happening' especial.

También hubo música. Un trío de cuerda de Musikene interpretó en el hall del museo la 'Serenade op.8' de Beethoven, ante la sorpresa de los visitantes que tropezaron con un momento de magia especial en una luminosa jornada que llenaba de luz el edificio que acoge la obra de Balenciaga.

El modisto murió hace cuarenta años, pero su obra sigue vigente. A algo parecido le deben llamar «inmortalidad».