El banco atendió en 2011 a 16.000 personas al mes
El incremento de las donaciones y de los voluntarios palía los efectos de la crisis económica
J. G.
Domingo, 26 de febrero 2012, 05:23
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Los estatutos del Banco de Alimentos de Gipuzkoa le impiden repartir comida a particulares y comprar alimentos. Cuando alguna entidad les ofrece dinero para adquirir productos, ellos siempre se niegan y reclaman ayuda en especie. Es una manera de proteger sus principios. «Estamos contra el despilfarro de alimentos, no podemos comprar porque nuestra misión es aprovechar lo que sobra», dice José Ignacio Sánchez.
La crisis económica provocó el pasado año un aumento del número de beneficiarios del banco, cuyos responsables cifran en 16.000 personas al mes en cuarenta localidades guipuzcoanas, frente a las 15.000 del ejercicio anterior. Por suerte, este crecimiento ha venido acompañado por un incremento en las cantidades de alimentos recibidas, un 33,55% más, y por la incorporación de un número considerable de voluntarios en la sede del banco en Oiartzun y en la delegación que abrió en Bergara en 2011.
Los productos que recibe el banco de alimentos provienen de empresas, campañas de recogida en superficies comerciales dirigidas a particulares, otros bancos y el programa 'Último Minuto', con el que se recogen en supermercados y grandes superficies alimentos que están a punto de caducar. Un quinto origen, y el más importante cuantitativamente, es la Unión Europea. Del resto de Europa llegaron el año pasado a Gipuzkoa 934.501 kilos de alimentos, cantidad que superó con creces a las 598 toneladas de excedentes alimentarios que se recibieron en 2010. Toda esta comida se repartió en 2011 a un total de 122 entidades que la distribuyeron a su vez entre 15.125 adultos y 734 niños.
Y puestos a destacar, sobresale la aportación de los particulares. En las campañas de recogida de alimentos que el pasado año se llevaron a cabo en hipermercados de Alcampo, Carrefour y Eroski se recolectaron 42.214 kilos, un 25% más que en 2010.
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El banco de alimentos cuenta en la actualidad con 35 voluntarios que se turnan para recoger, seleccionar y almacenar los productos que reciben. El hecho de que nunca digan no a lo que se les ofrece no significa que ellos hagan lo mismo con lo que reparten. Todos los alimentos que pasan por sus manos son repasados con minuciosidad y se desechan los que tienen la fecha caducada y los productos frescos que no presentan buenas condiciones para su consumo.
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