Euskadi necesita inmigrantes para cuidar a sus mayores y sus hogares
Las mujeres coparán el flujo de extranjeros en los próximos años. Un estudio del Gobierno Vasco advierte sobre la necesidad de integrar a la segunda generación
JAVIER GUILLENEA
Martes, 29 de noviembre 2011, 08:51
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En el País Vasco hay sitio para más inmigrantes. Y no solo hay espacio disponible para ellos, sino que también son necesarios para cuidar a una población autóctona cada vez más envejecida. Además, los extranjeros que vendrán en los próximos años serán mayoritariamente mujeres y latinoamericanas. En cuanto a los que ya residen en Euskadi, forman parte de la sociedad vasca y sus hijos se preparan para que su futuro sea mejor que el de sus padres.
En este contexto, los problemas más inmediatos que planteará la inmigración no tendrán que ver con el número de personas extranjeras, sino con su integración y convivencia. «La gente ya ha llegado, y lo ha hecho en muchos casos con vocación de permanencia, con proyectos migratorios sólidos y viables. La gente ya es vecina, es parte indisoluble de la sociedad vasca», afirmó ayer Miguel González, director de Inmigración del Gobierno Vasco.
El responsable del Departamento de Empleo y Asuntos Sociales presentó el Anuario de la Inmigración en Euskadi 2010, un estudio elaborado por el Observatorio Vasco de la Inmigración, dependiente de la consejería dirigida por Gemma Zabaleta. El informe, que ha sido coordinado por los profesores de la UPV Gorka Moreno y Xabier Aierdi, será uno de los elementos fundamentales para desarrollar el pacto social por la inmigración que pretende alcanzar el Gobierno Vasco.
El anuario ofrece cifras y argumentos para derribar viejas creencias en torno a la inmigración. Entre ellas, la que sostiene que en los últimos años se ha producido en Euskadi una avalancha de extranjeros atraídos por el efecto llamada de las prestaciones sociales.
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Según los datos recogidos en el estudio, el número de personas extranjeras empadronadas en la Comunidad Autónoma Vasca el 1 de enero de 2010 era de 139.369, lo que suponía el 6,4% de la población total. Este porcentaje sitúa al País Vasco entre las autonomías con menor población inmigrante y muy lejos de la media estatal (12,2%).
Sin embargo, la crisis económica ha provocado un vuelco en esta situación. En 2010 se produjo un momento de inflexión en la evolución de los flujos migratorios y se detectó un claro descenso en la llegada de población extranjera. Es un retroceso que no se nota tanto en Euskadi, donde el pasado año el incremento de inmigrantes fue del 4,9%, el segundo más alto del Estado. Con este dato los autores del estudio llegan a la conclusión de que «aunque a nivel estatal se da una cierta saturación en la acogida potencial de más población extranjera, en la CAV todavía hay cabida».
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Nicho laboral
Uno de los motivos de que aún podamos acoger inmigrantes, aunque menos que antes, reside en el menor impacto de la crisis debido a la estructura sociolaboral vasca, donde el sector de la construcción no es tan relevante como en otras zonas. «El principal sector de acceso al mercado de trabajo para este colectivo se centra en las tareas domésticas y los cuidados personales», sostiene el anuario.
En un País Vasco con «unos problemas de dependencia brutales» como consecuencia del envejecimiento de la población, existe todavía un importante nicho laboral en el campo de la atención a mayores y a hogares. Y este es un hueco donde las mujeres se han instalado y lo van a seguir haciendo, sobre todo las de Latinoamérica, lugar de procedencia del 44,1% de los inmigrantes en Euskadi. El peso femenino entre las personas que provienen de esta zona geográfica es mayoritario y en algunas nacionalidades se convierte en abrumador. Es el caso de Paraguay, país del que el 71,1% de los extranjeros que llegan a la CAV son mujeres.
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La fuerte presencia femenina entre los inmigrantes sirve para desmontar la creencia de que los extranjeros vienen a Euskadi atraídos por el dinero fácil que les proporciona la Administración. «En los discursos sociales surge muchas veces la imagen de que estamos ante flujos incontrolados, oleadas y avalanchas, pero no es así», señalaron ayer los autores del estudio. En lugar de un efecto llamada, añadieron, se produce «un efecto necesidad por parte de la sociedad receptora, que condiciona el tipo de inmigración que recibe». Dicho de otra forma, si llegan muchas mujeres es porque son necesarias para cuidar a nuestros mayores y limpiar nuestras casas, no porque vengan a cobrar subsidios.
«No vienen de tránsito»
Los autores del anuario hablan de «un cambio de ciclo». A partir de ahora, sostienen, «el énfasis ha de ponerse no tanto en la acogida como en la lucha contra la discriminación y el racismo». Se trata de integrar no solo a los que han llegado de su país sino también a las segundas generaciones, y de pensar que «no vienen de tránsito sino que se van a instalar en Euskadi definitivamente».
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Una manera de afrontar esta situación es tener en cuenta que si los inmigrantes de primera generación necesitaban empleo, sus hijos necesitan educación para mejorar su situación social. Algo similar ocurrió con el flujo migratorio que llegó a Euskadi durante la década de los sesenta del siglo pasado. Aquello funcionó con sus luces y sombras, pero está por ver si volverá a funcionar. «Uno de los grandes dilemas es si ese esquema se va a poder seguir dando en nuestro entorno», admitieron los responsables del anuario.
La receta para integrar a esa segunda generación se llama sistema educativo, que «jugará un papel fundamental porque dará a esos jóvenes la posibilidad de ascender socialmente». Los expertos usaron ayer dos imágenes para ilustrar sus palabras. «Los padres cogieron el autobús para ir al trabajo. Los hijos cogen el ascensor para subir».
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