¡Qué cruz!

No, no me quejo de algún asunto de la vida municipal. El titular de este artículo me viene al pelo para valorar como se debe el nuevo, magnífico, trabajo de Rafael Moneo en nuestra ciudad. No soy una persona religiosa, pero puedo ver que la iglesia de Riberas de Loiola va a ser un nuevo icono de San Sebastián. Yo no voy los domingos a misa, pero iría semanalmente por allí sólo por verla. Contemplar esa cruz silueteada por la luz que se filtra por la cubierta, palpar la sencillez de sus líneas, admirar esos espacios laterales, blancos como un pueblo de Cádiz, pensados para el recogimiento y la oración. Yo me presentaré por allí de vez en cuando para escuchar a Oscar Candendo interpretar alguna pieza de Bach en el órgano de la prestigiosa firma Johannes Klais Orgelbau, un elemento que parece diseñado, como el resto del mobiliario de la iglesia, por el propio arquitecto. Me dejaría caer por Riberas sólo por ver a la Virgen María de Jose Ramón Anda. O para admirar esa vidriera en alabastro creada por Moneo inspirada en las iglesias de la Toscana. Claro que uno podrá entrar en el templo si el párroco nos lo abre, si no como un museo, sí al menos con un horario más amplio que el de las misas.

La arquitectura también es cultura, ahora que hablamos de programas electorales de los partidos políticos. Las dos últimas casas de cultura de esta ciudad lo atestiguan: la bella propuesta del Palacio de Aiete, excavada bajo los jardines traseros y con una cristalera de colores como muro pantalla, y la gran biblioteca que tendrá Intxaurrondo, a partir de septiembre, en el nuevo centro cívico. Tiene razón el alcalde cuando dice que habrá que tener mucha mano para gestionar el conjunto de equipamientos culturales de los que se ha dotado la ciudad. Eso sin entrar en Tabakalera ni en 2016. Por cierto, hace cuatro años nos íbamos a poner en marcha para conmemorar el 2013. Estamos en 2011 y no he visto aún la primera piedra del bicentenario.