Susana Soto posa en uno de los pasillos que han surgido entre el antiguo convento y el nuevo edificio. :: USOZ
Susana Soto, Directora del Museo San Telmo

«En la inauguración se creó un clima de complicidad con San Telmo»

El lunes por la noche constató las buenas vibraciones que el nuevo museo San Telmo transmitía a los primeros visitantes

TERESA FLAÑO

Jueves, 31 de marzo 2011, 10:38

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Pasados los nervios de la inauguración oficial, Susana Soto se permitió un pequeño relajo para disfrutar de las sensaciones que vivió el lunes por la noche cuando constató las buenas vibraciones que el nuevo museo San Telmo transmitía a los primeros visitantes. Sólo fueron unas pocas horas porque el martes volvió a entrar en una nueva vorágine, la de preparar el fin de semana de puertas abiertas.

-Ya pasados los nervios de la inauguración. ¿Cómo vivió ese día?

-Lo vivimos con muchísimos nervios. Con esa sensación que tienes cuando te examinas después de estar mucho tiempo estudiando, en este caso trabajando. Era poner a prueba el trabajo que ha hecho mucha gente. La sensación del lunes fue de aceptación, de haber aprobado con buena nota. El equipo de San Telmo vivió una fiesta, como el final de un camino. Paseaba por el claustro, entre los 1.300 invitados, y recibía la sensación de que había gustado. Pienso que se creó un clima de complicidad. He recibido un mensaje que me parece muy representativo. Entre otras cosas dice que, además de hacer un trabajo riguroso, hemos conseguido «entusiasmar a los donostiarras y que la gente considere al museo como algo muy suyo, como a la Real, como al Orfeón, como al Paseo Nuevo». Por la calle gente que no conozco me ha empezado a parar para felicitarme o para preguntarme cuál es el mejor día para visitar el museo. Creo que es un síntoma de que está calando

-¿Y ahora?

-Estamos realizando las visitas guiadas que teníamos apalabradas. El primer día, el martes, vinieron más de cien arquitectos. El viernes (por mañana) presentamos la exposición temporal '6.000 millones de otros', y el fin de semana será de puertas abiertas. Hay que aclarar que lo que se ve no es el museo completo. No quiero que la gente se lleve un desengaño. Ahora se está mostrando parte del edificio nuevo, donde va a ir la exposición temporal más los espacios para talleres, biblioteca, salón de actos o salas didácticas y todo el patrimonio recuperado como la iglesia o el claustro. La exposición permanente todavía no se ha abierto. Esperamos acabarla para dentro de un par de semanas.

-¿Cree que la inauguración, condicionada por las fechas electorales, se ha precipitado?

-Me hubiera dado mucha pena que por imperativo legal hubiéramos abierto San Telmo dentro de un mes sin esta inauguración. El edificio se merecía algo particular. No estaba justificado esperar hasta junio porque el edificio ya estaba acabado. Además, la exposición temporal estaba contratada desde hace dos años y tenía fecha. Ya la tuvimos que retrasar un mes porque el edificio no estaba en condiciones. Llegar a Semana Santa con el museo abierto y la exposición montada era un objetivo que nos habíamos planteado. Tampoco hubiera optado por abrir todo a la vez. Sería un exceso y hubiera sido muy difícil explicar y mostrar todo a la vez. Una cosa se hubiera comido a la otra. El lunes fue la puesta de largo del museo, pero tenemos la presentación de la exposición temporal que es muy importante. Por eso queremos que la visita masiva se produzca este fin de semana y después todavía haya que volver para ver la permanente. Son demasiados metros cuadrados, 10.000, y es imposible verlo todo en una sola visita. La apertura escalonada es interesante. Además, en el montaje de la exposición permanente no se puede correr, cada pieza tiene que estar perfectamente colocada, iluminada y documentada.

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-¿Todavía quedan muchos elementos por ajustar?

-Sí. Como todas las obras, esta tiene un largo periodo de remate. Además se ha entregado hace muy poco tiempo. Hay cosas que tenemos que cuidar y corregir como por ejemplo el ruido que hace el suelo de madera. Han probado una solución que funciona y que la van a aplicar. Hay otras cosas como las señales, las marcas de las salidas de emergencia. El montaje de la museografía modifica lo que es el edificio acabado y vacío. Hay que controlar la climatología, la seguridad... Ahora la construcción se debe adaptar a los contenidos. Esto sucede siempre y eso que hemos contado con la ventaja de que los arquitectos Nieto y Sobejano han sido muy receptivos a todas nuestras propuestas durante el proceso de construcción y rehabilitación.

-¿Se puede considerar la exposición '6.000 millones de otros' como un resumen de los propósitos del nuevo San Telmo?

-Para traerla hemos trabajado durante dos años. Se inauguró en París y ha estado en Roma, Shanghai, Bruselas. La queríamos. Durante este tiempo ha sido muy difícil explicar que San Telmo va a ser un museo que habla de la sociedad vasca y nos parecía que esta muestra, que es un montaje de vídeos, se refería al espíritu que queremos transmitir, aunque de forma más global. Nosotros no hablamos del mundo sino de nuestra sociedad. Era una forma de arrancar explicando que vamos a trabajar en esa línea.

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-Comenta que ha sido difícil explicar el espíritu del museo. ¿Cree que el público lo va captando poco a poco?

-Sí, pero entiendo que todavía mucha gente no se haga a la idea de cómo va a ser. Una película no sabes si te gusta o no hasta que no la ves por mucho que te la cuenten antes. Una cosa es que te digan de qué va a hablar y otra es que la forma en la que se ha hecho ese discurso te guste, te identifiques, te haga pensar y experimentar. Se logra o no. Ha sido difícil explicar, pero confiamos en que el museo se presente a sí mismo en la visita.

-¿A la hora de pedir colaboración ha habido personas reacias o que no han querido ayudar?

-Ha habido un caso concreto, pero nada más. Sí algunos de escepticismo e incluso de gente que no comparte este modelo y que hubiera hecho otro museo con menos metros cuadrados para las exposiciones temporales y más de permanente. Algunos preferían que la arqueología tuviera mayor espacio, otros que fuera la etnografía la predominante; lo mismo con las Bellas Artes. Es muy difícil que San Telmo contente a todo el mundo, especialmente a las personas que ya tienen una especialidad y la quieren ver reflejada. Es una equipación multidisciplinar y al abarcar todo habrá gente que no se considere los suficientemente representada. Pero a nosotros nos preocupa el público. La representación que hace el museo de la sociedad vasca de su creación artística, de cómo ha trabajado, cómo ha vivido. El apartado sobre los desafíos que tiene hoy y que todos somos protagonistas, parte activa de esa sociedad que está en continua transformación, es completo. No se ha hecho en solitario desde el museo, sino que hemos recurrido a instituciones, entidades, investigadores, aficionados... Hemos establecido muchas relaciones para sacar adelante el discurso. En su definición podemos decir que San Telmo es un museo compartido por muchísimas personas. Esto te da una cierta seguridad cuando presentas el resultado. También quiero decir que estamos abiertos a las sugerencias porque va a estar en permanente evolución.

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-En la presentación en sociedad, una de las grandes sorpresas fue redescubrir la iglesia.

-Ha sido un espacio muy difícil. La rehabilitación ha traído consigo un reconocimiento de un patrimonio del que no se tenía referencias. El convento y la iglesia tienen ahora mucha más importancia. Era muy difícil combinar la recuperación de la cripta, los confesionarios y las pinturas con un discurso. Casi todo lo que metíamos contaminaba en exceso la arquitectura. Es el espacio que más tiempo y proyectos ha tenido. Siempre había algo que fallaba. La opción de recurrir al elemento audiovisual, sin pantallas, con las paredes como soporte del discurso creo que es la más acertada. Contamos cosas como la historia del edificio y presentamos los desafíos de la sociedad con una mesa interactiva, que ahora está en una versión 'demo'.

-Se ha referido a un museo en transformación. ¿La gente va a poder seguir donando piezas?

-Por supuesto. Para nosotros, en estos años, una experiencia muy importante ha sido contar con bastantes personas que han entendido que sus donaciones eran fundamentales. También muchas empresas han aportado piezas para el área de industrialización que explica el proceso de transformación que vivió una sociedad en los siglos XIX y XX. Apenas teníamos piezas. La colaboración ha sido extraordinaria. Lo mismo nos ha pasado con donaciones de particulares. Tenemos un poco perdido el patrimonio de esa sociedad urbana de mediados del siglo XX, de la época que viene después de la Guerra Civil. Son objetos que te permiten explicar cómo era la vida entonces. La gente suele pensar que eso lo conoce todo el mundo, pero no es así porque nuestros hijos no lo han vivido. Las cosas empiezan a ser patrimonio cuando salen de la vida cotidiana.

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