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La solera del parque de Igueldo
EL PULSO DONOSTIARRA

La solera del parque de Igueldo

Miles de visitantes pasan anualmente por este parque que fue inaugurado en 1912 por la reina María Cristina. A dos años del centenario, mantiene el estilo original

ALETXU PEÑA

Viernes, 7 de mayo 2010, 09:47

La ciudad cuenta con distintos y variados atractivos y uno de ellos es el viejo Parque de Atracciones del Monte Igueldo, visitado anualmente por miles de personas, principalmente niños, y que dentro de dos años festejará su centenario. Pocos parques de atracciones en el mundo habrán sido testigos del paso de cinco generaciones de ciudadanos. Ese es nuestro parque de Igueldo, con esa solera que guarda desde que comenzó a funcionar en 1912.

Un año antes, en 1911 se constituye la Sociedad Monte Igueldo, promovida por el abogado afincado en San Sebastián, Evaristo San Martín, que impulsó el proyecto de crear un centro de ocio y recreo en Igueldo, para lo cual habían adquirido la propiedad de todo el monte, donde en aquella época tan solo existían tres caseríos.

El primer paso fue construir una carretera por el lado del faro y poner en servicio un funicular para transportar a los visitantes, ya que poca gente disponía de vehículo por aquel entonces.

Y el primer atractivo fue el casino-restaurante. El 25 de agosto de 1912 la reina María Cristina inaugura las modernas instalaciones a las que a partir de entonces acudiría la alta sociedad donostiarra y los visitantes de postín que acudían a la ciudad desde que la realeza eligió San Sebastián como lugar de baños en la temporada estival.

Pero poco tiempo iba a durar la actividad del juego tanto en el casino de Igueldo como en el de Alberdi Eder. El 14 de enero de 1925 se prohíbe el juego en España.

La Sociedad Monte Igueldo se apresura a cambiar la actividad de casino por la de un elegante salón de baile, que contó con gran éxito desde el comienzo. A la par, algún representante de la Sociedad Monte Igueldo se desplazó a Sevilla coincidiendo que se celebraba la Exposición Internacional Iberoamericana y allí se fijó, pensando en su monte donostiarra, en cuatro divertimentos. Estos eran el Río Misterioso, un Estanque con Motoras, un Laberinto y una Montaña Rusa (que en San Sebastián nunca ha tenido este nombre sino el de Montaña Suiza). Puestos en contacto con el creador y propietario de estas mismas, de origen inglés, no sólo las adquirieron sino que consiguieron que el propio inglés se viniera con ellas fijando su residencia en San Sebastián. La montaña y el río serían propiedad de la Sociedad y las motoras y el laberinto serían explotados por su primitivo promotor.

Desde entonces el parque funcionó con estas nuevas instalaciones sin olvidar el frecuentado salón de baile. Pero con el paso del tiempo las modas eran las que mandaban y el baile dejó de ser atrayente. La Sociedad fue adaptando sus instalaciones a lo que se ponía de moda en el resto de ciudades y así se abrieron varias salas de cine a la vez que se mantenían las primitivas atracciones y se iban incorporando otras nuevas, como carruseles, los ponis, autos de choque, o el trenecito, que tan solo tiene dos años de vida. A pesar de la entrada de nuevas atracciones el parque mantiene en todas ellas ese sabor antiguo, a belle epoque, y así lo seguirán haciendo, según aseguran los actuales responsables de la Sociedad Monte Igueldo. Es por ejemplo el caso del funicular que sigue funcionando a diario con los mismos equipos y vehículos de su inauguración. Los coches aún conservan, con alguna pequeña modificación, la carrocería de madera originaria.

En todo este tiempo, el parque se ha ido adaptando a la modernidad sin perder el encanto y todas las renovaciones que se realizan se hacen con similares materiales a los originales.

La Montaña Suiza

Una de las grandes estrellas del parque es la atracción llamada Montaña Suiza, que cuenta con dos cualidades que la hacen única en el mundo: su nombre y el hecho de que esté construida sobre hormigón. Los responsables del parque mantienen que nunca se ha llamado montaña rusa. Sin embargo, la leyenda urbana apunta a que de rusa pasó a llamarse suiza en la época posterior a la guerra civil. Sea como fuere este artilugio se mantiene hoy como en el primer día y es una atracción reconocida mundialmente por los expertos que conocen bien los parques de atracciones. Se trata de una montaña mecánica que funciona por inercia, excepto en la última curva, donde recurre a un motor de 130 caballos para impulsarse. El ancho de la vía es de 75 centímetros.

La Montaña Suiza, el carrusel, el tren y el funicular lo gestiona directamente la Sociedad Monte Igueldo, el resto de las atracciones están arrendadas y las explotan particulares que están siempre dispuestos a abrir las persianas de sus instalaciones cuando llegan algún grupo infantil especial.Además al recinto acuden a diario cientos de personas a disfrutar de las vistas que ofrecen las amplias terrazas o incluso a subir al viejo torreón que no todo el mundo sabe que se construyó en 1778 como faro marino para que sirviera de orientación a los barcos.

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