El cuerpo de la joven fallecida es trasladado por trabajadores de la funeraria. ARIZMENDI
Tragedia en Zaldibia

Zaldibia llora a Soledad y al pequeño Dylan

Una joven de 25 años y su bebé fallecen en Zaldibia por inhalación de monóxido de carbono. El marido, que fue quien dio la voz de alarma, fue ingresado en el hospital

Jueves, 31 de marzo 2022, 06:36

Zaldibia llora la muerte de Soledad, una joven de 25 años, y su bebé de 17 meses, llamado Dylan, como consecuencia de una inhalación ... de gas mientras dormían. La voz de alarma al centro de Emergencias-SOS Deiak 112 la dio el marido y padre de las víctimas cuando, pasadas las seis de la mañana, se despertó ayer como cada día para ir a trabajar y al sentirse indispuesto por el efecto de la emanación de monóxido de carbono, acudió a la habitación donde descansaba su familia y comprobó que ni el niño ni su madre reaccionaban a sus movimientos y voces.

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El joven, Luciano Distefano 'Lucho', que como su mujer era natural de Argentina y desde hace cinco años residían de alquiler en la localidad de Goierri, fue trasladado al Hospital de Zumarraga pero se encuentra estable. Mientras la Ertzaintza investiga las causas del suceso, la principal hipótesis que barajaban ayer los técnicos que acudieron al lugar apuntó a la caldera que se encuentra en la cocina como la causante de la emisión letal.

La trágica noticia sacudió a los vecinos de Zaldibia, cuyo Ayuntamiento decretó tres días de luto. Muchos de los zaldibiarras que residen en los portales más próximos al número 58 de la calle Santa Fe, en el centro de la localidad, se despertaron con las luces de las sirenas de los servicios de Emergencias desplazados al lugar: al menos cuatro patrullas de la Policía vasca y varios agentes de paisano, dos camiones y un todoterreno de bomberos y cuatro ambulancias. Fueron los agentes de la Ertzaintza los que realizaron las primeras maniobras de reanimación, pero no pudieron salvar la vida de la madre y el bebé. Los recursos sanitarios que llegaron poco después solo pudieron constatar su fallecimiento. El único superviviente –que además de llamar al 112 también avisó a su hermano, que reside en una casa a la entrada de Zaldibia– fue atendido en el interior de la vivienda. De hecho, sobre las 7.30 horas salió por su propio pie y se introdujo en la ambulancia que lo evacuó al hospital. Caminó con una mascarilla mediante la cual un sanitario le iba administrando oxígeno. Su hermano, mientras tanto, trasladó en brazos el perro que tenía la familia.

A Noemí, la vecina de la puerta C de la planta baja, la misma donde la familia argentina residía en la mano A, la despertaron «unos timbrazos. Eran las seis y veinte y nos han dicho que había una fuga de gas y que abriéramos todas las ventanas para que se ventilara la casa».

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Monóxido de carbono

Según explicó a este periódico Fernando García, oficial del servicio de Bomberos de la Diputación de Gipuzkoa, los sanitarios y ertzainas fueron los primeros en llegar a la vivienda y, tras comprobar la presencia de monóxido de carbono en su interior, solicitaron la presencia de bomberos, que se desplazaron desde Ordizia. Estas dotaciones llegadas del parque de Goierri procedieron a la aireación del piso con ventiladores. La existencia de monóxido de carbono y la ausencia de gas en el aire hicieron apuntar a una mala combustión de la caldera, que se encuentra en el interior de la cocina, como la causa más probable de la tragedia.

El propio Ayuntamiento confirmó, en un comunicado emitido a las 12.00 del mediodía, que la muerte de sus dos vecinos se había debido a «la inhalación de gas monóxido». Sin embargo, para «determinar el origen de los hechos» remitió a la investigación que dirige la Ertzaintza. Varios agentes volvieron a inspeccionar la instalación a lo largo de la tarde de ayer.

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Galería. Un bombero inspecciona las tuberías de gas en la fachada de la vivienda. arizmendi

Las únicas ventanas del piso en el que se desencadenó la fatalidad –que cuenta con dos habitaciones, baño y cocina americana– dan a la parte trasera de la calle Santa Fe, donde discurre el río Amundarain. Como precaución, se cerró la llave de paso del gas situada en esta fachada y también se procedió a inspeccionar el piso de enfrente. «Pero no han detectado nada», afirmó la vecina, Noemí, a la que no hubo necesidad de cortarle el suministro de gas.

En el exterior del edificio, que según fuentes municipales tiene 22 años de antigüedad aunque aparenta menos, la fila de vehículos de emergencias colapsó la calle de sentido único. Enseguida llegó el autobús urbano, que permaneció sin poder avanzar durante más de media hora, y también quedó obstaculizada la salida de los garajes cercanos. Aunque fueron pocos los vecinos que se acercaron al lugar, la mayoría de ellos para comprar en la frutería de enfrente, la noticia corrió como la pólvora y, lógicamente, llegó a la haurreskola a la que la madre llevaba a su hijo a diario y donde colocaron unas flores en memoria de ambos.

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Como muchos de sus vecinos de portal, el presidente de la comunidad de Santa Fe 58, Felipe Garmendia, se despertó alertado por «las luces y el jaleo que se oía en la calle». Miró el reloj y serían «las siete menos veinte». Su hijo acababa de ducharse para ir a trabajar. Según afirmó el administrador, en un primer momento ni a él ni al resto de las tres plantas del vecindario le timbraron para alertar de una posible fuga de gas, algo que fue descartado tras analizar la incidencia en la planta baja.

Revisión de gas

Visiblemente afectado por la tragedia que había azotado a una familia «muy discreta» pero que «había empezado a coger confianza con los vecinos», Garmendia explicó que el edificio cuenta con 15 viviendas –tres en la planta baja y cuatro en cada una de las tres alturas superiores– y los bomberos luego «fueron comprobando piso por piso los niveles de monóxido de carbono», sin que se registraran anomalías. También analizaron «el armario de los contadores, el ascensor, los desagües... Les he ido abriendo las cerraduras, pero todo ha sido normal. El problema ha sido únicamente en la vivienda de la planta baja», que fue analizada por varios técnicos de la empresa distribuidora de gas, quienes al terminar su labor no emitieron juicio alguno.

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Uno de los vecinos del edificio, que rogó no facilitar su identidad, aseguró que «la caldera fue revisada hace no muchos días», un hecho que ningún organismo oficial confirmó después. Gregorio Jauregi, fontanero en la localidad, alertó del «gran peligro» que supone el monóxido de carbono porque «te adormece sin enterarte. Si hay una fuga de gas, el olor te puede advertir. El monóxido, en cambio, no. Por desgracia, no es la primera vez».

«El pueblo está en shock»

Desde primera hora de la mañana, la alcaldesa de la localidad, Eztitxu Mujika (EH Bildu), permaneció junto a Mikel Luloaga, concejal de Servicios y Bienestar social y teniente alcalde, en la acera de enfrente al portal donde residía la familia. No se fueron hasta que el furgón de la funeraria Oyarbide procedió a evacuar los cuerpos de los dos fallecidos, sobre las 12.30 horas, apenas unos minutos después de que lo hicieran los técnicos del gas.

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Como sus vecinos, Eztitxu Mujika se mostró consternada por la tragedia, de la que tuvo noticia a través de la llamada de la prensa, apenas dos minutos antes de que fuera avisada por el propio Luloaga. Salió de casa inmediatamente junto a su hijo, del que pasadas las diez de la mañana se hicieron cargo el aitona y la amona. Los representantes municipales lamentaron el «golpe fuerte» que supone esta desdicha que ha dejado a Zaldibia, con apenas 1.630 habitantes, «un poco en shock. Somos un pueblo pequeño, y normalmente estas noticias las vemos en los medios de comunicación», explicaron».

Mujika y Luloaga explicaron que Lucho y Soledad «llevaban cuatro o cinco años afincados aquí. Hacían una vida como cualquier familia, llevaban al niño a la haurreskola... Lo normal en el pueblo». Además, mostraron la disposición del Ayuntamiento para atender y estar «cerca» de los amigos y allegados de una familia rota por la tragedia que conmocionó a toda la localidad de Zaldibia.

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Tres días de luto en señal de «solidaridad» hacia la familia

El Ayuntamiento de Zaldibia decretó ayer tres días de luto por el fallecimiento de sus dos vecinos, la joven de 25 años y su bebé de 17 meses. Ya al mediodía, la ikurriña de la plaza en la que se encuentra el edificio consistorial permaneció a media asta «como gesto de solidaridad» hacia la familia de Luciano Distefano, superviviente de la tragedia. A través de un comunicado, el Consistorio mostró su apoyo «a los familiares y amigos de los dos zaldibiarras» fallecidos y deseó que el marido y padre de las víctimas «se recupere lo antes posible».

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