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El antropólogo Francesc Bailón hablará mañana, en compañía de Roge Blasco, sobre la vida y las tradiciones del pueblo inuit.

Tolosa

«Desde que empecé a convivir con los inuit he aprendido a ser mucha mejor persona»

En una charla con el periodista Roge Blasco, hablará sobre la vida y las tradiciones de los inuit, mañana en las Jornadas Amalur (19.00, Topic)Francesc Bailón Antropólogo especializado en culturas árticas

Miércoles, 5 de febrero 2025, 20:42

Por su dilatada trayectoria y experiencia en el estudio e investigación de la cultura inuit, Francesc Bailón está considerado como uno de los mayores especialistas en esta materia a nivel mundial. En una charla con Roge Blasco, periodista experto en viajes y aventuras, ofrecerá mañana, viernes, en las Jornadas Amalur del CIT (19.00), una conferencia sobre la vida y tradiciones de los inuit, un pueblo indígena que vive en perfecta simbiosis con la naturaleza.

– ¿De dónde le viene su fascinación hacia el Artico y los inuit?

– A los niños les atrae mucho el Artico y a mí también me pasaba lo mismo: los osos polares, las focas, las nieves, los paisajes solitarios... me evocaban la imagen de un territorio lejano, exótico. Yo tenía esa fascinación desde la infancia, pero todo cambió cuando leí un libro donde se decía que los inuits resuelven todos sus conflictos internos mediante historias, canciones e improvisaciones. Aquello me marcó.

UN PUEBLO EJEMPLAR«Son solidarios y honrados, uno de los últimos soplos de humanidad que le quedan al planeta»

– ¡No es para menos! ¿Y ha comprobado que realmente es así?

– Sí, claro. Aquello cambió mi vida. Hice mi primer viaje en 1997 y desde entonces me dedico a investigar y conocer su vida, también a organizar viajes al Artico. No puedo estar sin ir allí varias veces cada cierto tiempo. Tengo incluso padres adoptivos inuit.

– ¿Qué es lo que le han aportado tantos momentos de convivencia con el pueblo inuit?

– Yo soy mejor persona desde que convivo con ellos, así de rotundo te lo digo. Son amables, hospitalarios, solidarios, honrados y transparentes. Los inuit son el ser humano en su estado más puro. Son uno de los últimos soplos de humanidad que le quedan al planeta. Todo lo contrario de lo que realmente es el mundo occidental. Los inuit te enseñan de dónde hemos venido y en qué nos hemos convertido en Occidente.

– ¿De verdad que siente tanta armonía viviendo con ellos y viajando por un territorio tan solitario como suele confesar en sus entrevistas?

– Absolutamente. Un pueblo que recurre a la palabra en vez de a la violencia física para resolver sus conflictos es un pueblo ejemplar. Yo me siento feliz cuando estoy con ellos. Además de la convivencia, las sensaciones y las emociones que siento en un paisaje como ése son indescriptibles. Es una mezcla de vacío y libertad. Porque la soledad la sientes aunque estés acompañado, y además el silencio tiene su propio sonido.

– ¿De qué forma viven conectados al medio en el que viven, a la naturaleza?

– De una manera absoluta. Son ecologistas en potencia. Respetan el entorno, saben cuando tienen que cazar unos animales u otros, detectan e interpretan las huellas medioambientales. Viven totalmente alineados con los ciclos de la naturaleza.

– ¿Y nunca se enfadan?

– No lo exteriorizan. Los inuit, ante las adversidades, sonríen para exteriorizar las tensiones acumuladas. Entonces yo, aquí en Occidente, ante las adversidades, intento sonreír siempre. Es una buena costumbre que invito a seguir.

– ¿Viven al margen de los avances tecnológicos? ¿Usan Internet, móviles, etc?

– Claro que los usan. La primera vez que le visité los utilizaban en los trineos y yo todavía no tenía ni teléfono. No viven al margen de la tecnologías. Las usan todas, pero no como lo hacemos aquí en el mundo occidental. Tienen televisiones de plasma, Internet, móviles, redes sociales... pero han logrado un equilibrio asombroso para absorber estos avances y mantener su modo de vida tradicional. Y además, redes como el Facebook les resulta de gran utilidad.

– ¿Por qué, cómo las usan?

– Utilizan el Facebook para comunicarse entre ellos con asuntos que les importan realmente: dónde cazar focas, aspectos sobre el tiempo, se felicitan cumpleaños, mandan fotos con sus capturas... Hay que tener en cuenta, además, que en varios casos están separados por muchos kilómetros y esta herramienta les viene muy bien. No la emplean para hablar de otras cosas, ni para debatir. Por ejemplo, lo que pueda decir Trump de Groenlandia les da igual y no hablan de ello en sus redes sociales.

– ¿Cada cuánto tiempo va a Groenlandia? ¿Cómo se comunica con sus amigos inuit?

– Procuro ir al menos dos veces al año. Hablo algo de groenlandés y si no, nos arreglamos en inglés o con mímica. He realizado más de 45 expediciones al Ártico. Además, he viajado a más de 60 países, recorriendo los continentes de África, América, Asia y Europa, y conviviendo con comunidades indígenas.

– También promueve viajes organizados al Artico. ¿Cómo los plantea?

– Procuro que sea una experiencia inmersiva y respetuosa con la gente y el entorno. Convivimos con los inuit y aprendemos sus antiquísimos métodos de caza y pesca. Viajamos en trineos tirados por perros. alimentos tradicionales (foca, halibut, mero, bacalao, etc.). Construimos iglús de nieve y disfrutamos de la música y la danza tradicionales. Disfrutamos de epectaculares vistas de los fiordos, glaciares e icebergs. Y podemos observar focas, osos polares y zorros polares, así como las auroras boreales.

– Supongo que los efectos del cambio climático se notarán especialmente en todas esas zonas árticas...

– Evidente y tristemente es así, y parte de mi labor divulgativa también va enfocada hacia una labor de concienciación de lo que está pasando. Con el calentamiento climático empieza a ser habitual que los territorios situados más al sur queden libres de hielo durante la época más cálida del año.

– En una entrevista que le hizo nuestro compañero Borja Olaizola comentó que los inuit cultivan fresas. ¿Es así?

– Es una clara evidencia para demostrar que lo del calentamiento va en serio. Y no solo las cosechan, sino que luego las comercializan y las venden con un sello que acredita que son un producto de Groenlandia.

– También le explicó en la misma entrevista que se veían huertos. Algo que sería impensable hace no tantos años...

– Empieza a ser común encontrar un huerto junto a las casas de los enclaves más meridionales, algo del todo impensable cuando visité por primera vez la isla. Cultivan todo tipo de hortalizas, desde tomates hasta patatas, e incluso se han puesto en marcha granjas escuela para que la población aprenda los rudimentos de la agricultura.

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