La Sociedad Azari no descarta volver a celebrar la veterana tirada de pichón

La afición, tanto a la caza como a la pesca, existente desde antiguo en la localidad, llevaba a un grupo de aficionados a formalizar su existencia, como asociación legalmente constituida, el 14 de marzo de 1926. Surgía la 'Sociedad de Cazadores y Pescadores de Villafranca de Oria' con el tiempo, simplemente 'Azari', entidad que pasa por ser la más antigua de Gipuzkoa, dedicada a estos menesteres, que permanece en activo, y que se encuentra en puertas de celebrar su centenario.

Ese primer reglamento sellado, que existe de la sociedad y que guarda la entidad, está fechado en Villafranca de Oria, como decimos, a 14 de marzo de 1926, reglamento, que cuatro días después el Gobierno Civil sellaba al amparo de la ley de asociaciones del 30 de junio de 1887, por lo que la entidad quedaba legalmente registrada. Un texto que refrendaban como presidente, Bernardo Aguirre y como secretario M.Fernández Olano.

Bernardo Aguirre, padre de Estefanía, la amona del bar 'La Jero' era una de las cabezas más visibles de la afición a la caza y pesca, con la que a comienzos del pasado siglo contaba el municipio. Además, su condición de titular del bar que llevaba su apellido convertía al establecimiento en lugar idóneo para el encuentro de los aficionados. Bar cuyas paredes conservaron hasta su cierre las fotos más antiguas de la actividad cinegética en la localidad.

Volviendo al reglamento de 1926, cabe destacar entre las curiosidades que reseña el texto, datos como que, cada socio debía pagar la cuota de una peseta al mes, o que las votaciones que se realizaban en cada junta general, «se verificarán levantándose los que estén a favor de la propuesta que se estudia, permaneciendo sentados los que se mostraban en contra».

Llamativo a su vez el hecho de que el documento fundacional establece que el domicilio social quedaba constituido «en la calle de la Estación número 3 piso segundo derecha». Cabe pensar que a falta de local social alguno de los promotores de la iniciativa ofreció como referencia su domicilio.

A partir de ahí, y durante muchos años, el punto de encuentro, pago de cuotas, y demás tareas y trámites administrativos, etc. tuvieron lugar en la oficina que Arturo Iziar regentaba en la calle Santa María, y no será hasta 1973 cuando Azari pase a contar con un local social al uso, que habilita e inaugura en un de los bajos (dos alturas), del número 10 de Aita Urdaneta Auzoa, sede en la que permanece.

A lo largo de todos estos años, Azari ha llevado a cabo una dilatada labor de repoblación, tanto de especies de caza, liebres y conejos, traídos de fuera, como de pesca, especialmente de trucha.

Jesús Mari Munduate, que probablemente es la persona que más ha buceado en la historia de esta sociedad, apunta que en la década de los 50, Azari había comenzado a organizar, con carácter anual, durante las fiestas patronales, uno de los concursos por el que era más conocida; la tirada al plato. En aquellos primeros años, el 24 de julio. En cualquier caso y como primer antecedente el programa de fiestas de 1933 anuncia el 23 de julio 'a las 3 de la tarde, en Altamira, 'la primera tirada de tiro de pichón'. Y el día 30, en el mismo lugar a las 4.30 'segunda tirada de pichón'.

Veterana fiesta que, en los años 60 de la pasada centuria siguió celebrándose en Altamira, días en los que esta zona era un descampado. Cuando se construyó la barriada, el festejo se trasladó al parque de Oiangu, de donde a finales de los años 80 pasó a las campas del caserío Albitxu, de Lazkaomendi, junto al bar Pipas. Y en este discurrir, en el 2016 las circunstancias quisieron que el campo de tiro tuviera que trasladarse a la campa situada próxima al restaurante Itxurrene.

Jesús Mari Munduate reseña que ya en la década de los 70 (probablemente 1973), la cita pasa a ser tirada de pichón, estilo 'Colombaire'. Convocatoria a la que, a partir de entonces ha asistido puntual, cada 31 de julio, festividad de San Ignacio, de la mano del Ayuntamiento, como colofón a las fiestas patronales. Convocatoria que, valga reseñar venía registrando una clara tendencia al alza, por lo que a la participación se refiere; 179 tiradores en el año 2016, 181 en el 2017, 204 en el 2018, y en el 2019, nuevo techo, con un total de 227, lo que le convertía en el mejor encuentro de la modalidad de Gipuzkoa, no sólo por lo que al número de participantes se refiere sino por lo que a la cuantía de premios respecta.

Evidentemente la pandemia impidió reeditar la tirada en esas dos anualidades catastróficas, 2020 y 2021, y cuando todo parecía indicar que este 2022 iba a permitir retomar la veterana tradición se detectaban contados nuevos focos de gripe aviar, lo que llevaba a las autoridades sanitarias a adoptar todas las cautelas y prohibiciones. En cualquier caso, pocas semanas antes del día de la tirada se levantaban las restricciones al respecto lo que llevaba a Azari a plantearse la celebración del evento, al que acababa renunciando al objeto de evitar mayores responsabilidades y al hecho de tener que reunir, en tiempo récord, además de los pichones, etc, más de 6.000 euros destinados a premios en metálico y trofeos.

Descartado el cambio de fecha, en Azari consideran que la recién aprobada Ley de bienestar animal de Euskadi (Ley de protección de animales domésticos) no prohíbe las tiradas de pichón, entre otras cosas porque no son animales de compañía. De la misma manera, transferida la competencia a la comunidad autónoma, se preguntan qué efectos va a tener en Euskadi la Ley de Protección Animal aprobada el pasado lunes por el Consejo de Ministros, que entiende debe recoger, todavía, el visto bueno del Senado y del Congreso. Así las cosas, la sociedad de Caza y pesca estima que, cara a la tirada del próximo año, las espadas están en alto.

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