'Hitman 3': cierra la trilogía del Agente 47

Con la irrupción del formato episódico, la franquicia Hitman dio una vuelta de tuerca que nos hizo ver con buenos ojos el troceado de títulos a precio reducido. El fracaso de las últimas entregas hizo aumentar el escepticismo ante la salida del 'reboot', allá por 2016, si bien el resultado llevó las aventuras de acción y sigilo a un nuevo cénit.

Conocidas sagas de acción táctica arrastran el mismo problema: su concepto de sigilo consiste en dejar al personaje en cuestión durante largos ratos escondido, esperando a que el guardia enemigo repita por enésima vez su patrón de movimiento. Con la industria evolucionando a pasos agigantados y las mecánicas ganando en dinamismo, dichas esperas resultan cada vez más soporíferas.

Hitman siempre había apostado por un sigilo mucho más dinámico: abordar a un objetivo VIP para asesinarle se torna mucho más efectivo (y divertido) si nos escondemos a plena vista, a base de disfraces e interpretación. No pretendo sentar cátedra con respecto al género, pero cabe aplaudir cómo la saga del agente lampiño integra un sinfín de opciones jugables de forma orgánica.

La llegada de la tercera y última parte promete resaltar las bazas de sus dos anteriores entregas; el acceso temprano a varias de sus misiones confirma que la fórmula se desarrolla sin señales de fatiga. La principal novedad es que ahora contamos con todas las localizaciones completas desde un principio, sin vernos limitados por ninguna hoja de ruta: Dubái es una de las escogidas y algunas de sus misiones serán memorables. Sin ahondar en destripes, el escenario de la mansión cuenta con un nivel de detalle tan soberbio que las posibilidades de actuación parecen infinitas.

Por mucho que repitamos una y otra vez la misma fase, el desarrollo de los objetivos nunca será el mismo: podemos superar una misión sin tocarle un pelo a nadie o liarnos a tiros sin dejar títere con cabeza. Ambas opciones son perfectamente legítimas y satisfactorias, aunque lo suyo es detenerse a explorar todas las vías y desarrollar las pequeñas tramas que suceden de manera natural entre las I.A.; toda una suerte de narrativa emergente que nos hará rejugar hasta la saciedad.

En una glamurosa fiesta con cientos de invitados de honor, nadie sospecharía del camarero, el chico de la limpieza o un segurata trajeado, con gafas de sol y escaso de pelambrera. La naturaleza de Hitman invita a divertirse con las situaciones más hilarantes, como abrir todos los grifos para inundar el baño y distraer al personal, o tomar una habitación aislada como guarida en la que apilar decenas de cadáveres.

Si hay algo que reluce menos es una I.A. que parece no andar muy fina de oído y vista. Obviamente, ayuda subir la dificultad del desafío, pero hay ocasiones en que el rango de alerta enemigo peca de cierta torpeza: ignora asesinatos cercanos y actividades sospechosas. También se echa en falta variedad de mecánicas en la acción, como un cuerpo a cuerpo más elaborado, y alternativas de combate frente al enemigo (sería divertido poder utilizar personas como escudos humanos, o incluso interrogar a punta de pistola).

Hitman 3 no parece traer consigo sorpresas ni polémicas: ofrece todo cuanto se espera de él. Cuando recibamos el juego completo podremos desglosar punto por punto todas sus opciones. De entrada, se siente más y mejor: funciona como secuela directa de la segunda entrega, así que quienes disfrutaron con sus anteriores iteraciones tienen una compra asegurada a la vista.