El día de San Sebastián representa para mí mucho más que una celebración anual. Es un recordatorio de las raíces que nos unen a esta ciudad, a su gente y a las tradiciones que han dado verdadera forma a nuestra identidad local. A pesar de haber vivido fuera de Donostia durante varios años, la distancia física no ha mermado ni un ápice el significado que tiene este día en mi vida. Todo lo contrario. Cada 19 de enero a medianoche, a más de 2.000 km de casa, me sentía más donostiarra si cabe. Por eso cada vez que se acerca la fecha no puedo evitar sentir cierta nostalgia porque, sin poder remediarlo, me conecta instantáneamente con los recuerdos de mi infancia, cuando veía la izada en el balcón 127 de 'La Consti', el de la abuela Pilar. También logro remontarme a aquellas risas compartidas con mis amigas cuando, sumidas en una marea de gente dentro de la plaza en plena adolescencia, nos emocionaba formar parte de una misma comunidad que, de manera tan vibrante, canta al unísino cada 20 de enero 'Donosti(a) bat bakarra munduan!'. Por eso, y a pesar de la lejanía, la conexión con esta conmemoración la he llevado por bandera allá donde estuviese, repartiendo palillos al más variopinto grupo internacional para tocar todos juntos encima de una mesa la música de Sarriegi. Ellos aporreaban con interés y cariño, pero sin mucho compás. Yo, sin embargo, sentía la Marcha de San Sebastián por todos los poros de mi piel. Así es este gran día. Porque el 20 de enero es más que una festividad local, y celebrarlo desde la distancia me ha enseñado a valorar aún más la riqueza de nuestras tradiciones y el calor humano que caracteriza a nuestra ciudad. Retorné a San Sebastián en plena pandemia, acrecentando mis ganas de revivir las emociones en primera fila durante 2021 y 2022... No pudo ser. Así que desde el año pasado hago retumbar mi barril como aguadora con mis compañeros del RCTSS por las calles del Antiguo. Y es entonces cuando 'Gu beti pozez, Beti alai' adquiere un significado de secreto compartido a voces con el resto de donostiarras. Gora Donostia!
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