Aunque nuestra memoria reciente no lo tenga presente, la de este año no es la primera vez que se suspende la Tamborrada a lo largo de su historia. Las guerras carlistas, la guerra civil, la represión franquista, la suspensión de la sokamuturra o el mal tiempo han obligado a cancelar nuestra fiesta hasta en 16 ocasiones.
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Las circunstancias aconsejan que este año no podamos salir a la calle a celebrar nuestra festividad. Sin embargo, hay algo que ni siquiera la pandemia puede borrar o suspender: el 20 de enero es el día de San Sebastián.
Nuestra ciudad vive esta fecha de una forma muy especial, muy particular y sentida. Todos y todas aparcamos nuestras diferencias para unirnos en un mismo sentimiento de orgullo y pertenencia. El 20 de enero es el núcleo duro, la zona cero de nuestra identidad donostiarra. Lo racional deja paso a lo emocional, a lo emotivo, y el conjunto de la ciudad comparte unos símbolos y un mismo espíritu que forjan nuestra identidad donostiarra.
En estos últimos meses, todos y todas hemos dejado de festejar fechas que parecían irrenunciables. Por eso es bueno recordar que ya hemos vivido antes momentos así, incluso más duros que este. Porque la memoria del pasado nos enseña que el dolor y la incertidumbre no son para siempre. Y que, después de la tormenta, siempre sale el sol.
Ahora es momento de ser responsables. De cuidar a los más vulnerables. Y de honrar a los que ya no están. Así como hay mil modos y maneras de vivir y celebrar esta fiesta tan única y tan nuestra, estoy seguro de que también este año buscaremos mil modos y maneras de expresar nuestro orgullo de pertenencia a esta ciudad de la que somos parte.
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Pronto volveremos a quedar para ensayar, sacaremos el traje del armario, quitaremos el polvo al barril y volveremos a llenar calles y barrios. Nuestras sociedades volverán a bullir con la gente, sus canciones, sus olores y sabores. Y nuestra generación recordará que en 2021 no pudimos celebrar San Sebastián. Será un recuerdo. Un mal recuerdo. Pero al mismo tiempo nos ayudará a poner en valor que esta festividad nos une y nos hace únicos.
«Sebastian bat bada zeruan, Donosti bat bakarra munduan», reza el inicio de nuestra marcha. Pero, en mitad de esta situación, me gustaría reivindicar su final: «Gu beti pozez, beti alai!!».
Gracias por vuestra comprensión y colaboración.
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