De la automatización al humanismo: Gipuzkoa lidera la transición industrial 5.0
Lunes, 7 de julio 2025, 09:41
En qué punto se encuentra la industria en lo que a innovación se refiere? ¿Afronta ya su quinta revolución o permanece aún en ese modelo de Industria 4.0 del que llevamos escuchando hablar desde hace ya una década? Pues, probablemente, la respuesta más adecuada sería que la industria está en un momento 4.5, viviendo una dulce transición hacia el paradigma 5.0, pero sin haber abandonado (e, incluso, en algunos momentos alcanzado) el modelo 4.0.
Cabe explicar que, desde la década pasada, las industrias están viviendo su cuarta revolución, transitando hacia un modelo en el que la automatización, la conectividad y la digitalización son tres máximas incuestionables. Con este nuevo paradigma, las fábricas se interconectan y son inteligentes. ¿Para qué? Para ser más eficientes y productivas y para poder ser controladas en tiempo real. Son industrias que se apoyan en la inteligencia artificial, que analiza el big data, que se aprovecha de las realidades virtual y aumentada o que utiliza robots autónomos, pero que también debe preocuparse por la ciberseguridad.
El salto a la Industria 4.0 no ha sido, ni sigue siendo, desde luego sencillo. La implementación de las tecnologías tiene un alto coste, los trabajadores deben tener una formación específica para ello, no siempre es fácil hacer que los sistemas antiguos y modernos se entiendan y, además, la seguridad y la privacidad de la industria y sus datos pueden estar en peligro. Por ello, no son pocas las organizaciones que, asimilando aún esta revolución, miran con recelo a la siguiente.
¿Por qué se caracteriza la Industria 5.0? Es una evolución más de la industria, y también un giro en el paradigma: cambia de dirección y ya no tiende únicamente hacia la automatización, sino que busca el factor humano, poniendo a las personas en el centro de la transformación industrial. Es una visión más humanista de la Industria 4.0, porque apela a la colaboración entre humanos y máquinas inteligentes (los robots, por su capacidad colaborativa, pasan a llamarse cobots) y también introduce otros valores como la sostenibilidad ambiental, los valores humanos o el bienestar social.
Una mejor calidad de vida
Esta visión más comprometida de la producción industrial se traduce en que la tecnología no se utiliza únicamente para reducir costos, sino que se usa para mejorar la calidad de vida. Los robots no sustituyen a los trabajadores, sino que los complementan, y ciertas tecnologías, como la IA, solo pueden utilizarse de una manera ética, una cuestión que hace algunos años no se planteaban muchas organizaciones. No consiste solo en buscar sistemas más inteligentes, sino que pretende lograr formas de funcionamiento y producción más conscientes: la tecnología debe trabajar para el ser humano y no al revés.
Además, no se piensa únicamente en el aquí y ahora, sino que la resiliencia es un concepto que ha ganado un enorme protagonismo: los sistemas productivos deben ser capaces de adaptarse a imprevistos y todo tipo de sobresaltos, desde pandemias a catástrofes naturales.
Por otro lado, la sostenibilidad es uno de los pilares de esta Industria 5.0: las fábricas se apoyan cada vez más en las energías (PAGINA 19) renovables, miden mucho sus emisiones y apuestan por la economía circular y los materiales reciclables. Es, además, otra manera de velar por la calidad de vida de quienes forman parte de su entorno.
¿Cuáles son sus retos? El primero es convencer a muchas industrias que han aterrizado en el paradigma 4.0 de que deben dar un nuevo salto. Además, hay que formar al talento humano en este tipo de habilidades y hay que definir cómo utilizar de manera ética tecnologías como la IA. Y, por supuesto, hay que lograr una rentabilidad de una nueva forma de organizar la industria.
Motor de crecimiento
Más allá de fases y numeraciones, lo cierto es que la innovación es un motor de crecimiento en una industria que busca la competitividad y la sostenibilidad, entendida esta en sus tres principales vertientes: ambiental, económica y social. Una empresa sostenible en esas tres esferas será competitiva en el tiempo, alcanzando el principal objetivo de cualquier organización. Así, las industrias innovan en diferentes ámbitos. Lo hacen, sin duda, en la tecnología, incorporando nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la automatización o la fabricación aditiva en pos de lograr una mayor eficiencia, reduciendo errores y costos operativos. También se innova, desde luego, en los procesos, optimizando las diferentes etapas de la producción al diseñar diferentes estrategias e itinerarios o al incorporar, por ejemplo, nuevas tecnologías, maquinarias o robots. Se innova, a su vez, en los resultados, es decir, en los productos. Estos son cada vez más sostenibles, inteligentes y personalizados. Y, por último, las fábricas e industrias innovan también en modelos de organización y de negocio, impulsando las fábricas inteligentes y posibilitando también el trabajo en remoto. Además, como se ha señalado con anterioridad, existe una sensibilidad por poner a la persona en el centro de la organización.
El factor de la sostenibilidad
En la industria, como en tantos otros ámbitos, la sostenibilidad juega un papel crucial en lo que a innovación se refiere, porque hoy en día no se concibe ningún avance que no sea sostenible. Así, la innovación se orienta cada vez más hacia una sostenibilidad que puede ser ambiental, económica o social y, por ello, puede buscar una menor huella de carbono, un mayor uso de las energías renovables en los procesos de producción, el ecosideño o, por supuesto, unos nuevos productos que puedan estar fabricados con materiales que puedan tener una segunda vida. El reciclaje de los materiales industriales y la reducción de residuos en los procesos de producción son otras dos inquietudes en la innovación industrial.
¿Y la 6.0?
Aunque aún no se haya llegado a ese escenario 5.0, hay expertos en la materia que ya conversan e imaginan cómo será el modelo 6.0. en la industria. Queda mucho para ello y los especialistas señalan que ese siguiente salto no se dará hasta dentro de 20 o 30 años, pero ya imaginan un terreno hacia el cual orientar políticas de innovación.
Y en ese nuevo modelo emergen conceptos como el de la superinteligencia integrada, un escenario en el que la IA ya no solo asiste, sino que crea, y en el que cerebro humano y máquinas interactúan mediante interfaces neuronales directas. Con el 6G ya completamente operativo, la conectividad será total y permitirá intervenir en tiempo real en otros puntos del planeta.
Además, se buscará que la tecnología provoque una mejora en el bienestar integral de la persona, utilizando una visión holística, y las fábricas se centrarán más en la persona que en el resultado. En el terreno ambiental, se prevé también un paso más: la industria buscará también regenerar el entorno con ciclos industriales que alimentarán ecosistemas.